“Bajo la misma estrella”: OK

Aunque la fórmula de “amor y enfermedad” no es nada nuevo, “Bajo la misma estrella” cuenta su historia de forma efectivamente conmovedora, ayudada principalmente por sus excelentes actores.

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El cine puede hacer a la gente llorar. Esa no es una verdad que había olvidado o que ignorara anteriormente -después de todo, aún no puedo atravesar la introducción de Up sin sentir mis ojos humedecerse-, pero es algo que no veía en persona hace mucho. Es por eso que me pareció tan interesante hallarme en medio de una sala de cine repleta al límite de su capacidad de personas -en su mayoría adolescentes y mujeres jóvenes en esa función- devastadas por las imágenes proyectadas frente a ellas.

Películas como Bajo la misma estrella, independientemente de sus méritos artísticos o la ausencia de ellos, trascienden el ser simplemente películas y pasan a ser experiencias compartidas en forma social, una multitud heterogénea que por un par de horas pasa a ser homogénea. Que la película sea buena o mala pasa a ser casi secundario en ese contexto.

Pero volviendo a esos méritos artísticos, que son en lo que debería estar centrándome en vez de dar rodeos con sociología barata, Bajo la misma estrella resulta ser una buena película, elevada incluso a algo más gracias a un estelar dúo protagonista y un guión que, si bien no logra evitar pasarse de innecesariamente edulcorado por momentos puntuales, en su mayor parte se siente lo suficientemente honesto y real para ganarse esas lágrimas que tan fácilmente arranca.

Como suele ser, por alguna razón, la norma en las películas adaptadas de novelas dirigidas al público juvenil, la historia del filme nos es narrada en “off” por su protagonista Hazel Grace Lancaster (Shailene Woodley), una adolescente de 17 años cuyo cáncer de tiroides se ha extendido a su pulmón, lo que no solo significa que debe arrastrar constantemente consigo un pequeño tanque de oxígeno para no quedarse sin aliento, sino que también supone que no va a vivir mucho más tiempo.

Para tranquilizar a sus padres, Hazel accede -muy a su pesar- a asistir a un grupo de apoyo en una iglesia, donde eventualmente cruza miradas con Augustus Waters (Ansel Elgort), un joven de 18 años que superó un cáncer que se llevó su pierna derecha. Atraídos por lo que ven en el otro más allá de su desafortunado mal en común, inician una peculiar relación.

Seguro, el tema “amor y cáncer” ya ha sido explorado en filmes como Dulce Noviembre, Un Amor para Recordar y probablemente más películas en cuyos pósters los protagonistas aparecen abrazados. Pero reinventar la rueda no es un prerrequisito, la rueda simplemente tiene que funcionar bien.

Ayuda mucho el hecho de que por mucho que la película esté centrada en la figura de Hazel y su odisea, ella misma no lo está. En un refrescante giro de lo que suelen ser los protagonistas de este tipo de historias -no necesariamente historias sobre cáncer, sino relatos de personas con algún tipo de problema similar en general-, Hazel no tiene un gran y dramático cambio de personalidad, ni la película se trata de “arreglar” a Hazel sacándola de algún tipo de depresión y darle una nueva apreciación de la vida.

A pesar de su situación, Hazel se nos presenta desde el principio como una persona perfectamente ajustada, consciente de su situación y tratando de vivir una vida lo más normal posible, con cierto inevitable grado de nihilismo en su apreciación del mundo -que se manifiesta más notoriamente en su primera interacción con Augustus- pero no alguien abrumada por su propia mortalidad. Actúa pensando en los demás con una lógica indiscutible: 

Shailene Woodley interpreta el personaje con una acertada mezcla de cinismo y entusiasmo juvenil. No resulta difícil identificarse con ella, ya que por la mayor parte del tiempo, a diferencia de personajes hiperverborrágicos como, digamos, Juno, Hazel de hecho habla como un ser humano de verdad. De esa forma es mucho más facil dejarse llevar de la mano por la película hacia las distintas paradas emocionales de su itinerario.

Augustus, mientras tanto, se las arregla para ser al mismo tiempo un punto positivo y uno negativo del filme. Proclive a hablar en metáforas y casi sin defectos, por momentos se siente más como un ideal, una fantasía, que como un personaje de verdad con auténtica profundidad y defectos, aunque afortunadamente el guión no abusa con sus excentricidades, y Elgort hace un trabajo tan bueno que aún ese cierto aura de artificialidad que rodea al personaje se perdona, ya que no repercute demasiado al final del día.

El filme ostenta también un sólido reparto secundario, con Laura Dern y Sam Trammell como los padres de Hazel, Nat Wolff como el mejor amigo de Augustus -quien trae un poco de bienvenida comedia a la historia- y Willem Dafoe como un escritor de libros que Hazel idolatra.

Pero es justo poner todo el mérito sobre las estrellas, ya que por la mayor parte del filme el director Josh Boone (Stuck in Love) acertadamente deja que la historia en sí mueva la película, sin interferir con demasiadas decisiones artísticas que distraigan. No puede resistirse, sin embargo, a recurrir a la repetida técnica de poner baladas pop o pistas musicales abiertamente “tristes” sobre algunas escenas que francamente no las necesitaban. Era una escena triste, señor Boone, lo sabíamos; yo lo sabía, las dos chicas detrás de mí que no pararon de llorar durante toda la segunda mitad de la película lo sabían, todos lo sabíamos, no era necesaria la insinuación musical.

Pero más allá de detalles como ese y alguna que otra secuencia que rompe un poco la barrera de artificialmente dramático -una escena en cierta famosa casa de una capital europea se antoja innecesaria, como si hubieran querido que su gran momento dramático tomara lugar en un lugar icónico sólo porque sí-, el filme acaba siendo más que satisfactorio.

Bajo la misma estrella es genuinamente conmovedora, presenta un romance con auténtica química y con dos actores que cumplen muy bien sus respectivos roles, y no se siente manipuladora más allá de algunos momentos específicos. Recomendada.

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BAJO LA MISMA ESTRELLA (The Fault in Our Stars)

Dirigida por Josh Boone

Escrita por Scott Neustadter y Michael H. Weber (basada en una novela de John Green)

Producida por Marty Bowen y Wyck Godfrey

Edición por Robb Sullivan

Dirección de fotografía por Ben Richardson

Banda sonora compuesta por Mike Mogis y Nate Walcott

Elenco: Shailene Woodley, Ansel Elgort, Laura Dern, Nat Wolff, Sam Trammell, David Whalen, Milica Govich, Lotte Verbeek y Willem Dafoe

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