Autos, aviones, tanques, furia y velocidad

La saga “Rápido y Furioso” vuelve a aumentar la apuesta con su sexta entrega, con acción más impresionante y vehículos más extravagantes... y funciona de maravillas.

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Al principio del filme animado de Pixar “Toy Story 3” (2010) vemos cómo visiona Andy, el dueño de los juguetes protagonistas, sus sesiones de juego: como una impresionante secuencia de acontecimientos concebidos por la creatividad en su más pura expresión, un sinsentido de trenes, bombas, persecuciones, naves espaciales y superpoderes.

Traigo esa escena a colación porque, en mi opinión, es lo que más se acerca a la esencia de lo que presenta en pantalla “Rápidos y Furiosos 6”, la nueva entrega de la taquillera saga de carreras y acción.

Tenemos abundantes carreras, persecuciones, automóviles volando y siendo destrozados, peleas cuerpo a cuerpo, tiroteos y hasta tanques y aviones introducidos a la acción, todo unido por un guión que parece influenciado los argumentos por decenas de thrillers de acción de décadas pasadas licuados y vueltos a servir, y acentuado por una total falta de respeto por cosas como el realismo o las leyes de la física si estas suponen un obstáculo para hacer todo más grande, más explosivo y más impresionante.

Bien podría ser el resultado de la imaginación de un niño como Andy de “Toy Story”, si fuera un poco mayor y en vez de haber jugado toda su infancia con vaqueros y astronautas, se hubiera criado con autos de juguete y películas de acción.

Y es brillante.

Un tiempo después del golpe millonario que Dominic Toretto (Vin Diesel) y su banda de habilidosos conductores de automóviles dieron en Río de Janeiro, el equipo es reclutado por su antiguo perseguidor Luke Hobbs (Dwayne Johnson) para ayudar a las autoridades a capturar a un altamente coordinado grupo de criminales que ataca objetivos militares, y que parece incluir a una persona que todos creían muerta.

Ese es el argumento, y no hay muchas complicaciones más, fuera de detalles como lo que buscan los villanos con sus robos, o la sub-trama sobre lo que realmente ocurrió con Letty (Michelle Rodríguez).

Aunque probablemente ya no es necesario que diga esto, no debería usted esperar un guión muy trabajado, ya que fácilmente se pueden detectar numerosas incongruencias y colosales hoyos en la trama. Por ejemplo, dos de las escenas más espectaculares del filme -una persecución que se convierte en una auténtica batalla vehicular, con todo y cañonazos; y el clímax del filme- sólo son posibles gracias a que ciertos personajes demuestran momentos antes ser criminalmente ingenuos y hacen exactamente lo opuesto a lo que una persona medianamente inteligente haría en esas situaciones.

Pero como dije un par de párrafos atrás, lo importante para los realizadores obviamente es el espectáculo, y si los protagonistas hubieran actuado de forma sensata y lógica, no tendríamos tanques sembrando caos en una autopista, personas volando por los aires de forma imposible ni carreras contra el tiempo en lo que debe ser la pista de despegue más larga del planeta. Y créanme cuando les digo que estas escenas hacen que valga la pena perdonar el descuido en el guión.

Particularmente porque desde el momento en que Dwayne Johnson hace un salto imposible de un vehículo a otro en la primera escena de acción de la película, los realizadores parecen confirmar la declaración de intenciones que ya insinuaban cuando en el clímax del quinto filme dos autos arrastraron una bóveda de banco por las calles de Río de Janeiro: básicamente los realizadores nos dicen “tomarnos en serio sería un obstáculo, lo único que queremos es mostrarles cosas espectaculares, y hacerlas lo más espectaculares posible”.

Y me parece enormemente aceptado. Como una saga policial pseudo-seria, la saga “Rápido y Furioso” no pasaba de un producto mediocre con ciertas buenas secuencias de acción. Sin embargo, en esta nueva forma que la franquicia tomó, con sus protagonistas convertidos en super-conductores capaces de acrobacias y locuras que harían que Meteoro o a James Bond asintieran en respetuosa aprobación, combatiendo con enemigos cada vez más extravagantes y en un mundo donde las reglas de la física se parecen cada vez menos a las de nuestro mundo, la saga logra cosas memorables.

Del elenco de actores mucho no se puede decir, ya que todos siguen siendo básicamente los mismos que eran antes, y Luke Evans no logra interpretar a un villano especialmente carismático, aunque siempre es bueno ver a Gina Carano recibir nuevas excusas para demostrar en pantalla sus habilidades como luchadora profesional.

Con todo, los diálogos tienen el suficiente carisma, y los actores la suficiente química entre sí, para lograr que los intervalos entre explosiones y choques logren ser algo más que simplemente tiempo para que la audiencia respire.

Pero al final lo que tenemos desde este viernes en nuestras salas es un excelente filme de acción. No es nada más, ni nada menos. Con el pie totalmente fuera del freno, “Rápidos y Furiosos 6” brilla.

Y una cosa más. Esta no será una película de Marvel -por mucho que algunas cosas que se ven en pantalla son más dignas del Capitán América que de Toretto-, pero esta película también viene con sorpresa luego de los créditos, así que si quieren saber quién va a ser el villano de “Rápidos y Furiosos 7” -o como sea que decidan llamarlo-, no se levanten cuando vean el nombre del director.

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RÁPIDOS Y FURIOSOS 6 (Fast and Furious 6)

Dirigida por Justin Lin

Escrita por Chris Morgan

Producida por Vin Diesel, Neal H. Moritz y Clayton Townsend

Edición por Greg D'Auria, Kelly Matsumoto y Christian Wagner

Dirección de fotografía por Stephen F. Windon

Banda sonora compuesta por Lucas Vidal

Elenco: Vin Diesel, Paul Walker, Dwayne Johnson, Michelle Rodríguez, Luke Evans, Gina Carano, Ludacris, Tyrese Gibson, Gal Gadot, Sung Kang, Jordana Brewster y Elsa Pataky

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