Berta Rojas, profeta en su tierra

La guitarrista paraguaya Berta Rojas y el músico cubano Paquito D’Rivera presentaron en vivo el álbum “Día y Medio” en la noche del miércoles en el Teatro del Banco Central del Paraguay.

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Con entradas agotadas y un teatro plagado de expectativas, la célebre guitarrista paraguaya Berta Rojas y el consagrado saxofonista y clarinetista cubano Paquito D’Rivera presentaron en Asunción el álbum “Día y Medio”, recientemente nominado a los Grammy Latinos en la categoría de “Mejor Álbum Instrumental”.

El nombre del disco hace referencia al tiempo en que el músico permaneció en el país en su visita anterior, así como el que le llevó enamorarse del lago Ypacaraí. “El lago no es azul, pero el Danubio tampoco lo es… Ustedes tienen el lago y la guitarrista más linda del mundo”, aseguró el ganador de once premios Grammy y actual “visitante ilustre” de la ciudad de Asunción, antes de presentar una exquisita versión de “Recuerdos de Ypacaraí”.

Pero antes, la emoción se centró en Berta Rojas: esa virtuosa compatriota que hoy recorre el mundo “tras las huellas de Mangoré” en una extensa gira que la lleva por países como Puerto Rico, Trinidad y Tobago, Honduras y Costa Rica.

“Es una noche especial”, aseguró ella. Y así fue.

Desde el inicio, con la mítica “Choro da Saudade”, la nostálgica “Ca’azapa” o la frenética “Maxixe” –todas obras de Agustín Barrios–, una sola realidad era palpable: esa no sería una noche más, sino esa gran noche en la que dos generaciones de talentos latinoamericanos sellaban públicamente tremenda empatía artística.

“Che Trompo Arasa”, de Herminio Giménez, brilló con los arreglos de Mauricio "Pichi" Cardozo Ocampo, a quien el mismo D’Rivera calificó como “gran arreglador”.

La enternecedora “Quisiera ser”, al ritmo de guarania, sirvió para la reflexión. “Mientras tantas cosas nos separan, la música nos une”, dijo Berta. Los aplausos del público le dieron la razón.

Otro clásico del repertorio de “Mangoré”, “Las Abejas”, puso al desnudo una vez más el virtuosismo de los intérpretes. Convertido en casi un duelo musical, los instrumentos lograban contraponerse y tejerse en un íntimo encuentro que, una vez más, fue ovacionado por las más de mil personas que oficiaban de testigos.

D’Rivera destacó la dificultad de la pieza con los novedosos arreglos: “A mí me gustó hasta que empecé a estudiarla”, bromeó.

“Cuando aparece este arreglo –de “Pichi” Cardozo –aparece una melodía que no había escuchado nunca (…). Es como la unión de Piazzola y Mangoré”, afirmó D’Rivera.

Luego de “Mis noches sin ti”, infaltable guarania del cancionero popular –esta vez, con los arreglos de Edin Solís–, Rojas salió del escenario. El músico cubano aprovechó para interactuar con el público, que respondía al juego al ritmo de jazz.

“¿Qué te parece el público paraguayo?”, le consultó Rojas. “¡Perfecto!”, dijo Paquito, mientras ella reía. La empatía, una vez más, era absoluta.

“Pájaro Choguy” y “Galopera”, en medley y con preciosos arreglos, daban paso al último capítulo de la gala.

Los protagonistas se retiraban del escenario y se levantaba el telón, que dejaba ver a los músicos de Ensamble H20, del proyecto “Sonidos de la Tierra”, dirigido por Luis Szarán.

“Me encanta cuando brota una idea maravillosa, más cuando viene de la mano de un talentoso como Luis Szarán”, dijo después Rojas, ya con D’Rivera y Szarán en el escenario.

Luego de la presentación con solos de violín, viola, violonchelo y contrabajo, la música fue una sola al ritmo de otros clásicos de Agustín Pío Barrios: la vertiginosa “Ha che valle” y la emblemática “Danza paraguaya”.

Una noche que difícilmente será olvidada por las más de mil almas que estaban allí, disfrutando del legendario talento de Paquito D’Rivera y de la digna intérprete de Barrios, la virtuosa Berta Rojas, hoy convertida en la figura más fuerte de la música paraguaya en el mundo. Sin dudas, una profeta en su tierra que tiene las armas para reinar.

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