Esto aboca a la pregunta: ¿No es más deseable un descarte del “rey del pop” que cualquier novedad de un aspirante a sucederle? Es más, comparado consigo mismo, con su último álbum en vida, Invincible (2001) , o con Michael, grabado originalmente en 2007 y publicado tras la muerte del cantante en 2009, ¿no es preferible un álbum compuesto por cortes desechados de sus mejores años que el relato inconexo y sin pegada de su etapa crepuscular?
Ante estas dos premisas, y el consabido debate moral anexo a la publicación póstuma de cualquier material despreciado por su propio autor en vida, se publica el próximo martes en todo el mundo las esperadas ediciones estándar y deluxe de Xscape, que figurará como el duodécimo de su repertorio.
Su lanzamiento ha llegado con la fanfarria y secretismo que arropaban antes los grandes estrenos musicales, con enigmáticas convocatorias en palacetes suntuosos, como en Madrid, donde se permitió a los medios escuchar su contenido, previo compromiso de embargo y entrega de los teléfonos móviles para evitar filtraciones.
Antes de que suene la música, aparece en vídeo uno de los magnates del negocio, L.A. Reid, presidente de Epic Records, quien con la venia de la familia Jackson accedió de forma “ilimitada” a sus archivos, nada menos que cuatro décadas de material.
Los elegidos fueron ocho cortes grabados entre 1983 y 1999, solo ocho, de lo que a priori podría deducirse que L.A. escogió lo mejor de lo mejor, sin rellenos improcedentes, o bien que dichos archivos no dan la talla en comparación con el poderoso legado del autor de Thriller, Billy Jean, Bad, Smooth criminal, Black or white, Scream, Man in the mirror, Stranger in Moscow ...
“La música y el arte moderno serían completamente diferentes sin las revolucionarias aportaciones que regaló al mundo”, comenta Reid. “Michael ha dejado algunas interpretaciones musicales que nos enorgullece presentar al mundo a través de la visión de productores musicales con quienes él ha trabajado directamente o con quienes hubiera deseado trabajar”, asegura a continuación.
Por ello se reclutaron talentos como los de Rodney “Darkchild” Jerkins (quien le había producido You rock my world), el equipo noruego Stargate (muy influidos por el "rey del pop") y John McClain (productor ejecutivo del patrimonio de Jackson y productor del tercer trabajo de su hermana menor, Janet).
Todos ellos trabajaron bajo la batuta de uno de los “rey Midas” de la industria estadounidense, Timothy Zachery Mosley “Timbaland”, artífice de FutureSex/LoveSounds (2006), de Justin Timberlake, el disco y el artista que, a juicio de muchos expertos, más próximos se hallan del trono vacante.
Para hacer redonda la jugada, el propio Timberlake une su voz a la de Jackson en una versión del sencillo Love never felt so good que se ha incluido como cierre en la edición deluxe del álbum.
Escrito por Jackson y Paul Anka, al tema no le faltan ni las campanillas de sus viejos clásicos y abre la edición estándar con aquel toque encantador de The girl is mine, pero enfundado en un funk juguetón e inofensivo, justo ahora que este estilo vive buenos tiempos tras el éxito de Get Lucky de Daft Punk. Menos dócil se muestra en Chicago, un r&b con poso noventero, antes de ofrecer en Loving you una faceta más “crooner” y cargada de aire en el apartado vocal.
El pop de A place with no name crece en una estructura ascendente que rasga su voz en el clímax y se dota de la energía colectiva de un espiritual, en contraste con la tensión de Slave to the rythm, un corte futurista y urbano en continua progresión.
Las programaciones sintéticas otorgan carácter a Do you know where your children are, un tema coetáneo de Bad y Dangerous, que cede paso al dramático r&b Blue gangsta, en el que vuelve sobre el símbolo del gángster que ilustró tantos temas previos.
Para acabar, Xscape ofrece una canción del mismo nombre, que se revela como un funky con latigazos instrumentales de fondo y unos versos proféticos: “Donde me fui, este problemático mundo no me molesta más”.
En resumen, la nueva tanda de canciones hurtadas al olvido de la mejor época de Jackson suena mucho más consistente que Michael, pero su fidelidad a la nostalgia, que puede hacer de este un disco agradable y deseable, se encuentra también el mayor punto de controversia para lo que representó Jackson.
En Xscape no hay espacio para la sorpresa, pese a que, como paradójicamente reza el mismo libreto de este trabajo, “Michael Jackson nunca fue conservador” y concebía cada álbum como una forma de “inspirar a la siguiente generación”.