Dios Salve a la Reina y un viaje en el tiempo

La agrupación musical argentina de tributo a Queen ofreció una emotiva y excelentemente lograda recreación de uno de los conciertos más recordados de la historia del rock.

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El 12 de julio de 1986, la mundialmente famosa banda británica de rock Queen, con el inimitable Freddie Mercury a la cabeza, hizo historia con un brillante concierto en el Estadio Wembley de Londres que hasta estos días es considerado uno de los momentos más brillantes en la historia del género.

Sin embargo, el hecho de que Mercury y compañía sean inimitables en el sentido de que es imposible replicar a la perfección la magia que demostraban en el escenario no quiere decir que tributos como el de Dios Salve a la Reina carezcan de merito. Todo lo contrario, el espectáculo que los artistas argentinos dieron en la noche del viernes en el Gran Teatro del Banco Central del Paraguay fue un digno homenaje a la historia de Queen, y un momento altamente emotivo y emocionante para los fans allí reunidos, que vivieron el show como si se tratara de sus ídolos de verdad.

El show comenzó alrededor de las 21:30 con la presentación previa de la banda paraguaya de rock The Kilks, que presentó un par de covers -incluido “Here I go” de Whitesnake- acompañados por algunos temas de producción propia suya, algunas muy potentes canciones de rock que hacen que uno se quede con las ganas de escuchar más material original del grupo formado por César González, Guillermo Cristaldo, Christian Meza y Édgar Chamorro.

Recién alrededor de las 22:15 las luces se apagaron y los efectos de sonido anunciaron que el show estaba por comenzar. Uno a uno, los músicos saltaron al escenario: primero Matías Albornoz como el baterista Roger Taylor, luego Ezequiel Tibaldo como el bajista John Deacon y Francisco Calgaro como el guitarrista Brian May, para finalmente dar paso a Pablo Padín, quien ataviado con la icónica chaqueta amarilla representa a Freddie Mercury.

Como en aquel día de julio del '86, el show comenzó con la canción “One vision”, con un Padín que no sonará absoluta e impecablemente igual a Mercury, pero que ciertamente emplea sus manerismos y actitud en escena de una manera que hace posible superar la incredulidad y, con un poco de imaginación, creer que el legendario cantante de Queen está en el escenario.

Siguió “Tie your mother down”, mientras el vistoso juego de lumínica acentuaba el espectáculo y el público reaccionaba con largos aplausos. Con “In the laps of the gods” el tono se volvió más lento y majestuoso antes que rockero, mientras Padín hablaba al público en inglés y se ponía al mando del piano.

Tras “Seven seas of rhye” llegó la popular “A kind of magic”, recibida con mucho alboroto, coros y palmas de un público que ya estaba totalmente entregado y colmaba el Gran Teatro, y que enloqueció aún más cuando a aquella canción siguió “Under pressure”, con todo y el juego vocal entre el cantante y el público antes de comenzar la canción.

Igualmente celebrado fue luego “Another one bites the dust”, tras el cual de nuevo el registro cambió a un sonido más lento y sentimental con “Who wants to live forever”.

Sin embargo, la calma duró poco, ya que el público estalló en coros cuando llegó el turno de otro de los éxitos universales de Queen, “I want to break free”, que fue seguido por un extenso y excelente solo de Calgaro.

El rock puro y de la máxima potencia volvió con “Now I'm here”, y luego Calgaro cambió su guitarra eléctrica por una acústica para interpretar junto a Padín -sin batería o bajo de acompañamiento- la canción “Is this the world we created...?”.

A continuación fue el turno del rock and roll clásico, con covers enganchados y resumidos de “(You're so square) Baby I don't care” de Jerry Leiber y Mike Stoller, “Hello Mary Lou” de Rick Nelson y “Tutti Frutti” de Little Richard, esta última siendo la transición entre una melodía clásica con guitarra acústica a una potente dosis de rock más moderno con guitarra eléctrica.

Luego de “Gimme some lovin'”, el auditorio volvió a explotar al reconocer las primeras tomas en piano de la apoteósica “Bohemian rhapsody”, entonada a viva voz por los fans a la par que el cantante. El grupo abandonó brevemente el escenario, en un período de tiempo que fue llenado por los fans con gritos de “olé olé olé”.

El regreso triunfal de la banda se dio con “Crazy little thing called love”, mientras el cantante invitaba al público a bailar, y casi toda la audiencia se levantaba de sus asientos para cumplir con el pedido. Tras la decididamente más rockera “Big spender”, llegó otro de los éxitos inmortales de Queen, “Radio Ga Ga”, acompañado rítmicamente con palmas del público.

Luego todos volvieron a ponerse de pie, aunque las palmas para entonces probablemente ya dolían volvieron a la acción, porque Padín, capa al hombro, se disponía a liderar la interpretación de “We will rock you”.

La noche llegaba a su clímax con “Friends will be friends”, seguida de la infaltable “We are the champions”, en la que cantante y público se dejaron el alma. Habían pasado casi dos horas de show, y quien conocía el orden de las canciones del concierto del '86 sabía que ya era el final, y efectivamente el grupo comenzó a despedirse mientras de fondo sonaba “God save the Queen”.

Sin embargo, cuando los fans ya se hallaban saliendo del teatro, los músicos regresaron. Faltaba una canción que no podía faltar en un concierto tributo a Queen, y aunque este tema no sonó en Wembley, los argentinos se permitieron una pequeña gran licencia histórica y cerraron su show por todo lo alto con “Don't stop me now”.

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