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Tenían un contrato discográfico con el sello EMI Parlophone y un futuro que se insinuaba radiante.
Frente a sus fans en delirio, 50 años atrás los cuatro de Liverpool se despedían en el mismo local que dos años atrás habían elegido tras su regreso de Hamburgo, en febrero de 1961, donde el grupo solía tocar hasta ocho horas por noche. En aquél año, durante una de sus presentaciones, la banda británica se había acercado a Brian Epstein, el hombre que consagró al grupo al éxito mundial.
Llevaban 292 exhibiciones, cuando John, Paul, Ringo y George hicieron enloquecer a sus seguidores aquél 3 de agosto de 1963, cuando dieron su adiós para siempre, mientras su fama en Reino Unido y el resto del mundo seguía extendiéndose como una mancha de aceite en el mar.
Su fama la seguía corroborando la noticia, esa misma noche y antes de su presentación en el Cavern, de que su tema “From me to you” encabezaba el ranking musical en Estados Unidos.
Prácticamente todos los habitantes de Liverpool de menos de veinte años se lanzaron a las calles que conducían al hoy mítico local del número 10 de Mathew Street.
El Cavern se volvió famoso no sólo por haber acunado y despedido a una de las bandas más famosas. También, porque apartir de ella algunos sellos y productores comenzaron a ver que la industria musical podía dejar de ser exclusiva de Londres.
Así, diez años más tarde, tocaban allí bandas como Queen, The Rolling Stones, The Yardbirds, The Kinks, The Who y los músicos Elton John y John Lee Hooker.
Cuando a las seis de la tarde la banda asomó, todos supieron que estaban asistiendo a un evento único, que jamás volvería a repetirse, y con el que el grupo terminaría de entrar en la historia de la música.
El concierto fue una suerte de ceremonia de agradecimiento.
Todos se dieron cuenta de ello. Incluso The Beatles, que al término del show, que duró cinco horas y media, no pudieron decir otra cosa más que “Adiós muchachos, hasta la vista”.