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Banderas paraguayas y de países vecinos como Argentina y Brasil ondeaban entre la multitud, mientras en el escenario y las pantallas gigantes ya se podía ver y escuchar al popular grupo paraguayo de rock Gaia y a los también locales Flou, que le plantaron calidad a la noche desde las primeras notas que se escucharon en el hipódromo y tuvieron saltando y coreando al público.
Con cada minuto de silencio que pasaba luego de las actuaciones de los paraguayos, la expectativa y la emoción crecían entre los miles de fans, muchos de los cuales con seguridad crecieron escuchando a Amy Lee y los suyos, y que ahora iban a ver a Evanescence en vivo.
La popular banda estadounidense, líder en ventas mundiales y protagonista de giras interminables y de prestigiosos festivales internacionales, como el Rock in Río brasileño, esta vez estaba en Paraguay para incendiar corazones.
Si bien la cantidad de público presente no fue la esperada -los organizadores del show del viernes estiman que unas 8.000 personas estuvieron presentes-, no se notó la diferencia a la hora de hacer estruendo, hora que llegó cuando las luces del escenario se apagaron y el público simplemente explotó.
Terry Balsamo, Troy McLawhorn (guitarras), Tim McCord (bajo), Will Hunt (batería) y finalmente la mismísima Amy Lee (voz) saltaron al escenario -que tenía en el fondo el nombre de la banda- y, sin mediar palabras iniciaron el espectáculo con “What You Want”, uno de sus éxitos más recientes. Con su característica falda compuesta de banderas de países que visitó, con la bandera paraguaya atada a uno de sus brazos y la de Brasil en el otro, la cantante se deslizaba sin parar por el escenario mientras hacía gala de su prodigiosa voz. Ya estaba allí, para todos los fanáticos que esperaron largas horas formando la fila en el Jockey.
Con “Going Under”, la bella cantante logró la exaltación de sus fans y permitió a la audiencia apreciar incluso mejor el enorme rango de su voz, subiendo y bajando de registro y sin la más mínima dificultad, además de poner al apasionado público a corear a viva voz.
“¡Hola, Asunción!”, exclamó la cantante en castellano, desatando de nuevo un estruendo, para añadir en inglés que “es un honor estar aquí con ustedes esta noche”. Siguió el show con “The Other Side”, un tema de corte más pesado que los que lo precedieron, con agresivos 'riffs' que hacían contraste con instantes de delicadeza auditiva. Este contraste siguió presente en “Weight Of The World”, comandado firmemente por la entonación de Amy Lee.
La cantante se acercó al teclado cuando sonaba “Made of Stone”, que los músicos abrieron luciéndose por su cuenta antes de que Lee tomara la batuta de la canción. Un efecto de luces rodaba el nombre de la banda, dando un aire de magia, mientras agradecía en castellano.
Tras la canción, el piano de Lee fue colocado en medio del escenario, como si el instrumento fuera una estrella más. El show dio un giro de 180 grados: de la epicidad de los primeros cinco temas al intimismo emotivo de “Lithium”, gran parte de la cual es cantada por Lee solo acompañada de su piano antes de que sus compañeros se unan a la canción. El público entonaba apasionadamente el tema, otro de los más recordados de la banda. Otra emocional balada, “Lost in Paradise”, vio de nuevo a Lee sola con su público, cantando con visible pasión, hasta que el resto de la banda hacía un impactante retorno que convertía la íntima canción en un auténtico himno de rock.
Las cosas se pusieron más aceleradas con “My Heart is Broken”, canción con un sonido más bien peculiar, con un ritmo de piano casi festivo y unos 'riffs' que, probablemente influenciados por el piano, lograban sonar pesados y curiosamente ligeros a la vez, y con la también movida “Whisper”, con el humo acompañando el escenario.
“¿La están pasando bien?”, preguntó la artista, mientras el viento hacía ondear las banderas en sus brazos y vestidos, procediendo luego a introducir la próxima canción, “If You Don’t Mind”, tema compuesto hace tiempo pero que, como contó la artista en conferencia de prensa, no tenía un “hogar” en la discografía de la banda, por lo que decidieron adoptarle en las presentaciones en vivo y se convirtió en la favorita de la vocalista.
El bajo, no tan protagonista de la noche, tuvo su momento de brillar con “The Change”, otra de las favoritas del grupo, y que se ganó una serie de aplausos. Siguió otro de los grandes “hits” históricos: “Call Me When You’re Sober”, que de nuevo causó gritos histéricos, nuevos combos y palmas arriba.
Nuevamente la dualidad entraba a jugar un papel importante en “Imaginary”, con elaborados 'riffs' que pasaban a secciones minimalistas de teclado y de vuelta a lo primero. La segunda verdadera explosión de la noche llegaría recién con “Bring Me To Life”, la voz masculina que originalmente hacía contraparte a Lee no estaba, pero salvo por breves momentos no se echó en falta, ya que el público estaba allí para acompañar, saltando, gritando, dejando el alma.
La banda dejó el escenario luego de esa canción, aunque volvieron al minuto siguiente para “¿una más? ¿Tres más?”.
La primera, “Disappeared”, con sorprendentes solos de guitarra –que había escaseado esa noche– era como una inyección de energía, un auténtico “sacudecabezas”, dio paso a la conmovedora balada “Swimming Home”.
Toda historia, como siempre, tiene su final, y ese fue el momento más fuerte de la noche. La altamente emocional balada “My Immortal”, presentada por Lee como algo tan especial, ella sola al piano sola al principio y acompañada de las guitarras, el bajo y la batería luego. "¡Canten conmigo!", solicitó la cantante. La voz de Lee, que se había antojado ligeramente afectada en la última canción –era más evidente cuando hablaba que la actriz no estaba del todo bien de la garganta– pareció resurgir, permitiendo a Amy Lee versionar de manera impecable su canción, hipnotizando al público como lo hizo toda la noche.
“¡Gracias, Asunción! ¡Los amo! ¡Gracias por recibirnos esta noche!”, fue el grito de despedida que cerró la primera jornada del Asunción Rock Festival de una manera especial: con la voz de Amy Lee, el sonido más puro de Evanescence, encendiendo otra noche de rock inmortal.