La reina de la alegría

La consagrada cantante y compositora brasileña Ivete Sangalo dio su primer concierto en Paraguay frente a más de 10.000 personas que disfrutaron de un show de música, magia y mucho color en el Jockey Club del Paraguay.

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Una majestuosa Ivete Sangalo se presentó por primera vez en Paraguay, y no defraudó. La cantante y compositora nacida en Bahía dejó claro en el escenario su condición de reina de la música brasileña en un show con más de 10.000 testigos.

Ivete canta, baila, salta, ríe, juega, anima al público, emociona y más. Y todo eso, hay que decirlo, lo hace bien. Ese constante derroche de energía no le impide mostrarse la más sexy o acaso la más romántica cuando los acordes de su acertado repertorio lo ameritan.

Eran las 22:35, cuando la ex Banda Eva pisaba el escenario del Jockey Club Paraguayo y descubría a un público paraguayo dichoso de disfrutarla. “¿Mba’éichapa, Paraguay?”, saludó la cantante, recibida de pie y con aplausos.

“Acelera aê” marcaba el inicio de una noche en la que el ritmo y la alegría brasileña eran los grandes protagonistas. Allí estaba, entonces, la talentosa dama de honor dispuesta a devorarse al público desde el primer minuto del concierto.

“¡Las manos arriba! ¡Salta, Paraguay!”, instaba la cantante, acompañada por un cuerpo de baile que marcaba el rumbo de sus coreografías que ella acompañaba, con igual dinamismo. Desde allí, la interacción con su público fue una constante durante toda la noche.

“¡Buenas noches, mis amores! ¡Hoy voy a hacer un concierto increíble! Gracias por invitarme por primera vez”, prometía y agradeciá Ivete, en una mezcla de aceptable español con portugués. Recibía, de esta forma, los primeros aplausos de la noche que terminaron por colocarla como reina.

“¡Salta!”, volvía a pedir la cantante. Las miles de personas obedecían el pedido, y supieron seguir la fusión de ritmos brasileños con árabes que proponía su “Cadê Dalila”. Los instrumentos de viento cumplían su cometido, mientras Sangalo y sus bailarines ofrecían su ritual de danza.

En la pantalla principal se observaban imágenes de colores, mientras en ambos costados del escenario se reflejaban en pantallas LED las postales de la noche de la mítica Ivete.

El ritmo y la energía se condensaban de nuevo en uno de los más grandes hits de la brasileña: “Pereré”, una perfecta combinación de baile, brillo, música y alegría carnavalesca.

“¡Quiero escuchar a todos!”, alertaba la cantante, mientras el repertorio incluía “Caníbal” con la misma temática de luces, colores y fiesta coreográfica.

En una propuesta más electrónica, iniciaba “Berimbau Metalizado”, con una puesta que incluyó a uno de sus bailarines haciendo piruetas en el escenario.

Con el mismo entusiasmo del público, la brasileña presentó canciones como “Poeira” –acompañada en los coros por el caluroso público–, “Não quero dinheiro” –con cierta potencia funky–, y “Alabou”, que inundó al Jockey Club con su ritmo contagioso, mientras Ivete tomaba y besaba una bandera paraguaya acercada por sus fans.

La brasileña recorría la pasarela que daba continuidad al escenario, mientras sus fans disfrutaban del brillo del espectáculo. El público estaba compuesto por paraguayos de todo el país, así como argentinos y brasileños que aprovecharon la oportunidad para verla en vivo.

Era momento de otro hit: “Festa”, canción seleccionada en 2002 como himno del pentacampeonato de la selección brasileña de fútbol; sin dudas, otra de las grandes pasiones de aquel lado del mundo. “Asunción, Paraguay”, mencionaba en la letra. “¡Qué lindo! ¡Qué precioso! ¡Gracias!”, acotaba.

La interacción con su público seguía, mientras aseguraba: “De aquí es tan lindo mirarlos cantar, bailar mis canciones… ¿Todos los años voy a volver aquí? Si ustedes quieren, nosotros también”. Los gritos y aplausos del público respondían la premisa. De pronto, en un ataque de incipiente narcisismo, la diva preguntó a sus fans: “¿Soy guapa? ¿Soy linda? ¿Maravillosa?”. Las respuestas no se hicieron esperar.

Dedicado a sus fans, la brasileña entregó “Eva”, aquella canción escrita por Umberto Tozzi y Giancarlo Bigazzi, grabada alguna vez por Banda Eva, su anterior agrupación.

Con armoniosos arreglos de viento, Sangalo entregó deliciosas versiones de “Beleza rara”, “Qui Belê” y “Base do beijo”. El público la acompañaba en cada canción, lo cual sorprendió a la artista. “Solo una cosa puedo decir: ¡Rohayhu!”, exclamó.

Otro instante de la noche inmortalizado fue una encantadora versión de “Corazón partío”, canción que alguna vez grabó –mano a mano– junto a su autor, el español Alejandro Sanz, de quien se declaró amiga y fan. (Además, claro, de confesar que le gusta). Con un interesante arreglo instrumental y coral, la brasileña brindó una versión fresca que fue acompañada por las miles de voces presentes.

Con éxitos como “Levada louca” –que incluyó un solo de percusión– y “Empurra empurra”, la reina brasileña ofrecía un show que mantenía el clima de alegría y sorpresa en perfecto equilibrio.

A eso, pronto se le sumaba lo mejor del romanticismo: sus populares baladas “Se fosse fácil falar de você” –coreada en su totalidad– y “Se eu nao te amasse tanto assim”, esta última dedicada especialmente a Andrea y Fabrizio, dos fans locales que se conocieron en un concierto suyo en Brasil, que sellaron su amor en matrimonio y hoy viven en Paraguay. “Para ellos y sus hijos; que cada día se pidan casamiento”, sentenció.

Su dulce y delicada voz se lucía de nuevo con “Quando a chuva pasar”, que recibió al unísono los gritos que clamaban “¡Ivete, Ivete!”.

El momento más emotivo de la noche llegó cuando Ivete habló de una canción paraguaya que le cantaba su madre, entre juegos, cuando era niña: “Recuerdos de Ypacaraí”.

Emocionada, entonó los primeros versos, con la ayuda de sus seguidores y una leve instrumentación. “¿Dónde estás ahora, kuñatai?”, cantaba. “Me la cantaba mi madre”, recordó de nuevo, mirando al cielo y entre lágrimas, como invocando a su querida madre. Aseguró, entonces, que esa noche ella estaba presente.

Tras los minutos de emoción, la brasileña volvió a la fiesta: entre bailes y rítmicos arreglos de cuerdas, sonaban canciones como “A Galera”.

La fiesta seguía con un juego de danza interactiva, donde la artista –junto a su cuerpo de baile– pedía al público repetir los movimientos –hacia la izquierda y después la derecha, una y otra vez–, siguiendo el ritmo cuya letra improvisada incluía “Ay, Paraguay”.

La cantante –que cumplirá 40 años el próximo 27 de mayo– lograba interactuar con miles de personas, haciéndolos bailar con las coreografías propuestas por ella misma. Tampoco faltó una versión de Lambada, que convirtió el concierto en una gran pista de baile.

Acostumbrada a llenar estadios y a seducir a las masas, la brasileña aumentaba la euforia de sus fans, yendo hasta cada extremo del escenario, para saludar y tomarse fotografías con el celular de un camarógrafo de su equipo.

La fiesta brasileña seguía con éxitos como “For do reggae”, “Tá tudo bem (Liga Pra Mim)” y “Arerê”.

“¿Les gusta el show? Estoy tan feliz…”, aseguró y propuso un compromiso: “Hagamos un pacto de amor. Cuando llegué a Paraguay, sus ojos estaban en la arena… Gracias por todo Paraguay, gracias brasileños, gracias a cada uno de ustedes”, repetía. En ese momento, la cantante ubicada en el hall de las mayores artistas de la música brasileña agradeció al productor del show y a integrantes de la productora Garzia Group, Nicolás Garzia y Marcelo Antúnez. “Los agradezco por esta noche muy especial”, repitió, nuevamente emocionada por la respuesta de los paraguayos.

La diversión, la fiesta y emoción llegaba a su fin, mientras la carismática cantante seguía en perfecta sintonía con el espectáculo que superaba las dos horas de show.

Eran las 00:55, y el encuentro musical cerraba su ciclo. Entre agradecimientos, besos y una marcada emoción, lvete Sangalo despedía una noche en la que descubrió, por vez primera en nuestro país, que el espíritu de su música no conoce de fronteras. Que el brillo, despliegue y color de su arte es una marca registrada que amerita un segundo, tercer y otros muchos reencuentros.

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