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Con más de 14 millones de discos vendidos alrededor del mundo, interminables giras y reconocimientos en sus prolíficos 18 años de carrera, la banda de rock estadounidense Garbage fue cabeza de la segunda noche del Asunción Rock Festival, evento que tuvo en su primera cita a la popular banda de rock Evanescence, el pasado 19 de octubre.
La banda de rock paraguaya Salamandra, conformada por Javier Zacher (guitarra y voz), Celso Galeano (bajo), Willy Chávez (guitarra) y José Gaona (batería), fue la primera en subir al escenario del Centro de Convenciones de la Conmebol, pasadas las 20:30.
La agrupación –que también hizo lo suyo en la previa de Guns N’ Roses, en octubre del año pasado– hizo valer, una vez más, los 12 años recorriendo escenarios. Canciones como “Todo en tu cabeza”, “Suéltame tierra”, “Disomnilan”, “Hay un lugar” y “Finnito” defendieron esa virtud de escribir canciones y plantarlas en un escenario con la misma frescura que los mantiene en popularidad.
Pocos minutos antes de las 22:00, la señal era clara: entre el humo y las luces, aparecían en el escenario los guitarristas Steve Marker y Duke Erikson, el baterista y talentoso productor Butch Vig y, finalmente, la vocalista Shirley Manson, con la bandera paraguaya en las manos. La euforia no tardó en desatarse cuando, al ritmo de “Supervixen”, los músicos empezaron el que será recordado como su primer recital en el país.
La paranoia de los fans –palabra, esta vez, nunca mejor aplicada– se incrementaba desde los primeros acordes de “I Think I'm Paranoid”, recordado como exitoso single del segundo álbum de la banda, “Version 2.0”, editado en 1998. La bandera paraguaya ya reposaba junto al micrófono, mientras una sexy Shirley Manson recorría el escenario y saludaba a su público. No perdió el tiempo, y empezó a saludar, en castellano: “¡Hola, Asunción”.
El rapeado de “Shut Your Mouth” seguía encendiendo a sus fans, mientras la carismática vocalista todavía se desplazaba de un extremo a otro. Una frase en guaraní fue clave para alborotar a los paraguayos: “¡Aguije, Asunción!”. “No hablo español, pero quiero que entiendan que estoy muy feliz de estar en Paraguay”, dijo después, ya en inglés.
La potencia de la banda no dejaba de hacerse presente con la fuerza del sonido, acompañado de una acústica admirable y la cercanía de un público que disfrutaba de la agrupación en total cercanía… y casi complicidad.
Por entonces era momento de “Why Do You Love Me”, y Manson volvía a reafirmar su condición de virtuosa 'frontman', una verdadera hija prodigio del rock.
Una voz sexy que destila femineidad seguía con “Queer”, con interesantes arreglos de bajo y batería. Sacada del baúl de los recuerdos, la canción había sido grabada para el primer álbum homónimo de la banda. Los aplausos acompañaban el tema, a la par de la furia de la batería del virtuoso Vig.
Con palmas y saltos desde su mismo inicio, los fans seguían el ritmo de otro de los primeros hits de la banda: una casi pop “Stupid Girl”. La cantante agradecía en inglés, no sin antes dejar escapar una dulce frase en guaraní, celebrada por los fans: “¡Che ra’a!”.
Dando vueltas por el escenario, siempre a un ritmo vertiginoso, Manson encendía la noche con la rítmica “Metal Heart”. Y no tardó en hablar, una vez más, con su público. “Son muy exóticos (…) ¡Están locos!”, dijo la vocalista, mientras aseguraba su encanto con el país y su gente.
La locura era amplia. Entre el desenfreno de los músicos, el carisma y virtuosismo de la cantante, sumados a la excitación y cercanía de los fans, lo de Garbage fue una noche como pocas.
Con “Control”, Shirley Manson hacía caras, posaba y saludaba a sus fans, al igual que con “Automatic Systematic Habit”, ambos del más reciente álbum de la banda, “Not Your Kind Of People” (2012).
Manson posaba de nuevo, ponía las manos en la cintura y, con cara cómplice, no dudaba en bailar de manera sensual. La fuerza del bajo se hacía presente, y seguía con la siguiente canción, “#1 crush”, canción que formó parte de la banda sonora de la versión del clásico de Shakespeare, “Romeo y Julieta”, del director Baz Luhrman. Los solos de guitarra, allí, aportaban su encanto.
El momento ameritó un “Olé, olé, olé, olé… ¡Garbage, Garbage!”, respondido por la cantante con un “Olé, olé, olé, olé… ¡Paraguay, Paraguay!”.
Ampliamente coreada, era el momento de otro hit: el exitoso “Cherry Lips (Go Baby Go!)”.
Con la furia de las guitarras, los coros seguían con la enérgica “Blood For Poppies”, para dar lugar a la presentación de los músicos, no sin antes agradecer “al grupo que tocó antes”. Y, nuevamente, agradeció a su público, esta vez con la frase ampliada: “¡Aguije, chera’a! ¿Chera’a?”, preguntó una vez, para repetirlo después una y otra vez.
“Gracias por su pasión, por su locura… ¡Muchas gracias! ¡Los quiero!”, decía Manson, visiblemente emocionada por el recibimiento de su público.
La altamente bailable “Special” convirtió a la noche en una verdadera fiesta, a la que siguió “The World Is Not Enough”, con un clima más acústico y una atmósfera casi filosófica.
Pero no tardó para que el rock vuelva a hacer de las suyas: con “Man on a Wire”, la banda de talentosos prosiguió con una cátedra que mantuvo a las más de 2.000 personas en un clima de absoluta conexión.
Entre gritos y aplausos, proseguía “Push It”, que dio lugar a pogos y desenfrenos entre los fans. Los solos de Marker y Erikson volvían a hacer de las suyas.
La seducción entre Manson y los paraguayos todavía subía al ritmo de la seductora “Only Happy When It Rains”. La cantante se movía, bailaba y su público no dejaba de cantar y aclamar, siempre con pasión.
La propuesta se alimentaba con “Vow”, una fusión de ritmos que mantuvo la fuerza de la noche. Manson sonreía y tiraba besos, mientras sus fans respondían con palmas. “¡Muchas gracias, Paraguay”, agradecía la vocalista, mientras se retiraba del escenario con sus músicos.
Con las luces bajas, los gritos de “Olé, olé, olé…” no tardaron en hacerse sentir, logrando, por supuesto, el regreso de la agrupación. “¡Muchas gracias!”, dijo de nuevo la cantante.
Fue entonces cuando la escocesa tomó un cartel de entre la gente y empezó a regalar una bella versión a capella de “Tell Me Where it Hurts”, acompañada por la mitad restante junto a la banda, mientras bromeaba con sus músicos. “¿Empecé en el tono equivocado?”, preguntó a uno de ellos, entre risas.
Ya en tono de despedida, entregaban una versión de “Bad Boyfriend”, canción que habla sobre una relación entre una chica y un chico que no la amaba de verdad.
“La siguiente canción es nuestra canción favorita del nuevo disco”, aseguró Shirley, al presentar “The One”. Al finalizar, la cantante lanzó una carcajada en el micrófono, dejando notar que era el momento del final… al que nadie quería llegar.
De pronto era el momento de “You Look So Fine”, otro clásico de la banda desde sus primeros tiempos. Siempre gestual, siempre robándose el protagonismo de la noche, Shirley Manson derrochaba carisma, sensualidad y una voz irreprochable en una banda de talentos.
Eran las 23:40 cuando, entre aplausos y gritos, los Garbage despedían a un público que los descubría por primera vez en vivo –y en clima casi intimista– con la sensación de haber vivido una de las mejores cátedras de rock del año que termina.