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Ni armas, ni rosas. Ni democracia, ni China. Guns N Roses lleva la historia del mejor rock en sus venas.
Durante más de dos meses, desde el anuncio del concierto a principios de agosto de la mano de la productora Garzia Group y de la firma de telefonía Personal hasta la noche del 15 de octubre, la expectativa y la ansiedad por el concierto del grupo liderado por el polémico cantante Axl Rose creció día a día y cada vez más a medida que la fecha programada se acercaba.
Las entradas se vendían a un ritmo frenético, y en cantidades que causaban perplejidad. Con certeza, ayudó el hecho de que las entradas podían conseguirse en combos con descuento, junto a las de otro concierto inédito en el país: el de los estadounidenses Aerosmith, a celebrarse el 25 de octubre.
Los concursos que se organizaban por entradas gratis recibían avalanchas de participantes. Entre ellos, las entradas exclusivas que sorteó ABC Digital para sus lectores.
Este año vio un gran número de conciertos de artistas que por primera vez pisaban Paraguay: la cantante colombiana Shakira rompió récords en marzo, el grupo norteamericano Deftones estremeció el Jockey Club de Asunción en abril, la estadounidense Miley Cyrus trajo rock y pop en mayo, Limp Bizkit sacudió miles de cabezas en julio. Todos estos recitales levantaron su cuota de expectativa y emoción.
El momento demostró el poder de la banda, que supo ser desde mediados de los 80s un supremo referente del hard rock. La gente acompañaba a Axl Rose, gritando a todo pulmón, la letra de una de las principales canciones de su historia.
Un breve solo de bajo de Stinson siguió, y luego de este vino un similarmente corto versionado de la canción de Pink Floyd "Another brick in the wall", con un Axl Rose intimista ejecutando el piano. Mientras, una luna borrosa veía desde lejos el desvelo de rock que vivía Asunción.
"November Rain" causó un delirio masivo en el Jockey Club, con Axl aún en el piano y sus músicos acompañando la balada con la potencia, energía y actitud que los caracterizó toda la noche.
Después le llegó el turno solista a "Bumblefoot" Thal, fiel a su estilo poco convencional, quien unió su cuota de rock con el tema principal de la recordada serie animada "La Pantera Rosa".
Pasando de nuevo al lado lento de su música, Rose y sus amigos iniciaron, ante la algarabía del público, la interpretación de su enormemente popular balada "Don't cry". Una potente introducción de Thal inició la canción que fue coreada. Otro de los momentos cumbre de la noche siguió con la canción "Knockin' on Heaven's Door" aquella versión del tema escrito por el mítico Bob Dylan, que el público acompañó cantando en su totalidad.
La siguiente canción, "Nightrain", trajo consigo también otros momentos destacados de la velada: primero, Axl Rose apareció en el escenario con una camiseta de la selección paraguaya de fútbol en una mano. El artista hizo revolear la casaca albirroja durante gran parte de la canción. Pero el protagonismo lo robó, por enésima vez en la noche, DJ Ashba, quien hizo lo impensado y descendió del escenario para ir al nivel donde se hallaban los fans. Tras finalizar la canción, Ashba reapareció en el escenario con la camisa desprendida y visiblemente desarreglado.
Repentinamente, el Jockey Club se sumió en la oscuridad y los integrantes de la banda (excepto el baterista, Ferrer), desaparecieron. Pasado poco más de un minuto, sin embargo, Thal reapareció, y luego los demás miembros de Guns N' Roses, con un Axl con sombrero, chaqueta, camiseta y pantalones nuevos.
"Madagascar" fue la canción que marcó el regreso del grupo al escenario, siempre con la misma energía de que Axl y los suyos hicieron gala desde el mismo inicio del show.
Impresionantes juegos de luces aumentados por el humo dieron un marco fantástico al show. Ashba y Thal aprovecharon la ocasión para exhibirse, tocando al mismo tiempo con ropa interior femenina arrojada al escenario colgando de sus guitarras.
"¡Gracias, Paraguay!", exclamó Rose antes de iniciar su homenaje de la noche al legendario grupo australiano AC/DC con un "cover" de su canción "Whole Lotta Rosie", lleno de energía y que hizo saltar al público.
Richard Fortus pasó al frente para un breve solo que, para el éxtasis del público, se convirtió en la introducción de la muy reclamada "Paradise City", acompañado de un espectáculo de fuegos artificales y luces de todos los colores, además de un apasionado acompañamiento vocal de las decenas de miles de personas presentes. El Jockey Club se hallaba sumergido en una apoteosis, con confeti rojo saliendo disparado desde el escenario y hacia el público, la música en un extenso crescendo final y el emblemático vocalista del grupo corriendo de un lado a otro del escenario, como si no hubiera pasado las últimas dos horas moviéndose sin parar.
Axl Rose puso un explosivo final a la canción arrojando su micrófono hacia el público que, para envidia de muchos e infinita alegría de un grupo de amigos, fue tomado por un fanático, terminando así su primer concierto en Paraguay.
Las pantallas gigantes se convirtieron en gigantescas banderas paraguayas electrónicas, mientras Axl dedicaba unas últimas palabras a un público que presenció algo histórico.
"¡Muchas gracias!", gritó Axl a la emocionada audiencia, asegurándoles que para ellos fue una noche muy divertida y que "fue un gran show, y eso fue gracias a ustedes".
Fiel a su estilo, el vocalista rodeado de sus grandes músicos se despidió gritando "¡Buenas fucking noches!". Eran las 2:50, y el show había terminado.
Un Axl con más años, más vida, más kilos pero ya hecho leyenda, hizo historia en Asunción.