Retrospectiva: “Misión Imposible” (1996)

El filme que inició la saga de espionaje de Tom Cruise fue un buen intento de humanizar la figura del espía cinematográfico, alejándolo del estilo más fantasioso de James Bond.

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Después de haber dominado el mundo del cine por décadas con su combinación de supervillanos peculiares, artilugios fantásticos, autos armados hasta los dientes y clásica distinción británica, la saga James Bond se halló, al principio de los '90, en una especie de limbo que dejó el subgénero del espionaje cinematográfico sin su principal exponente por algunos años.

Fue inmediatamente después de esta sequía de 007 - que acabaría en 1995 con GoldenEye - que Brian De Palma, ya por entonces un respetado cineasta con éxitos de la talla de CarrieScarfaceLos Intocables y Carlito's Way en su filmografía, se puso a adaptar la clásica serie televisiva Misión Imposible al cine, en un filme que a primera vista es bastante similar a las películas de Bond – con superespías muy bien vestidos, mujeres hermosas, bombas y armas disfrazadas de objetos cotidianos y situaciones imposibles –, pero en realidad es muy distinto a lo que Connery, Lazenby, Moore y Dalton protagonizaron hasta ese entonces.

La principal diferencia es que, principalmente en esta primera entrega, el espía protagonista Ethan Hunt (Tom Cruise) está relativamente más cerca de ser un humano realista. Sigue siendo enormemente habilidoso e ingenioso, y casi sobrenaturalmente suertudo en situaciones que en la vida real matarían a cualquiera, pero siempre mantiene un aire de vulnerabilidad de la que los superespías al estilo Bond generalmente carecían.

La película comienza con una operación en Praga que tiene como objetivo recuperar un disco con una lista de todos los agentes de los Estados Unidos infiltrados en organizaciones terroristas, que un traidor intenta vender al mejor postor. El veterano Jim Phelps (Jon Voight) dirige un equipo encabezado por Hunt y varios otros agentes de la ultrasecreta IMF.

Por supuesto, la misión acaba en un resonante fracaso y casi todo el equipo es aniquilado; solo Hunt y la esposa de Phelps, Claire (Emmanuelle Béarts) escapan con vida. Evidentemente el equipo fue traicionado, pero la IMF acaba convencida de que el traidor es el propio Hunt, lo que lo obliga a huir y ensamblar un nuevo equipo clandestino para intentar limpiar su nombre y encontrar al verdadero responsable de la muerte de sus amigos.

El filme lleva al espectador de la mano, de forma no muy delicada, por un argumento quizá innecesariamente enrevesado, pero que en realidad no es más que una excusa, una estructura en la cual colgar los grandes momentos de acción y suspenso por los cuales el filme claramente vive y respira.

Y es por estas escenas que el filme sobrevive y prospera. Con la firme y experta mano de De Palma guiando los acontecimientos, la película salta ágilmente entre suspenso y tensión, como en la secuencia inicial en Praga y el momento más famoso del filme, en el que Hunt debe infiltrarse en una habitación sin tocar el suelo, elevar la temperatura ambiente o hacer ruido; y acción frenética y vistosa, como el segundo momento más famoso de la película, el clímax en un tren de alta velocidad. Tanto los momentos de acción como los de suspenso son ingeniosos e inventivos, y cumplen a cabalidad con el objetivo de tener al espectador al borde de su asiento.

Hunt, a diferencia de James Bond, funciona mejor acompañado, y las películas de la saga siempre funcionaron mejor cuando el siempre carismático Cruise tenía un buen elenco a su alrededor. Esto, que ahora ya reconocemos como uno de los pilares clave de la saga, ya era evidentemente cierto en la primera entrega, con un entretenido Ving Rhames y un amenazante Jean Reno completando el equipo clandestino de Ethan. La primera Misión Imposible tiene también la que probablemente es una de las pocas figuras villanas interesantes de la saga en Max, una traficante de armas internacional interpretada por una Vanessa Redgrave que claramente disfrutaba la oportunidad de encarnar a lo más cercano que tiene la película a un villano clásico de James Bond.

Con elementos como la tecnología actualmente obsoleta jugando un papel tan importante en la trama – la cantidad de diskettes relevantes en la trama y el uso prominente de una aún rudimentaria Internet –, sin mencionar algunos efectos especiales no del todo creíbles, ciertamente hacen que el filme no sea atemporal, pero la calidad y constancia de la acción hace que Misión Imposible siga siendo un gran filme de espionaje, y una interesante alternativa a la por entonces más fantasiosa saga Bond.

Las recientes entregas de la saga tomaron mucho de lo que esta primera entrega hizo bien y lo pulieron para engendrar secuelas muy buenas, pero para llegar a eso, la saga primero tendría que descender dramáticamente en calidad...

Mañana: Misión Imposible II (2000)

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