“Es una historia de encierros, en un país cuya sociedad quiere ser la misma que hace 50 años. Es como una gran prisión, donde en la cárcel verdadera se puede respirar más libertad que en casa”, explicó Martinessi, tras el pase previo para los medios del festival berlinés.
Entre la denuncia política y la de la doble opresión que puede sufrir una pareja de lesbianas –por mujeres y por homosexuales–, Las Herederas sacudió la segunda jornada de la Berlinale, donde Martinessi compartió la sección a competición con Damsel, un western interpretado por la superestrella Robert Pattinson.
La historia que refleja Martinessi es la de una emancipación, la de una mujer llamada Chela (Ana Brun), quien tras años formando pareja con Chiquita (Margarita Irún) descubre que hay vida más allá de los muros de su casa venida abajo, lo mismo que su compañera descubrirá que en la cárcel se respira aire más libre.
Discurre en un Paraguay “prisionero del inmovilismo”, en palabras del realizador; un país “en deuda con la mujer”, agregó una de sus actrices, Ana Ivanova, donde se condena a esta a vivir “bajo una violencia invisible del silencio”, en una sociedad “militarizada por el hombre”.
Frases como puños, las de Ivanova, quien en el filme interpreta a la joven y atractiva hija de una de las “señoronas” de las que Chela se convierte en taxista oficiosa para transportarlas a su partida semanal de canasta.
Mientras Ivanova –Angy, en el filme– expresaba así su denuncia del inmovilismo, Ana Brun lo trasladaba al sentimiento y las lágrimas, al recordar sobre el papel que interprera: “muy parecido a lo que sido mi propia vida”.
Chela dejará de ser la mujer madura que no sale de casa sin su dominante compañera para colocarse al volante de un viejo Mercedes y ponerse al servicio de inefables señoras, como su vecina Pituca o la sensual Angy.
La homosexualidad, la ruina de dos mujeres obligadas a vender pieza a pieza todo lo que heredaron, desde la cubertería de plata a la mesa sobre la que comen, y la “violencia silenciosa” de las sociedades cerradas son los temas del filme.
“Es un camino duro hecho de sutilezas, donde la mujer está obligada a callar por mujer, por sola o porque se le pasó la edad”, siguió Inanova, junto a la emocionada Brun y la tercera y combativa compañera de rodaje, Irún, quien recordó que el Parlamento de su país acababa de rechazar una Ley de Género.
A ritmo de bolero recorre Las Herederas la sociedad clasista e inmovilista de Chela, finalmente algo menos “señorona” que otras de las mujeres a las que transporta en el viejo coche, el vehículo que acabará marcando su emancipación.
“Paraguay es un país bastante invisible en el cine. Espero que esta película sea su disparadero”, apuntó Martinessi, cuya película es una coproducción con participación múltiple –Uruguay, Brasil, Francia, Noruega y Alemania, además de Paraguay–, con aporte también del programa de ayudas de la Berlinale a las cinematografías periféricas.
Su película fue la primera representante procedente de América Latina en la competición de la 68ª edición de la Berlinale, cuya sección oficial incluye 19 aspirantes al Oso de festival, que repartirá el próximo día 24 el jurado internacional presidido por el director alemán Tom Tykwer.
La otra representante latinoamericana a concurso es Museo, dirigida por el mexicano Alonso Ruizpalacios e interpretada por su compatriota Gael García Bernal. Será la segunda vez que ese cineasta visita la Berlinale, donde en 2014 presentó su debut como director, Güeros, ganadora en esa edición del premio a la mejor ópera prima.