En una entrevista con Efe, el cineasta reconoce que ese premio “cambia cosas”, si bien admite desconocer aún cuáles son esas transformaciones concretas.
Invitado de honor en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Bruselas, que se celebra del 3 al 15 de abril, el realizador asegura, que el Óscar a la mejor dirección y el premio del Sindicato de Directores (DGA, por sus siglas en inglés) significaron que “la sociedad secreta de alquimistas que es la dirección entendió lo que estaba haciendo” en sus cintas. Aun así, afirma que en su “día a día” ha permanecido “al margen del negocio” cinematográfico desde la gala de los galardones más codiciados del séptimo arte, con la excepción del acuerdo cerrado con la distribuidora de su aplaudido último trabajo, Fox Searchlight, que financiará y distribuirá sus filmes de acción real.
“He ido a festivales o a mi ciudad natal y dado clases a estudiantes. Estoy intentando no empezar a implicarme en muchos acuerdos o planes”, comenta. De hecho, resalta que para preparar sus películas sigue teniéndose solo a sí mismo como compañero.
Conocido por su universo repleto de seres fantásticos, del Toro pone el acento sobre la importancia de la narración y los mitos. “Por lo que sabemos, somos el único animal que cuenta historias”, recalca, para a continuación precisar que esos relatos se encuentran en la televisión, las películas, los videojuegos, las novelas e incluso las redes sociales, estas últimas “un dispositivo narrativo” donde sus historias se dan por válidas “casi sin cuestionarlas”.
El cineasta destaca que una gran parte de las narraciones incluyen componentes mitológicos, ya sean los superhéroes, los dioses griegos clásicos o los actores y cantantes. “Todo el mundo es humano, pero el modo en que admiramos a las estrellas es convirtiéndolas en míticas, así que siempre está el mito, el mito es relevante. Necesitamos buenos y malos tipos, que son fabricaciones porque al final del día simplemente no nos entendemos demasiado bien”, señala.
Durante la pasada temporada de galardones, el director subrayó su origen mexicano al recoger el premio de la Academia, si bien hace años que no rueda en su país, donde su padre fue secuestrado en 1997 y liberado tras permanecer 72 días en cautiverio. “Como director, tras el secuestro de mi padre, fue muy necesario para mí viajar y estar exiliado mientras las cosas se arreglaban, pero nunca se resolvieron, así que he sido muy prudente, pero también he estado ansioso por volver a México como director y pasará. No sé cuándo, pero pasará”, explica.
E incluso cuando no filma en México, asegura que su punto de vista en las películas que dirige es “ineludiblemente mexicano” y aporta “un conjunto diferente de instintos” de aquellos que proceden de otros países.
En pleno debate sobre la diversidad en el séptimo arte, del Toro considera que la industria ha avanzado en los últimos dos años porque se ha concienciado al respecto. “Hay definitivamente un pasado que creo no se repetirá ya. No creo que las mayores barreras que existieron vayan a ser promulgadas con impunidad nunca más, así que eso es un gran cambio”, declara, convencido de que la diversidad real se produce cuando existe la igualdad de condiciones.
En ese sentido, pone como ejemplo el papel de Javier Bardem en No Country for Old Men, al que podría haber dado vida, dice, un actor ruso o alemán, pero que quedó en manos del español.
Preguntado por la decisión del festival de Cannes de no exhibir en competición películas de Netflix porque no se proyectan en salas francesas y la consiguiente decisión de la empresa de retirar todos sus filmes de cualquier sección del certamen, del Toro lo califica de “impás muy desafortunado”.
Aunque admite no haber decidido todavía su próximo trabajo como director, reconoce que tiene “un gran proyecto, un proyecto pequeño un proyecto raro y otro más raro”, pero insiste en que desconoce cuál se materializará.