La vida después de las rejas

¿Qué le espera a un exconvicto después de cumplir su pena carcelaria? Obtener un medio para ganarse la vida es prioridad, pero es lo más difícil del mundo cuando en los registros judiciales figura la inscripción: "Con antecedentes".

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Sobrepasar las barreras de la ley. Ir a parar a la cárcel. Cumplir una condena. Quedar en libertad. Comenzar, o tratar de comenzar, una nueva vida. Superar ese encierro, que no solo es de barrotes de hierro, sino de prejuicios, de temores y estereotipos, de negación de oportunidades. Esos son los pasos por los que atraviesa una persona desde que ingresa a una prisión paraguaya hasta que, si tiene la fortuna, logra su libertad.

Ser libre después de años puede ser lo más feliz que le pueda pasar a un ser humano. Sin embargo, después de disfrutar de ese alivio inicial, viene la gran pregunta. ¿Qué futuro laboral hay más allá de los barrotes de hierro del penal?

Teniendo antecedentes judiciales, se hace una tarea casi imposible obtener algún contrato laboral.

La reinserción laboral es un tema bastante hablado, sin embargo, sigue siendo una problemática tan vigente como preocupante.

La Penitenciaría de Tacumbú tiene capacidad para alrededor de 1687 presos, y hoy están en recluidos 3930, según datos proporcionados por Julio Barreto, director del Penal.

No hay necesidad de explicar que esta escandalosa superpoblación hace que miles de reos se encuentren hacinados en los pasillos, sin una cama digna para dormir, sin un sitio adecuado para higienizarse, sin el derecho a vivir como seres humanos.

Pensar en la cárcel es pensar en esta realidad calamitosa e indeseable. Pero, en medio de lo que muchos definen como una pesadilla, hay un hueco de esperanza.

El Programa de Transformación Integral, más conocido simplemente como Pabellón Libertad, es un sistema que se dedica a rehabilitar a reclusos y cambiar su vida, siempre y cuando ellos decidan a dejar atrás los malos hábitos y llevar un comportamiento disciplinado. Los presos seleccionados, acceden a una vida digna dentro de este pabellón. Pueden preparar su propia comida, capacitarse para trabajar y ganar dinero dentro del penal, dedicándose a la artesanía en cuero u otros oficios. Incluso, muchos son los que culminan sus estudios de bachillerato dentro de la cárcel, gracias a un trabajo conjunto que realiza el programa Libertad con el Ministerio de Educación y Cultura.

Actualmente, 530 internos del penal son beneficiarios de este programa y, aunque la libertad no tiene precio, tienen un diario vivir tranquilo, completamente aislados de las drogas, riñas violentas y muertes que se dan a diario en los pabellones comunes de la cárcel.

Cuando el equipo de ABC Color ingresa al Penal de Tacumbú, el director. Luis Barreto nos cuenta que esa misma madrugada había muerto un recluso. Peleó con su compañero de celda y este lo acuchilló.

Este sangriento asesinato, es solo uno más que se suma a las estadísticas que figuran en los registros del Penal.

Por si faltara una prueba, incluso nosotros, mientras ingresábamos, presenciamos un fuerte altercado entre dos reos. ¿El motivo? Podría ser cualquier cosa. El intenso calor, el encierro, la bronca, el abandono... “¡Tranquilos nomás, periodistas! ¡Una pelea de pareja nomás es!”, nos grita un reo desde un rincón, riendo a carcajadas. Para él es algo demasiado normal.

Una vez en el Pabellón Libertad, nos recibe el pastor-director del Programa, Ignacio Chamorro (39).

Ahí donde lo vemos, como una autoridad respetada por todos los internos, Ignacio guarda una historia muy similar a la de cualquier otro recluso. Y es que él, también pasó por la cárcel.

De muy joven, Ignacio tenía la ilusión de ser futbolista. Comenzó a practicar en el Club General Díaz, pero en el camino a lograr su sueño, se entretuvo aparecieron "el alcohol y los malos amigos", recuerda. Antes de darse cuenta, empezó a delinquir.

Se involucró en una banda delincuencial que retiraba mercaderías pagando sumas irrisorias, con la complicidad de algunos cajeros. Lo descubrieron y apresaron en 1996. Con una estrategia jurídica de su abogado, logró salir rápidamente en libertad. Pero el destino ya le tenía preparada una jugada que no se esperaba. A los 20 días de estar fuera de la cárcel, matan en un asalto al dueño del supermercado donde él delinquía.

Debido a su antecedente, lo involucraron recibió una condena de 8 años.

Lo perdió todo. Su esposa se llevó a sus hijas a otro país.

Hizo lo único que le quedaba antes de derrumbarse: se metió de lleno en la iglesia.

Al volver de las reuniones, sus pertenencias eran robadas diariamente.

Fue entonces cuando él y otros reclusos comenzaron a soñar con un espacio diferente para vivir dignamente. Así nació el proyecto del Pabellón Libertad.

Hoy, es todo un sistema que se administra bajo una visión empresarial, y abarca numerosas facetas para garantizar que el recluso no tenga ningún minuto de ocio. Las necesidades educativas, recreativas, laborales y familiares son cubiertas, y tan solo este año, unos 40 internos terminaron la educación secundaria dentro del programa.

La educación está garantizada ara los miembros del programa gracias a que en el pabellón está instalada una oficina para el MEC, que trae su equipo de docentes y enseña a los internos. El equipo de trabajo del pastor Chamorro se encargó de montar aulas, sillas, pizarras y todos los implementos básicos para desarrollar las clases.

También realizan capacitación técnica, de la mano de organizaciones como el SNPP, el Sistema Nacional de Formación y Capacitación Laboral (Sinafocal).

Mientras el director del programa nos menciona todos estos avances, la gran pregunta que nos hacemos es. ¿De dónde obtienen los recursos?

Lo primero que nos aclara Ignacio Chamorro es que el programa no obtiene ningún aporte estatal. “No estamos colgados por el saco del estado”.

Los ingresos del programa se basan en la autogestión. “Tenemos un autoservicio completamente equipado donde comercializamos productos con muy buenos precios. Eso nos deja un promedio de 12 millones mensuales. Además, alquilamos mesas y sillas para las visitas, hacemos de todo", cuenta.

Pero la principal inyección financiera viene de la comunidad menonita, quien, según contó Ignacio, lleva más de 30 años contribuyendo con causas sociales en Paraguay.

Ignacio obtuvo su libertad condicional en noviembre de 2001, tras pasar poco más de cinco años en prisión. Si bien ya venía trabajando de lleno para el programa, recién en ese momento le propusieron dirigir, y aceptó. Estudió administración de empresas, y hoy, su trabajo como director obtiene un salario que le permite vivir dignamente.

El hoy pastor, cierra la charla con ABC Color con un mensaje. Para él, la clave de la rehabilitación del expresidiario, así como de su reinserción tanto social como laboral, está en el trato digno. "No podés pretender que un ser humano salga de la cárcel siendo una mejor persona si está expuesto a drogas, armas. En el Pabellón Libertad, no permitimos que ningún recluso duerma en el piso. La clave está en invertir tiempo en trabajo y disciplina. Todos nos merecemos una vida digna".

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