Hubo casi 90 mujeres asesinadas en cuatro años

De las 86 mujeres asesinadas entre 2011 y 2015 en Paraguay en situaciones de violencia doméstica, 66 fueron ultimadas a manos de sus concubinos, esposos o exconcubinos.

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El feminicidio, un término que salió a la luz nuevamente después del caso de Cinthia Carolina Escobar Almada, no está tipificado como un hecho punible dentro del Código Penal Paraguayo. Ante esta situación, y con el objetivo de darle un marco de legalidad, se le denomina como homicidio doloso en el ámbito de la Ley 1.600/00 "Contra la violencia domestica", en este caso, hacia el sexo femenino. Así lo explica Leticia Bravard Moreno, directora del Observatorio Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana del Ministerio del Interior.

En ese sentido, y para tener números más certeros con relación a lo que feminicidio implica, el Observatorio realizó un trabajo estadístico con respecto a los asesinatos de mujeres dentro de lo que hace al ámbito de la ley contra la violencia doméstica, que enmarcaría lo que es el feminicidio. En ese sentido, los datos recogidos por este organismo indican que, desde 2011 a 2015, se registró el asesinato de 86 mujeres (siempre dentro de lo que es la ley de violencia doméstica), de los cuáles, 66 fueron de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, lo que representa el 76% del total.


“Nuevamente queda en relieve la violencia infligida por parejas o exparejas sentimentales”, señala el informe del Observatorio. El documento muestra además algunas tendencias llamativas con respecto al feminicidio. Por ejemplo, en el año 2012, se tuvo un total de 24 mujeres asesinadas en el marco de la ley de violencia doméstica, mientras que en 2013, los casos bajaron a apenas 5 casos. Sin embargo, para 2014, de nuevo se tuvo un pico muy alto de casos, llegando incluso a 32 mujeres asesinadas. “Resultaría importante investigar las causas de estas tendencias”, señala el informe del observatorio.

En un primer informe desarrollado por este organismo del Ministerio del Interior, se tiene que un total de 359 mujeres fueron asesinadas entre 2010 y mediados de 2015 en Paraguay. De estos casos, finalmente, 86 de estos asesinatos se enmarcan dentro de lo que se definiría como feminicidio, ya que se sucedieron en circunstancias de violencia doméstica.

De enero a agosto de este año, según los datos más actualizados que muestra el observatorio nacional, se registró un total de 11 feminicidios. De esta cantidad, tres mujeres tenían entre 30 y 39 años, dos tenían entre 18 y 29 años, otras tres tenían más de 60 años y una de las víctimas tenía entre 50 y 59 años.

Ante el sufrimiento y los cuerpos de mujeres como Cinthia y Carolina -ambas asesinadas en los últimos días- la sociedad debe movilizarse para exigir políticas públicas que combatan de raíz de la cultura que normaliza la violencia contra las mujeres. Los cuerpos y el sufrimiento de Cinthia y Carolina son la evidencia de un problema muy profundo y de larga data, y se debe exigir a las autoridades políticas públicas eficientes. Sin embargo, para llevar adelante dichas políticas públicas, es necesario que la ciudadanía y sobre todo quienes tienen el poder de diseñarlas e implementarlas acepten y entiendan la raíz del problema.

Y es que la violencia -en sus diferentes tipos- existe en cualquier sociedad con índices más altos o bajos, pero cuando la violencia es de género, es importante entender que existen pensamientos profundamente insertados en el imaginario colectivo de la sociedad, que tiende a normalizar y legitimar esa violencia. El pensamiento machista, patriarcal y feudal es uno de esos elementos, según la doctora Lilian Soto.

Lo cosificación de las mujeres, es decir la mujer como objeto del hombre que puede comprarse y venderse y sobre la cual se puede tener un poder, es una de las principales connotaciones que subyacen en la cultura violenta y a partir de las cuales se producen circunstancias violentas que pueden llegar al feminicidio, afirma Soto, activista por los derechos de la mujer. 

La socialización de las niñas desde pequeñas con las tareas domésticas y el ámbito privado del hogar como algo exclusivo de las mujeres, la enseñanza de la subordinación y obediencia de las mujeres, incluso con supuestos parámetros de “moralidad” y actitudes que debe cumplir para no ser considerada una “mala mujer”, son algunos de los elementos del pensamiento machista y patriarcal que hay que combatir.

Desde el momento que a una niña se le enseña que solamente debe jugar con muñecas o que no puede o no debe jugar con la pelota se está colaborando a sustentar pensamientos machistas, señala la experta. Y todos estos pensamientos deben ser combatidos desde los cuatro ámbitos donde se crean pensamientos y se transmiten ideas: la familia, el sistema educativo, los medios de comunicación y las iglesias. En estos lugares, en diferentes momentos, se transmitieron o se transmiten las ideas equivocadas que han servido de sustento a esa cultura que desemboca en tristes crónicas rojas.

Según Soto, no se puede simplemente esperar a que las cosas cambien en esos espacios. La sociedad, sensibilizada por el sufrimiento de estas dos mujeres, dos más de las cientos que han muerto en los últimos años a manos de su pareja o expareja, debe movilizarse y exigir a las autoridades las medidas de protección eficientes, finaliza. 

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