Un futuro más limpio, ladrillo a ladrillo

Un ambicioso proyecto logró fusionar dos problemas sociales, como el déficit habitacional y la producción de residuos plásticos. Ladrillos hechos con restos de cables, botellas y bolsitas, una respuesta que apunta a una salida alternativa.

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Con el avance de la industria y el comercio, numerosas marcas de bebidas optaron por distribuir sus productos en botellas de plástico y estas ya forman parte de nuestras vidas. Agua, jugos, gaseosas, bebidas energéticas y más, se comercializan solo en recipientes plásticos, pero sabías que estas botellas pueden tardar hasta 500 años, es decir, medio milenio en descomponerse.

Ese elemento fue elegido, junto con similares, como las bolsitas de plástico y fundas de cables, como ingrediente principal para la creación de ladrillos ecológicos, que mezclados con cemento, forman una mezcla más resistente que el ladrillo convencional.

Se trata del proyecto de grado con el cual Carolina Aquino Benítez consiguió su título de arquitecta en el 2008 y ahora forma parte del proyecto “El reciclaje como alternativa tecnológica en la auto-construcción. Ladrillos y placas elaborados con cemento y plástico reciclado para su aplicación en viviendas sociales”, financiado por Conacyt.

La arquitecta Aquino cuenta que para alcanzar el equilibrio perfecto entre plástico, cemento y agua, le tomó todo un año. Ahora esa misma fórmula es utilizada en el nuevo proyecto que tiene como principales focos el reciclado y el abaratamiento de las viviendas sociales.

Deja en claro que no se trata de un descubrimiento suyo, ya que que fórmulas similares son empleadas en Perú y Argentina, pero destaca que su fórmula es propia y la desarrolló con asesoramiento de un ingeniero del Instituto Nacional de Tecnología, Normalización y Metrología (INTN).

Sus primeros ladrillos de plástico y cemento fueron sometidos a pruebas, el resultado fue contundente: una mayor resistencia en comparación al ladrillo cocinado convencional y una menor absorción de humedad, hasta 24,6% menos.

“Nuestro ladrillo está hecho con un proceso ecológico: el plástico se tritura, se mezcla con cemento y agua. Se deja reposar un día para luego ir a una piscina de curado, donde debe permanecer ocho días en proceso de fraguar”, explica. Este tipo de ladrillos alcanza su máxima resistencia a los un mes, pero ya puede ser utilizado en construcciones a los ocho días de su elaboración, día en que alcanza una resistencia del 80%.

Son tres tipos de ladrillos, dependiendo del plástico que se utiliza: PEBD, polietileno de baja densidad, que son las bolsitas; PVC, Policloruro de vinilo, es decir, los cables; y PET, politereftalato, que los las botellas descartables.

Cada ladrillo contiene un kilo de plástico, sea cual sea el tipo. Los materiales reciclados son triturados para que puedan mezclarse a la perfección. El resultado está a la vista, es difícil determinar que son ladrillos cuya base es el plástico.

Desde el punto de vista arquitectónico, estos ladrillos plásticos representan una salida alternativa para la construcción de viviendas sociales, ya que se trata de un material nuevo, con una calidad técnica superior y hasta es más accesible, solo G. 330 cada uno, en comparación al ladrillo común, que tiene un precio promedio de G 470.

“No solo estamos hablando de conveniencia en materia de costo, estamos frente a un material mucho más resistente, con menos absorción de humedad y también es asísmico. Es una nueva alternativa que ayude, sin desmeritar el ladrillo convencional”, resalta la investigadora.

Durante su investigación pudo apreciar que las grandes empresas recicladoras lo que hacen es exportar el plástico como fibra de poliester, “pero todavía como que hay un gran campo en el que el reciclado no entró, como los residuos domiciliarios y de oficina”, acotó.

Toda la materia prima disponible por la abundancia de estos tres elementos en nuestro país hace que un proyecto de esta naturaleza sea altamente efectivo.

El equipo que hizo posible esta investigación lo integran los arquitectos Luis Silvio Ríos, Emma Gil Nessi, Diana Lamas y Sofía Cazal.

Una de las motivaciones del equipo investigador es poder transferir este conocimiento a las familias menos favorecidas. “La idea es ayudar a esas familias, sobre todo a las jefas de hogar, ellas mismas pueden hacer su propio ladrillo y construir su casa”, exclamó ya que los primeros ladrillos los pudo hacer en su propia casa, sin muchos recursos.

También proyecta la idea de montar una pequeña empresa en caso de que el proyecto sea financiado por el Programa de Innovación en Empresas Paraguayas (Proinnova) del CONACYT.

Con esta mezcla no solo se pueden hacer ladrillos y placas, también vigas, tejas, bloques, pilares, baldosas, ladrillos huecos y de encastre, toda una nueva gama de materiales de construcción amigables con el medio ambiente.

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