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Para muchos será una exageración la palabra “leyenda”, pero el “Señor de la mediacancha” ha dejado huellas imborrables en la Albirroja y ni que decir en Olimpia, donde a pesar de no haber conquistado títulos internacionales, logró seis campeonatos locales y es considerado como el último gran ídolo del club, que defendió la camiseta con amor, pasión y lágrimas.
A pesar de ser un jugador con un pergamino que pocos pueden igualar, Carlos H. Paredes ha mantenido desde sus inicios el valor del respeto, tanto a sus compañeros, al técnico de turno y por sobre todas las cosas al rival. Nunca le gustó ser centro de atención fuera del campo de juego y todo el protagonismo siempre lo trasladó dentro del fútbol. Aunque muchas veces quizás explotaba por dentro, jamás reclamó un lugar a ningún entrenador (al menos nunca salió a luz), siempre esperó su oportunidad y se “mató” dentro la cancha las veces que le tocó jugar.
Es de los pocos atletas que aunque no tenga la posibilidad de jugar, siempre estaba como sostén de sus compañeros dentro o al costado del terreno de juego. Quién no vio a Paredes acercarle a un compañero una botella de agua a sus más de 35 años, darle fuerzas y tras el pitazo final era siempre el primero en ir a consolar no solamente a un miembro de su equipo sino al propio rival.
Quizás las mayores grandezas del “Señor de la mediacancha” aparte de calidad profesional, han sido su gran humildad y el total respeto al rival. Prueba de esto último ha sido uno de los episodios más recientes y recordados de los últimos años entre Cerro Porteño y Olimpia: El Decano perdió el título en el 2012 ante el archirrival y en la última fecha. El dolor fue tremendo para el hincha franjeado y ni que decir para los jugadores, que en su mayoría prefirieron salir del Defensores cubriéndose el rostro. Pero había uno que no sentía envidia y a pesar del dolor iba a felicitar a cada jugar rival y ese era Carlos Humberto Paredes. Quizás sean pequeños detalles, pero son justamente los valores que hacen diferente y enorme a un atleta.
Puede ser redundante, pero es necesario hablar de la carrera del exuberante mediocampista que fue una de las piezas claves para que la selección paraguaya logre hilar mundiales seguidos después de Francia 1998. Quién no recuerda algún cabezazo salvador de Paredes en las Eliminatorias, cuando el Defensores hervía y la gente ya se impacientaba, pues gracias a la fantástica generación del “Señor de la mediacancha”, el público guaraní había considerado una costumbre ganar en Sajonia y ocupar el tercer o cuarto puesto de clasificación a un Mundial.
La carrera de Paredes se divide claramente en dos fracciones: la del Olimpia, que a su vez se clasifica en dos etapas y la de la selección paraguaya, en la que estuvo presente durante una década seguida, siendo considerado uno de los jugadores más importantes de la historia albirroja.
Carlos Humberto Paredes le dedicó 11 años de su carrera al Olimpia. Allí comenzó siendo profesional en 1995, cuando debutó en Primera y conquistó su primer título a la edad de 19 años. De a poco ese tímido y casi escuálido mediocampista fue ganando preponderancia y la consideración del gran Maestro Luis Alberto Cubilla (ya fallecido). Ya tenía un campeonato en su haber, pero para emigrar al viejo continente, se despidió con cuatro títulos más. Tras ocho años de jugar en Europa, decidió volver a su casa: Olimpia. Jugó ahí las siguientes dos temporadas, pero por algunos problemas internos del club, decidió alejarse para tener breves pasos por Rubio Ñu y y Sportivo Luqueño. Dos años después (2011) volvió a Para Uno para consagrarse una vez más y agigantar su idolatría. Las intensas batallas lo fueron desgastando y abandonó el centro del campo para convertirse muchas veces en zaguero o cuando se lo necesitó hasta de delantero de área. Ya no era el “Señor de la mediacancha” pues había abandonado esa posición y se había convertido en un “señor jugador”.
Luego de algunas temporadas de jugar y no jugar, siempre manteniendo su amor por la camiseta, decidió poner fin este año a su carrera, pero no para alejarse de Olimpia, al contrario, para acrecentar aún más su eterna relación con la franja. Decidió acompañar a Francisco “Chiqui” Arce como asistente técnico, iniciando así su primera aventura en el banquillo.
En total, con la franjeada, Paredes tiene 235 partidos jugados y 20 goles
Carlos Humberto se ganó el cariño no solo del hincha franjeado sino del público paraguayo. Es uno de los históricos de la Albirroja con 75 partidos jugados y 10 goles, 8 de ellos fundamentales durante las Eliminatorias para tres mundiales.
Fue partícipe de la Copa del Mundo de Francia 1998, donde hizo su primera aparición y jugó 4 partidos, siendo uno de los más recordados el heroico partido en el que Paraguay cayó en tiempo extra y con gol de oro ante la selección local. En Corea-Japón 2002 disputó solamente dos partidos y fue expulsado tempraneramente (22 minutos) en otro de los recordados partidos ante Eslovenia, que la Albirroja terminó ganando por 3-1 con dos tantos de Nelson Cuevas para meterse en octavos de final. En Alemania 2006 disputó los tres juegos de primera fase.
Convirtió ocho tantos por Eliminatorias, siendo quizás uno de los más recordados el que le hizo a Brasil, en julio del 2000. Paraguay le ganó (2-1) por primera vez en este tipo de competiciones a la “Canarinha” y el “Señor de la medicancha” fue protagonista En ese clasificatorio también fueron víctimas, Venezuela, Perú, Chile y Bolivia. En el camino hacia Alemania 2006 volvió a convertirle a Chile y Perú.
Carlos Humberto Paredes supo brillar en uno de los equipos más importantes de Portugal, en el Oporto, donde fue dirigido por el hoy multiganador José Mourinho. Estuvo dos años en el fútbol luso y conquistó la Copa de Portugal en el 2001. Aunque era jugador muy tenido en cuenta por “Mou”, tras dos temporadas, el mediocampista decidió ir a probar en el fútbol italiano y fichó por la Reggina.
Aunque ya es una anécdota, si Paredes se hubiese quedado un año más en el Oporto, pudo haber conquistado la Liga de Campeones del 2003/04 con el mismo plantel que había quedado, con figuras destacadísimas como Deco, Ricardo Carvalho, José Bosingwa, entre otros.
En el 2002 pasó a la Reggina, un equipo en su momento bien posicionado en el Calcio, rápidamente con su fuerza y temperamento se ganó la confianza de sus compañeros, el técnico y la hinchada para convertirse en capitán del equipo de Reggio Calabria. Allí también compartió terreno con varias estrellas del fútbol mundial como el japonés Shunsuke Nakamura, Marco Borriello, quien era la sensación italiana, David Di Michele, Francesco Cozza entre otros históricos del fútbol tano.
Luego de cuatro temporadas con la Reggina, para cerrar su expedición europea, jugó tres temporadas más en el Sporting de Lisboa, en donde no tuvo quizás demasiada continuidad, pero siempre fue un referente y fue dirigido por el actual seleccionador de Portugal, Paulo Bento.
Además disputó 32 partidos en competiciones europeas, entre Europa League y Champions League, anotando un gol en la máxima competencia a nivel de clubes del viejo continente.
Se despidió un grande del fútbol, para muchos un ídolo eterno de Olimpia y para otros (me incluyo) una leyenda de balompié paraguayo y la selección nacional.