#8M: Contra la violencia, por la igualdad

En varias esferas de la sociedad -en la calle, en el trabajo, en la casa, en las redes-, la mujer es víctima de diferentes tipos de violencia. En su Día Internacional, las mujeres tomarán las calles y reclamarán la defensa de sus derechos.

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Más del 98% de las víctimas de violencia doméstica son mujeres; la mayoría de los menores de edad rescatados en 2016 por delitos contra la autonomía sexual eran niñas; el criadazgo afecta en su mayoría a las niñas; más de una decena de mujeres ya fueron asesinadas por sus parejas o exparejas. En este contexto estadístico se producirá la Marcha #8M, que convoca no solo a las mujeres, sino también a los hombres, para erradicar la violencia de género.

En lo que va de 2017, la opinión pública se ha visto sacudida por estremecedores casos de violencia contra la mujer, la violencia en su forma más visible, la que estalla después de meses o años de silencio, la que se cobra vidas. La violencia familiar se sitúa siempre entre los hechos punibles más denunciados, tanto en las comisarías y el Sistema 911 como en la Fiscalía; sin embargo, a veces las acciones llegan muy tarde.

Los crímenes contra las mujeres son un problema de toda la sociedad. La violencia en los hogares no es invisible y eso está demostrado en la última encuesta realizada por el Ministerio de la Mujer. De acuerdo a los números, solo la mitad de las personas que fueron testigos de violencia intrafamiliar realizó denuncias; el resto prefirió callar, muchas de ellas por considerar inadecuado involucrarse en la vida de sus vecinos y otras por evitarse problemas con la justicia.

El 74,6% de las mujeres encuestadas manifestaron haber sufrido violencia física en sus hogares, en su mayoría por parte de sus parejas, mientras que el resto pertenece a hombres, cifra que pone al descubierto la desigualdad y la desprotección.

Natalia Ferreira, una de las organizadoras de la histórica marcha del #8M, explica que también hay violencia en el ámbito laboral y que afecta directamente a la economía de la mujer y desprestigia su formación. En Paraguay y el mundo, la brecha que diferencia los salarios entre hombres y mujeres es enorme. De acuerdo a estimaciones, es de 30% por el mismo cargo y las mismas tareas, pero la mujer es la que siempre tiene menos valoración.

Esto es solo una parte de la violencia laboral, pues existen otros tipos -explica- como la discriminación que sufren cuando esperan un hijo. “No pueden despedirte por la ley de maternidad, pero te hacen bullying hasta que te canses y, con el estado emocional, la presión psicológica, renuncian. Renuncian pero casi nadie lo denuncia”.

También está el acoso sexual y, por sobre todo, los casi nulos canales para denunciar los casos y proteger a las víctimas, que son objeto de constantes presiones de sus victimarios. Esto se reproduce en las universidades, como el sonado caso del docente de la UNA Gustavo Rodríguez Andersen, denunciado por acoso sexual a una estudiante, o el caso registrado en la Universidad Católica, contra el profesor Cristian Kriskovich.

“Casi ningún puesto de trabajo tiene protocolo de denuncia, es lo que también piden las jóvenes estudiantes”, explicó

Un día para la historia

Pese a las posiciones encontradas y las controvertidas discusiones en las más populares redes sociales, la marcha del 8 de marzo del 2017 fue las más multitudinaria en la historia de las movilizaciones por los derechos de la mujer.

Los sonados casos de violencia doméstica, la ola de feminicidios en los primeros meses del año y otros atropellos fueron las principales banderas del 8M, que reunió a alrededor de cinco mil hombres y mujeres de todas las edades. La marcha simbólica partió de la plaza Uruguaya y culminó en la plaza de la Democracia.

“Nuestra sociedad está inmersa en un sistema capitalista, patriarcal, colonial y extractivista que oprime y explota, estableciendo relaciones desiguales y discriminatorias de clase y género, que fundamentan la opresión de las mujeres sacándonos nuestros derechos y oportunidades. Las decisiones que se toman en los espacios de poder político y social continúan estando bajo dominio masculino, y son tomadas sin nuestra participación real. Construyen políticas públicas sin nosotras”, expresaba parte del manifiesto 8M que fue leído como parte del cierre de la marcha 8M.

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