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Su historia convive entre versos, tuits trasnochados, canciones bilingües y textos inspirados; grabaciones editadas en álbumes físicos o difundidos gratuitamente a través de la Web -el último de ellos, financiado por sus propios fans-.
Aunque alguna vez se dedicó a traducir subtítulos de películas pornográficas y hasta fue gerente de una fábrica de lencería, hoy la creatividad es motor de su vida. Después de vivir durante seis años en París -ciudad donde grabó canciones y publicó libros-, Pablo Krantz volvió a radicarse en Buenos Aires para seguir coqueteando con ambos idiomas.
Producto de eso es Vivo en mi cabeza pero con vista al universo (2015), sexta producción de su carrera, en la que incluye doce canciones -mitad en castellano, mitad en francés-. Entre ellas, una versión rockera y en francés de Corazón valiente, de Gilda -sí, la fallecida cantante argentina de cumbia-, grabada para la película El crítico (2014), de Hernán Guerschuny.
Mientras prepara su presentación en Asunción para la Fiesta de la Música de la Alianza Francesa -prevista entre el 15 y 21 de junio próximo-, el artista nos habla de creatividad, de intercambio cultural, de sus canciones y de su visión de la industria discográfica.
-Al revisar tus obras nos encontramos con canciones, discos y libros en francés. ¿Cómo nace ese encantamiento con la cultura francesa?
-Lo heredé de mi padre, que estudió francés en la Alianza Francesa de Tucumán, en el norte argentino, donde nació. Luego ganó una beca para estudiar Ingeniería Nuclear en París a fines de los años 50 y allí terminó de enamorarse de la cultura francesa. Luego, desde los cinco hasta los dieciocho años yo fui al Liceo Franco-Argentino -aquí en Buenos Aires- y ahí me contagié también de la misma francofilia, es decir, el amor desenfrenado hacia la cultura francesa.
-¿Dónde se origina la influencia de ese intercambio cultural?
-En 2002 me fui a vivir a París por seis años. Poco tiempo después de llegar empecé a tocar como guitarrista de varios cantantes de chanson francesa y así me fui metiendo en ese mundillo (en lugar de entrar a la esfera del tango o el folklore, como la mayor parte de los argentinos en Francia). Pronto empecé a componer mis propios temas en francés (aunque me tomó un cierto tiempo encontrar mi propio estilo en ese idioma) y después a hacer mis propios conciertos y grabaciones. Finalmente, en 2007 edité por un sello francés el disco Les chansons d’amour ont ruiné ma vie (“Las canciones de amor arruinaron mi vida”), y al regresar a Argentina seguí cantando en francés, a la vez que en castellano. También publiqué en Francia dos novelas de aventuras y un libro de cuentos (Le saint cleptomane et la fille au vagin doré).
-Algunos archivos testifican un pasado como profesor de francés, traductor y colaborador periodístico. ¿Cómo era tu vida antes de dedicarte a la música?
-En realidad toco la guitarra desde que tenía catorce años (en 1984); estudié guitarra clásica pero siempre toqué rock. Entre el 89 y el 97 tuve una banda llamada El Pesa-Nervios y al terminarse ese grupo me lancé como solista; mi primer disco, Demasiado tiempo en ningún lado, salió en 1999. Paralelamente, trabajé mucho como traductor (en la revista Los Inrockuptibles, versión argentina de la revista francesa del mismo nombre) y como colaborador periodístico en muchos medios argentinos. También he sido profesor de guitarra, encuestador, guionista de televisión (hice guiones para Soledad Silveyra y Andrea del Boca), traductor de subtítulos de películas pornográficas e incluso gerente de una fábrica de lencería. De todas esas experiencias aprendí muchísimo sobre el extraño mundo que nos rodea. ¡Pero si tuviera que remontarme a mi vida antes de dedicarme a la música tendría que remontarme a la infancia!.
-¿Qué cinco canciones de tu repertorio le presentarías a una persona que desee descubrir a tu propuesta?
-Quiero aburrirme en tus fiestas familiares, una canción de mi anteúltimo disco que estuve a punto de no grabar y abandonar al olvido, y que finalmente me sorprendió volviéndose quizás mi tema más conocido. Les chansons d’amour ont ruiné ma vie, que le dio título a mi disco editado en Francia y tiene un bonito videoclip filmado en Londres y en la Selva Negra alemana. Bajo cero, una canción de desamor que compuse en 1995 y que sonó mucho a fines de los años 90 en algunas radios porteñas y montevideanas. Coeur courageux, la versión en francés y rock de la cumbia Corazón valiente de Gilda que grabé originalmente para la película argentina El crítico, protagonizada por Dolores Fonzi y Rafael Spregelburd. Y finalmente La penúltima rolling stone, un tema ácido y algo cargado de rencor que me sorprendió volviéndose el más pedido de mi disco nuevo (se ve que soy muy malo para descubrir qué canciones de mis discos impactarán finalmente en el público).
-A simple vista, podría deducirse que en tu universo conviven en un mismo plano la música, la literatura y la poesía. ¿Cómo se hace para organizar tanta ebullición creativa?
-En general, suelo trabajar durante mucho tiempo en la composición de las canciones, en la escritura de los cuentos y en la grabación de mis discos (en los que también hago de productor e ingeniero de grabación). Tiendo a ser bastante caótico: agarro una cosa, trabajo un tiempo en ella, luego la abandono, la retomo, la corrijo, avanzo un poco más, vuelvo a abandonarla, etcétera. Así pueden pasar años hasta que termino algo, pero la ventaja es que a fuerza de corregir y recorregir suelo llegar a un punto en que quedo al fin bastante satisfecho. Pero para decidirme a terminar de una vez las cosas suelo depender de factores externos: la grabación de un disco, la edición de un libro o esa voz (interna o externa) que me dice “bueno, ya llevas tres años grabando todas estas musiquitas, va siendo hora de que vayas pensando en terminar el disco, muchachito”.
-¿Tenés alguna rutina específica u obsesiones particulares para el momento de la creación?
-Me gusta partir de ideas que me surgen de improviso, de manera inconsciente, sin que yo sepa ni entienda bien por qué. Tengo en la computadora cientos de gérmenes de canciones, pequeñas frases que se me ocurren mientras camino por la calle, mientras viajo en micro de noche para tocar en algún punto de Argentina o mientras trato de dormirme o me doy una ducha. Tengo mucha fe en esos pequeños momentos de inspiración repentina; creo que, si la persona que habita dentro mío (el alma o el inconsciente, como quieran llamarla) me dictó eso, debe haber alguna razón importante. Después, en algún momento en que no tengo nada que hacer, empiezo a tocar la guitarra, encuentro algo que me gusta (un riff, un ritmo, una serie de acordes) y busco en esa colección de ideas. En general suele funcionar. Y ahí empieza el verdadero trabajo para lograr extraer de esa minúscula idea toda la canción en potencia que quizás contenga.
-Entre tus grabaciones más recientes llama la atención especialmente la versión en francés de Corazón valiente, el clásico de Gilda. ¿Cómo llegaste a esta versión, grabada para la película El crítico?
-Llegué a Corazón valiente a través de una propuesta del productor de la película: la única canción cantada que aparecía en toda la película era la versión original de Gilda y les pareció ingenioso que (como en la película las voces en off son en francés y las grabé yo) al final sobre los títulos apareciera el mismo tema pero en francés. Al principio la idea me dejó un poco azorado, porque no soy un amante de la cumbia y de hecho ni siquiera conocía el tema en cuestión. Pero como siempre estoy dispuesto a traicionar a mis pobres prejuicios, la escuché en YouTube y me sorprendió descubrir (bajo el ritmo de cumbia, que realmente no es lo mío) una muy hermosa canción. Así que saqué los acordes, empecé a probar posibilidades en francés y muy pronto me di cuenta de que la cosa podía funcionar bien. Me tomé mucho tiempo trabajando las palabras para que tuvieran un efecto rítmico que se pegara bien a la música. Hice dos versiones, una lenta y una más frenética, y al final convencí al director de la película de que la frenética era la adecuada.
-La figura de Gilda -emergida de la "bailanta" y convertida, tras su muerte, en una especie de "mito"- fascina a una generación de artistas, que incluye a músicos de rock. ¿Qué sensaciones te genera ese ícono tan popular?
-Como dije antes, no soy un amante de la cumbia y, por lo tanto, no me siento particularmente atraído por sus mitos y leyendas. Pero me doy cuenta de que Gilda tenía algo muy especial: un fervor, una frescura y una sinceridad en la voz que vuelven muy emotivas sus canciones; es de verdad, no un producto inventado por un productor para vender una nueva moda que pasará al día siguiente...
-También hay una canción dedicada a Scarlett Johansson...
-Sí, es una canción con una historia bastante curiosa. La letra me la envió hace unos años un amigo francés, periodista, diciéndome que le parecía que yo tenía que hacer una canción con ella. Le dije “sí, claro” y la guardé en uno de esos rincones de mi computadora de los que hablé antes, pensando que jamás haría nada (nunca hasta ahora había hecho una canción con letra ajena). Pasó un par de años y una madrugada se me dio por empezar a tocar en la guitarra un riff medio blusero. Me dije “no tengo ninguna canción así, tengo que hacer algo con esto”; busqué entre mi archivo de ideas y vi esa letra en homenaje a Scarlett Johansson que me había mandado mi amigo. ¡Y entraba perfecta con la música! Apenas terminé, le mandé un mail avisándole que la canción ya estaba lista –no nos habíamos escrito desde el día en que me había mandado la letra. Y él me contestó al instante, diciéndome que se acababa de despertar (en Francia eran las ocho de la mañana) y que había soñado que yo encontraba las fotos eróticas de Scarlett que justo por entonces circulaban por la web y no podía impedirme componer la canción. Es decir que mientras yo musicalizaba su letra, él soñaba con que yo lo estaba haciendo. ¡Creer o reventar!
-En estos días estás presentando Vivo en mi cabeza pero con vista al universo (2015). ¿Cómo definirías este material?
-Como en todos mis discos, el protagonista principal son las canciones, pero esta vez me parece que hay una intensidad o velocidad rockera que recorre la mayor parte de los temas, y que algo de la espontaneidad y el clima de camaradería con el que lo grabamos anda sobrevolando todo el disco. Hay seis canciones en castellano y seis en francés; muchas hablan de cosas muy íntimas que me han pasado en los últimos años, algunas felices y otras no tanto, pero también siento que hay como un sentimiento de resurrección y esperanza que se cuela un poco por todas partes. En lo musical, el disco juega con muchas influencias y muchos estilos musicales (chanson francesa, country, rockabilly, pop orquestal, after-punk, música de westerns y hasta easy listening y bossa-nova) como una manera de decorar y arropar cada una de las canciones, y hay una mezcla de bases contundentes y guitarras de rock con instrumentos acústicos como el violín, el banjo, el contrabajo, el trombón...
-El álbum está disponible online de manera gratuita para los internautas. Entre conceptos sobre formatos físicos y plataformas 'streaming', ¿cómo congeniás con los nuevos "paradigmas" de la industria musical?
-Los nuevos paradigmas de la industria musical todavía están creándose o al menos acomodándose, ya que vivimos en una época de transición y de cambios constantes. Van desapareciendo ciertas cosas (las disquerías, por ejemplo) pero a la vez van surgiendo novedades que llevan hacia la inmediatez, la desmaterialización, la gratuidad y la interacción directa con el propio público. Siento que la edición de este disco ha sido totalmente distinta a la de los cinco anteriores ¡y solo han pasado cuatro años desde el que lo precede! Por ejemplo, la fabricación de este CD fue solventada por medio de un financiamiento colectivo online, lo que hizo que el disco comenzara a existir, a circular y a ser escuchado varios meses antes de tomar forma física. Es una época grandiosa si uno logra ir acomodándose a todos estos cambios, pero puede ser una época muy angustiante y difícil si uno se queda apegado a su vieja rutina negando que (como diría Bob Dylan) “los tiempos están cambiando”.
-En el microblogging de Twitter encontramos una constante interacción y una proyección digital de tu obra. ¿Qué lugar ocupa Twitter entre tus herramientas de difusión?
-Twitter es, sin duda, un gran medio para difundir mi obra (mis discos, mis libros, mis conciertos) pero es también una herramienta genial para irla desarrollando, para plasmar mis reflexiones y compartirlas con personas parecidas o afines a mí. De hecho, el último libro que saqué el año pasado (Pequeñas reflexiones sobre el universo, el tiempo y mis discos favoritos) compilaba muchos de los pensamientos que he venido publicando en las redes sociales en los últimos años, acompañados por ilustraciones y un diseño muy especial. Desde que era chico me encanta reflexionar sobre el mundo que me rodea, sobre el resto de la gente o sobre mí mismo, sobre la manera más apropiada de disfrutar de la existencia o de defenderse de los personajes malévolos, etcétera. Siempre me interesó intentar comprenderlo todo lo máximo posible. Luego, en algún momento de mi adolescencia empecé a anotar esos pequeños descubrimientos bajo la forma de frases y a llenar cientos de cuadernos con ellas; desde entonces nunca he parado. Siempre quedan miles de cosas por entender o por decir y es un placer fenomenal (casi diría: una bendición) poder compartir esos pensamientos de manera inmediata con gente a la que le interesa leerlos.
-En Paraguay existe un público que sigue tus textos y canciones con mucha atención. ¿Qué 'feedback' recibís del público local?
-La verdad, recibo mucho interés y afecto hacia lo que hago de parte de un montón de gente en Paraguay y me siento muy agradecido por eso. Hace tiempo que muchos de estos aliados me vienen alentando a que vaya a tocar a Paraguay, así que tengo mucha expectativa por mi próxima visita a Asunción.
-¿Cuándo y dónde podrán verte tus seguidores en Paraguay?
-El día exacto aún no está definido, pero será entre el 15 y el 21 de junio en la Alianza Francesa de Asunción; durante toda esa semana habrá conciertos por la Fiesta de la Música, con entrada libre y gratuita, cada noche. Hacía mucho tiempo que tenía ganas de ir a tocar por allá, así que cuando se presentó esta ocasión a través de la Alianza no lo dudé un segundo.
-Si pudieras reencarnarte con las habilidades de artistas icónicos, con la misma carga génetica e idénticos caudales creativos, ¿a qué figuras escogerías?
-¡Guau, qué pregunta difícil! Me gusta ser el que soy, pero no me negaría a tener algún súbito aporte genético de Leonard Cohen, David Bowie o Serge Gainsbourg.