No próximamente: “What we do in the shadows”

La inmortalidad es más fácil de sobrellevar en la compañía de amigos, en este hilarante falso documental sobre un grupo de vampiros que viven juntos.

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¿Cómo es la vida si uno es un inmortal depredador nocturno chupasangre capaz de volar, transformarse en animales, hipnotizar a sus víctimas y flotar en el aire? Moralmente complicada y agobiante, si le preguntamos a Jim Jarmusch, pero en What we do in the shadows, Jermaine Clement y Taika Waititi postulan que a pesar de todas las complicaciones existenciales que la vida eterna a base de sangre conlleva, no hay por qué no pasarla bien.

What we do in the shadows se presenta en el estilo de un falso documental, con un par de camarógrafos siguendo el día a día en la vida de un cuarteto de vampiros que viven juntos en una casa en Wellington, Nueva Zelanda, y de las múltiples personas que los rodean, entre víctimas, aliados y demás criaturas sobrenaturales de la noche.

Nuestro principal anfitrión es Viago (Waititi), un afable y refinado “dandy” europeo del Siglo XVIII, quien vive junto a Vladislav (Clement), un iracundo y violento aunque igualmente amigable emperador medieval caído en desgracia, y Deacon (Jonathan Brugh), el alocado “jovenzuelo” del grupo con sus tiernos 183 años de edad. Y luego está Petyr (Ben Fransham), quien tiene una apariencia más cercana al conde Orlok de Nosferatu y cuya edad supera los 8.000 años, a quien su apariencia decididamente inhumana y aparente incapacidad de comunicarse en algo más complejo que agudos chillidos lo mantienen incluso más aislado del mundo que sus tres compañeros.

El principal encanto del filme es lo relajado y desenfadado que es en la forma en que avanza, dejando que solo la idea de ver cómo estos personajes principales y los coloridos seres de los que se rodean interactúan lleve adelante la película. Constantemente el guión de Clement y Waititi se supera a sí mismo en su ingenio a la hora de jugar e invertir las tradiciones y reglas del mito vampírico para sacarles humor.

Más allá del ingenioso toque de básicamente representar a varias etapas de la ficción vampírica en sus cuatro protagonistas –Petyr es el monstruoso “Nosferatu”, Vladislav es (obviamente) la versión de este filme de Vlad el Empalador, con todo y barba, cabello largo y homenajes directos al Dracula de Francis Ford Coppola; Viago es el distinguido vampiro victoriano y Deacon es el vampiro “punk” urbano que pululaba en el cine de los '80 y '90– el filme cosecha excelentes dosis de comedia simplemente llevándonos de la mano por la vida diaria de estos cuatro no-muertos, desde las tareas diarias de la casa como lavar los platos y barrer las espinas dorsales humanas del sótano de Petyr, hasta salir a buscar víctimas en clubes nocturnos y buscar pleitos con los hombres lobo locales. Y aunque mantienen un ritmo relajado, Clement y Waititi nunca dejan de hacer fluir los chistes; What we do in the shadows es sencillamente una de las películas más consistentemente divertidas que vi este año.

A esto contribuye grandemente el colorido elenco de secundarios que puebla el filme, como los ya mencionados hombres lobo que se comportan de una forma muy distinta a lo que uno esperaría, el dúo de chicas vampiro adolescentes que caza pedófilos, la asistente humana de Deacon que desea desesperadamente ser convertida en vampiro antes de envejecer demasiado, o el archienemigo de Vladislav, un ser enigmático al que sólo se refiere con el ominoso nombre de “la Bestia”, y cuya verdadera naturaleza es tan obvia que sigo sin entender cómo el chiste me tomó por sorpresa. Todos los personajes, principales y secundarios, son interesantes, están bien actuados y aportan sus momentos de comedia.

Y, refrescantemente, la película nunca muestra sentir presión por meter antagonistas o villanos específicos para tener una estructura más tradicional. Hay momentos de acción y peligro, ciertamente, pero la película se mantiene como lo que promete ser al principio: una mirada a la vida de estos vampiros, una vida en la que cosas como el peligro de toparse con hombres lobo en una noche de luna llena se vuelven en cierta forma algo normal, o al menos no demasiado fuera de lo común.

Pero por toda la ligereza con la que el filme se mueve por su hora y media de duración, en su motor está un guión sutilmente inteligente que no ignora las interesantes ramificaciones de la situación de no-vida de sus protagonistas, sino que simplemente las integra y deja que se manifiesten en segundo plano o de forma sutil y poco melodramática, y siempre con algo de humor negro: cuestiones como las relaciones –amistosas o románticas– entre seres inmortales y personas normales que envejecen y mueren, cómo se puede vivir el equivalente de varias vidas manteniendo la razón o cómo conciliar el querer ser una buena persona cuando por necesidad uno debe matar para sobrevivir son temas que no dejan de ser tocados, pero el filme confía lo suficiente en su público como para no hacer demasiado drama con eso.

Menos de 24 horas después de haberla visto, me siento confiado al decir que What we do in the shadows es una de mis películas favoritas de lo que va del año. Risas, emoción, creatividad, un elenco de entrañables criaturas de la noche y útiles consejos sobre cómo no arruinar el sofá o la alfombra de la sala con el vampirismo, ¿qué más se puede pedir?

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WHAT WE DO IN THE SHADOWS

Dirigida por Jermaine Clement y Taika Waititi

Escrita por Jermaine Clement y Taika Waititi

Producida por Taika Waititi, Emanuel Michael y Chelsea Winstanley

Edición por Tom Eagles, Yana Gorskaya y Jonathan Woodford-Robinson

Dirección de fotografía por Richard Bluck y D.J. Stipsen

Banda sonora compuesta por Plan 9

Elenco: Taika Waititi, Jermaine Clement, Jonathan Brugh, Ben Fransham, Cori González-Macuer, Jackie Van Beek, Stu Rutherford, Rhys Darby y Ethel Robinson

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