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No Próximamente es una entrega semanal dedicada a destacar y reseñar películas recientes que, según mis estimaciones, difícilmente lleguen a cines de Paraguay (aunque esas estimaciones han sido equivocadas en dos ocasiones hasta ahora).
Las películas “biográficas” sobre artistas de la música – o cualquier otro tipo de artista, en realidad – siempre son populares entre la gente que da premios al cine, principalmente porque sirven como impresionantes escaparates para mostrar los talentos de sus actores; recordemos que en entidades como la Academia de Hollywood, que otorga los premios Óscar, la mayoría de los miembros son actores.
Pero esas generalmente deslumbrantes labores actorales generalmente opacan el hecho de que muchos de estos filmes en realidad no tienen mucho de especial. Generalmente son de sólida factura, pero pocas veces suelen ir más allá de simplemente presentar un resumen de la vida de su protagonista, y el trasfondo social y cultural que vio nacer su música. Pocos se molestan en ir bien profundo en las mentes de los artistas.
Love & Mercy es uno de esos pocos filmes que hurgan más profundo.
Esta película se centra en Brian Wilson, compositor y miembro del popular grupo estadounidense The Beach Boys. Pero en vez de hacer un repaso de toda su vida, se centra en dos etapas específicas: su vida en los '60, en la cúspide del éxito de los Beach Boys en la escena pop, cuando Brian (interpretado por Paul Dano) decide apartarse de los escenarios para componer el siguiente disco de la banda; y la vida de un avejentado Brian (John Cusack) en los '80, luego de que problemas mentales lo hayan puesto bajo la custodia del siniestro psicólogo Gene Landy (Paul Giamatti), quien controla cada aspecto de su vida y lo mantiene aparentemente sobremedicado cuando Brian conoce a Melinda Ledbetter (Elizabeth Banks), con quien inicia una relación.
Como otro filme reciente en el prestigioso sub-género de las “biopics” sobre artistas musicales, Love & Mercy juega con una estructura no lineal, yendo y viniendo entre sus dos períodos de tiempo, pero lo hace con un claro sentido de propósito, armando un rompecabezas de forma desordenada, pero que al final sí da una imagen completa de su protagonista.
Al principio es un filme de contrastes, de un Brian en un mundo de color y energía en los '60, poniendo sus atípicas excentricidades musicales a trabajar en crear lo que él esperaba sea uno de los mejores discos de la historia, poniendo las voces y los sonidos que decía escuchar en su cabeza a su servicio y haciendo música de forma única y creativa; esto contrastado con su gris y apagada existencia en los '80, bajo los ojos omnipresentes de Landy y la influencia debilitante de los medicamentos a los que lo tenía sometido, dejándolo a medio camino entre un genio torturado, un hombre aún encantador y un niño indefenso.
Eventualmente la brecha entre los dos períodos va cerrándose, con el Wilson joven sucumbiendo ante la presión de su problemática vida familiar, la decepcionante recepción de su esperada obra maestra por el público y por algunos de sus compañeros, y experimentos con drogas, llevándonos hasta el Wilson del futuro de una forma tan bien lograda que uno nunca olvida que estamos viendo a la misma persona a pesar de que Paul Dano y John Cusack no se parecen físicamente.
Acertadamente, el filme se salta una gran parte de la vida de Wilson; su período más fuerte de uso de drogas es solo aludido en conversaciones, así como las circunstancias que lo llevaron a quedar bajo el cuidado de Landy, entre otras cosas. Simplemente no era necesario, el filme es un gran retrato del artista así como está. La primera mitad es incisiva, casi metiéndonos en la cabeza de Brian y haciéndonos explorar con él su mente, su proceso creativo; mientras que la parte de los '80 lo muestra un poco más en tercera persona desde la perspectiva de Melinda. También acertadamente, el filme se resiste la tentación de ir a lo totalmente surrealista, salvo en el que podría ser llamado su clímax.
Pero tan inteligente y elegante como es el guión, se ve enormemente elevado por el excelente trabajo de los actores, con un Paul Dano que reafirma su estatus como uno de los más interesantes actores jóvenes de la actualidad, y un John Cusack que da una interpretación que bien podría ser considerada entre lo mejor de su carrera. Banks hace un sólido trabajo como la férrea Melinda, y Paul Giamatti una vez más se roba la atención como el aterrador Landy; Giamatti es uno de esos actores tan versátiles que pueden hacer del tipo más bueno del mundo y de la cucaracha más despreciable sin problemas, y con el personaje de Landy se anota un rol de amenaza velada, pobremente disimulada e inquietantemente omnipresente.
Si a eso sumamos la bella fotografía de Robert Yeoman - habitual colaborador de Wes Anderson - y una adecuadamente polifacética banda sonora del siempre bienvenido Atticus Ross, el filme es un pauquete completo de calidad.
Como pocos filmes que recuerdo haber visto, Love & Mercy triunfa en hacer lo que dicta la definición de una "biopic": retratar una vida, con caídas que se siente dolorosas y eventuales triunfos que se sienten maravillosos.
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LOVE & MERCY
Dirigida por Bill Pohlad
Escrita por Oren Moverman y Michael Alan Lerner
Producida por Bill Pohlad, Claire Rudnick Polstein y John Wells
Edición por Dino Jonsäter
Dirección de fotografía por Robert D. Yeoman
Banda sonora compuesta por Atticus Ross
Elenco: John Cusack, Paul Dano, Elizabeth Banks, Paul Giamatti, Jake Abel, Kenny Wormald, Brett Davern, Graham Rogers, Erin Drake, Bill Camp y Joanna Going