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Días atrás, la organización Guyra Paraguay dio a conocer un informe en el cual se revelaron cifras muy desalentadoras en cuanto a la deforestación en el Chaco. De las más de 32.000 hectáreas de bosques afectados en todo el Chaco Boreal, Paraguay registró el mayor porcentaje de deforestación, con 56% de áreas de desmonte.
En promedio, 250.000 hectáreas sufren cambio de uso de suelo en nuestro país cada año. Si la tala masiva sigue con este mismo ritmo, la región paraguaya del Chaco quedaría sin bosques en apenas 98 años, a no ser que aumente el nivel de deforestación. En ese caso, el plazo podría ser menor.
Guyra Paraguay, en el último informe de su monitoreo entre junio y noviembre del año pasado, informó que se deforestaba un promedio de 1.171 hectáreas por día. Si esos números son traducidos
De acuerdo al informe de monitoreo de Guyra Paraguay, entre los meses de junio y noviembre del 2016, fueron deforestadas 214.405 hectáreas de bosques en el Gran Chaco Americano (Paraguay, Bolivia, Brasil y Argentina), lo que hace a un promedio de 1.171 hectáreas por día. Si traducimos estas 1.171 hectáreas en árboles, por día se pierden en nuestros bosques un promedio de 585.500 árboles. En cifras más reducidas, aproximadamente 7 árboles por segundo.
Con el aumento poblacional se incrementa la demanda de los comoditis y a consecuencia la ganadería, puesto que somos uno de los mayores productores de carne en la región. El desarrollo de la ganadería es una de las mayores causantes de la deforestación en el Chaco.
La organización WWF Paraguay es una de las oenegés que está trabajando para luchar contra la deforestación en esa zona. La directora, Lucy Aquino, relata que vienen trabajando con distintos sectores de la sociedad chaqueña para la elaboración de un manual de prácticas ganaderas en el Paraguay.
“Concientizamos acerca de la importancia de crear productos sostenibles. Pedimos que se dejen corredores de biodiversidad y que no se dediquen a las cacerías, porque muchos ganaderos pagan a sus capataces para que ellos maten animales silvestres que supuestamente invaden sus tierras y matan sus ganados. Pero en realidad los ganaderos invaden las tierras naturales de estas especies silvestres”, relata Aquino.
En el manual que están editando los socios de WWF, detallan métodos para seguir produciendo sin deforestar grándes áreas. El material pronto será distribuido entre los productores de Alto Paraguay y Chaco Central, en principio. “Es importante que aprendan a producir de manera amigable con el ambiente”, agrega.
Si bien existen muchos ganaderos que protegen sus bosques por amor a la naturaleza y la biodiversidad, también existe una alta tasa de deforestación ilegal. “Conocí a muchos chaqueños que realmente aman sus bosques y saben que no necesitan cortar tanto para producir más y mejor. Pero también es evidente la existencia de talas masivas e informales”, detalla Aquino.
Es por ello que la directora de la WWF indica que es muy importante que el Instituto Forestal Nacional identifique a quienes deforestan y haga público el listado, a fin de poder llegar a ellos y trabajar por la producción sostenible.
“No trabajamos solo porque los pajaritos son lindos y nos gustan los bosques. Tenemos que comer pero se puede producir de mejores maneras y sin dañar al ambiente. El desarrollo económico debe tener tres patas: ser viable económicamente, factible ambientalmente e inclusivo y justo para las personas de todas las clases sociales (...) El Chaco es de todos, no solo de los ganaderos”, recalca la ambientalista.
A menos que se implementen políticas de prevención mucho más duras, en solo 98 años el territorio chaqueño en nuestro país perdería todos sus bosques. “Si seguimos así, corremos el peligro de que esa zona se convierta en un gran desierto. De por sí es una zona semiárida y al cortar una gran cantidad de masa forestal exponés a tierras muy frágiles en cuanto a fertilidad”, lamenta Aquino.
Asimismo, las consecuencias serán cada vez peores. El cambio climático es un problema mundial y al caer en estas prácticas negativas con el medioambiente la situación empeora. Mayores sequías, inundaciones mucho más repentinas y fuertes, y temperaturas extremas formarán parte del panorama nacional a menos que se revierta la situación de nuestros bosques.
Las comunidades indígenas que están en situación de aislamiento voluntario se encuentra corriendo un gran peligro ante el avance de la deforestación. No solo están siendo desplazados debido al incremento de la ganadería. Sino que también pierden alimento.
Los indígenas se alimentan en gran parte gracias a la caza, y debido a la tala masiva la biodiversidad está cada vez más amenazada. “Culturas ancestrales quedarán perdidas y a los nativos no les quedará de otra que abandonar la zona ante la sequía y los cambios drásticos de clima que se vendrán si no se frena esto”, advierte la directora de WWF.
En la Región Occidental, existen ciertos criterios ambientales y forestales que están establecidos por ley y permiten el cambio de uso de suelo, generalmente para ganadería. “No se permite el cambio total, sino alrededor del 40% de los terrenos”, detalla el Ingeniero Carlos Irrazabal, Director General de Bosques del Instituto Nacional Forestal.
Es decir que, todos los propietarios de inmuebles en el Chaco deben proteger un porcentaje del total de sus bosques. Aquellos que tienen más de 20 hectáreas, tienen que mantener el 25% de los bosques nativos, además, si existen recursos hídricos en la zona, también deben mantener los árboles que se encuentren en los alrededores. Igualmente, la normativa forestal establece que debe quedar una franja de 100 metros que servirá como “cortina cortavientos”.
El Infona actualmente se encuentra trabajando en un catastro de todos los permisos, para poder tenerlos mapeados y digitalizados, incluso desde aquellos que fueron aprobados antes de la existencia de esta entidad ambiental. “Hay que reconocer que antes la institución no tenia suficiente capacidad para controlar que se den los cambios legales o se desviaban de lo que les fue aprobado. Cuentan con permiso pero no respetaron lo que tenían que dejar en su inmueble. Es por ello que estamos realizando controles satelitales e incluso con drones”, asegura el Ing. Irrazabal.
Quienes no cumplan con las normativas forestales, tienen que pagar una multa y reforestar las zonas afectadas. “Una vez que se determine la cantidad de bosques que deben ser recuperados, se hacen controles de hasta cinco años para verificar que se cumpla con el proyecto de reforestación establecido”, detalla.
Finalmente, recalcó que aunque algunos productores se muestren reacios a cumplir las normas, deben entender que las consecuencias irán directamente contra ellos. “Si no se respeta las normas, se pierde la posibilidad de tener conectividad de reservas de bosques y como son corredores biológicos afectan a la flora y fauna nativa. Además repercute directamente contra a la misma producción, pues los suelos se van a degradar con mayor rapidez”, advierte.