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Son cerca de las 16:00. El calor golpea fuerte contra el rostro de quienes se animan a andar por las calles. En un sector de la peatonal de San Bernardino, un solitario pájaro busca alimentos, mientras que un poco más adelante un pequeño grupo de amigos camina disfrutando de la sombra que ofrece el tramo que recorren.
Las cosas no han sido nada fáciles para la villa veraniega en las últimas dos temporadas. Es que la pequeña ciudad fundada por colonos alemanes a finales del siglo XIX se caracterizó durante mucho tiempo por ser el principal destino turístico en Paraguay durante la temporada de verano.
Las páginas de Sociales de diarios y revistas no podían pasar una edición sin tener por lo menos dos o tres fotos de jóvenes y adultos divirtiéndose en las playas de San Ber a orillas del lago Ypacaraí, el mismo que fuera inmortalizado en una guarania tiempo atrás.
Las discotecas más importantes de Asunción abrían sucursales en la capital de verano, tratando de satisfacer todo tipo de gustos.
Tanto era el requerimiento que en enero de 2011 se vivió uno de los embotellamientos más grandes cuando un fin de semana la ruta de acceso se vio colapsada por gente que trataba de regresar luego de una noche de diversión. Fueron horas de tensión y molestia.
Nadie se imaginaría que apenas unos meses después se despertaría la voz de alerta: el lago ya no daba más debido a la contaminación. No estaba apto para el uso recreativo ni deportivo. Algunos insistían en mostrarse optimistas; había tiempo para recuperarlo, aunque sea temporalmente.
Pero los años de desidia estatal e inconsciencia ciudadana tenían que pagarse. El lago terminó convirtiéndose en una masa de agua verde y maloliente. Los meses pasaron y también las promesas de políticos para limpiarlo.
Ante esta situación, cualquiera podría creer que aquella que toda su vida dependió del lago quedaría convertida en una ciudad desolada, ahora que su principal atracción estaba fuera del circuito. Más aún porque otros destinos comenzaron a potenciarse en una competencia que algunos pretenden imponer entre dos ciudades.
Nada más lejano a la realidad. Muy por el contrario, los pobladores de la villa se han negado a dejarse vencer por la situación y han luchado por ofrecer a un destino turístico interesante a compatriotas y extranjeros.
La tarea no ha sido nada fácil. Si no, que lo diga Osvaldo Codas, administrador del tradicional Hotel del Lago.
“Pese a la falta de acción de los gobiernos de turno, San Bernardino sigue trabajando para salir adelante. La publicidad negativa, maliciosa, ha dañado a San Ber en el comercio en un 70 por ciento”, manifestó en conversación con ABC Color.
Pese a ello, la ciudad ha conseguido crear una serie de atracciones como alternativa para pasar el día con la familia.
Salir a caminar recorriendo la peatonal, pasearse en la ciclovía o el parque, sentarse a comer algo o pasar un día de descanso en algún hotel de primera son algunas de las alternativas que ofrece actualmente la villa veraniega.
De hecho, salir a la calle cuando el sol se pone -en particular durante los fines de semana- es salir a encontrarse con familias enteras disfrutando de alguna actividad de dispersión.
“Queremos mostrarles que San Bernardino no es solo el lago”, comienza explicando el intendente de San Ber, Ramón Zubizarreta, a ABC Color.
Zubizarreta explica que la idea es dar a la ciudad un perfil de un destino de vacaciones familiares. “Una opción absolutamente válida, independientemente del lago”, asevera.
De hecho, la ciudad cordillerana ofrece un ambiente bastante tranquilo para quienes pretendan pasar unos días desconectados del ruido de la ciudad. Atrás quedaron los días en que todo estaba abarrotado y la música volvía insufrible el caminar.
“Hay que ser sinceros: esa aglomeración, ese volumen de gente, no estábamos preparados para recibir. Estábamos colmados, excedidos. Hoy se puede salir a caminar con la familia, a comer algo, a disfrutar en una ciudad con decibeles bajos”, puntualiza.
A todas esas oportunidades se suman las actividades de Ecoaventura, festivales culturales, conciertos y ahora el renacer del anfiteatro José A. Flores.
Quien no viva en las cercanías del lago y visite San Bernardino o cualquiera de los otros 20 pueblos que forman su cuenca espera encontrarse con una enorme masa de agua verde y maloliente. Es la imagen que quedó del año pasado y que muchos aseguran se sigue viendo.
Aunque la situación actual no es tan drástica como la temporada pasada, o por lo menos eso es lo que aseguran los pobladores de San Bernardino.
Zubizarreta indica que el último informe que llegó a sus manos con respecto a la situación del lago reporta una reducción importante de la presencia de las cianobacterias. De 1.600.000 se pasó a tener 226.000 por mililitro.
Los índices siguen siendo demasiado altos. Son diez veces mayores a las cantidades máximas aceptables.
Pero la mejoría nada tiene que ver en realidad con el accionar humano. En este punto, Zubizarreta señala que es “puro trabajo de la naturaleza”.
Hasta el momento no se han establecido políticas claras para limpiar definitivamente el lago. Pero para ello se necesita el compromiso del gobierno central.
Mientras tanto, los pobladores de San Ber esperan con brazos abiertos a quienes quieran pasar unos días de descanso en la ciudad fundada hace ya casi un siglo y medio.