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Su sueño era seguir jugando, disfrutando del deporte que tanto ama -el fútbol- y llevar una vida normal como todos. Pero la vida le tenía preparado un futuro diferente y un destino impensado para un gran centrodelantero que tenía como mejores amigos el balón y las redes del arco rival.
Un fatídico accidente ocurrido hace diez años, el 23 de mayo de 2004, se interpuso en la exitosa carrera de Gerardo Traverso. El exjugador de Tacuary, Cerro Porteño y Barcelona de Guayaquil, entre otros, regresaba de un acontecimiento privado y se dirigía a su hogar, pero en un abrir y cerrar de ojos perdió el control del automóvil y chocó contra dos columnas del tendido eléctrico sobre la avenida Artigas antes de volcarse aparatosamente. En el vehículo también se encontraba su esposa, Griselda Turlán, quien sufrió algunas fracturas menores, pero el que se llevó la peor parte fue Traverso, que milagrosamente logró salvar su vida.
El inesperado percance automovilístico le produjo un politraumatismo de cráneo y lo dejó parapléjico, a causa de las graves heridas que sufrió. Diez años después de aquel suceso, Gerardo Traverso cuenta sobre su nueva vida y cómo ha utilizado el tiempo a su favor, aunque fue sincero y confesó que muchos momentos la soledad lo ataca y produce cambios en su estado de ánimo, algo normal en todo ser humano.
“Estoy muy bien, sin mucha actividad. Ya pasaron diez años del accidente y mi situación física me impide hacer muchas cosas, por eso solo salgo las veces que puedo. Todos los días me siento con mucha fuerza, optimismo y una gran fe. Me gustaría todos los días estar bien, para arriba, pero tenemos nuestros altos y bajos, como todos los seres los humanos, y con mi situación física es mucho más difícil que para cualquier persona normal. Por suerte puedo decir que en mí hay cero depresión y nunca una lágrima ha caído”, expresó con optimismo único y unas ganas de vivir que se perciben con solo escucharlo.
Actualmente, Gerardo Traverso está parapléjico. Tiene inmóviles las extremidades inferiores; solo mueve el cuello y tiene un ligero manejo de las manos. Aun así, su confianza y esperanza de volver a movilizarse por cuenta propia nunca han decaído y sigue convencido de que en algún momento volverá a ser el de antes. “Tengo movimientos solamente en el cuello y algo de movilidad en los brazos. La esperanza es lo único que no perdí, porque sé que la ciencia y la medicina avanzan a pasos gigantescos y mi fuerza mental posiblemente sea más fuerte que todo, por ello nunca perdí la fe y sé que lo voy a lograr”, asegura.
El exgoleador de Tacuary contó que nunca quiso utilizar sillas de ruedas para movilizarse y por ello decidió diseñar su propio vehículo: una silla de oficina a la que le puso ruedas para que se deslizara mejor. “Me movilizo con un sillón de oficina que transformé, le puse cuatro rueditas de goma para moverme, porque nunca usé silla de rueda; es más, regalé las tres sillas de ruedas que tenía. El sillón que uso me hace sentir que no tengo ninguna lesión cervical y eso me motiva psicológicamente para pelear día a día. Esa es una técnica que descubrí, porque estar así te cambia mucho el humor”, explicó.
Traverso confesó que ante su dificultad para moverse no ha podido salir mucho de su casa, a excepción de algunos acontecimientos familiares y las sesiones de apitoxinaterapia, que es un tratamiento realizado con picaduras de abejas. Con gran orgullo cuenta que terminó la carrera de director técnico, pero por ahora no piensa dedicarse a esa función pues aún no ha abandonado su eterna profesión. “Salgo muy poco, casi nada. Fui algunas veces al Roberto Béttega a ver partidos y entrenamientos. Estudié dirección técnica, me recibí, pero por ahora sigo siendo jugador de futbol”, expresó convencido.
Después del terrible accidente, Gerardo pudo diferenciar quiénes eran sus verdaderos amigos y quiénes solo estaban a su lado por interés. Con mucha tristeza relata que muy pocas amistades entabladas en la época de jugador activo permanecen: “Desaparecieron muchos amigos, me abrí de otros y muy pocos quedaron. La verdad que vivo muy solo, porque ya pasó la etapa de las visitas y cada uno tiene que seguir haciendo su vida; más estoy en contacto con gente que conocí después del accidente, pero hay cinco que desaparecieron a quienes los tengo entre ceja y ceja porque yo pensé que eran mis mejores amigos”, cuenta muy afectado por la falsa amistad de esas personas, de quienes no quiso dar detalles.
Aunque muchos no tienen buen concepto sobre su persona, Traverso comentó que uno de los amigos incondicionales que nunca lo abandonó desde hace 21 años es Francisco Ocampo, presidente de Tacuary, quien ha sido su guía y a quien -asegura- le debe la vida. “Aunque muchos no piensen igual, para mí es la persona más solidaria y noble que conocí en mi vida”, aseguró.
Pero Tacuary y Ocampo no solo lo apoyan en lo moral y le aportan compañía, sino además, sin tener ninguna obligación, lo asisten económicamente desde hace exactamente una década, algo que muy pocos saben y que ahora se atrevió a sacar a la luz. “Es cierto, desde hace 10 años el club Tacuary me paga el sueldo como parte del plantel. Sinceramente, no tengo palabras de agradecimiento para él (Ocampo) y para el club”, dijo emocionado.
Con tristeza también menciona que “jamás” en estos diez años, después del accidente, los Futbolistas Asociados del Paraguay (FAP) se acercaron a él para preguntarle al menos cómo estaba. “Desde que me accidenté, (los de FAP) jamás vinieron a preguntarme si necesitaba algún medicamento o atención médica, y tengo conocimiento de una supuesta ayuda internacional para estas cosas. Ante varias situaciones similares a la mía de enfermedad o abandono, ahora entre varios colegas hemos fundado una agremiación (FUP) para ayudar a los más desprotegidos como yo”, relató.
Agradecido y noble, sin siquiera consultarle, Gerardo recordó a los profesionales que lo ayudaron a crecer en el mundo del fútbol y los nombró uno por uno. Dijo que recuerda a cada uno como los mejores de su época. “Recuerdo y estoy agradecido a Adolfo Riquelme, de la escuelita de fútbol de Libertad; Pedro Farias, en Rubio Ñu; Daniel Lanatta, el “Chocho” Llop, Mario Jacquet, el “Candado” Pérez, en San Lorenzo; el “Topo” Gimenez, en Olimpia; Daniel Raschle, Francisco Ocampo y el mejor preparador físico que tuve fue Francisco Núñez”, puntualizó.
Aunque estuvo algo duro en sus expresiones, también dejó un mensaje a los jóvenes, a quienes pidió aprovechar al máximo la vida, y a los que quieren ser futbolistas les aconsejó que disfruten todo: desde el olor del pasto hasta la práctica más dura, porque, según él, es la profesión más hermosa del mundo.
“Los jóvenes que sigan cualquier camino deben saber que la honestidad debe estar por encima de todo; la perseverancia, más para los que quieran ser futbolistas, que se dejen de ‘boludear’ con la playstation, el celular o la computadora, que no pierdan su tiempo en ‘boludeces’. Destinen tiempo en entrenamientos, después de entrenar descansen, disfruten las prácticas y partidos porque son únicos y para mí esta profesión es la mejor. Trabajar al aire libre, ver el sol, las estrellas, no estar encerrado en una oficina sin ver el cielo es lo más hermoso que existe”, afirmó hasta con un poco de “rabia” por el mal camino que eligen muchos jóvenes, sin aprovechar lo que él tanto valora.
Gerardo Traverso nació en Uruguay el 7 de julio de 1976, pero se formó futbolísticamente en el Paraguay, donde tiene familiares en el barrio asunceno de Trinidad. Comenzó jugando en las inferiores y la Primera de Rubio Ñu. Posteriormente, militó en Ríver Plate, Nacional, San Lorenzo, Guaraní, Cerro Porteño, San Lorenzo y Tacuary. También jugó en clubes del exterior como el Thiang Chin de China, Monterrey de México, Barcelona de Guayaquil (Ecuador) y el Dundee de Escocia.