Cargando...
No soy una persona, soy un voto; y como no estoy a favor de la autoridad de turno, para mí no hay chapas, terciadas ni víveres. Cada seis meses viene el agua, toma las calles, los patios; luego las casas y ahí todas nuestras cosas. Muchos nos critican, pero nunca entraron a la Chacarita...
El río Paraguay es el que sube todos los años entre otoño e invierno, tras las intensas precipitaciones, y hace que las feas y estrechas calles de mi Chacarita empeoren. El agua ya inundó totalmente la canchita donde juegan los niños, también tomó mi patio y está a tan solo unas lluvias de mi casa.
"Estás así por que querés", me dice la gente, por no irme a otro lugar, pero no entienden que mi familia y yo no tenemos dónde. Este es mi terreno, es mi casa, mi hogar.
El año pasado, la Senavitat nos ofreció una casa lejos de acá, en el Regimiento de Caballería N°4. Me anoté en la lista, ilusionada, pero luego me explicaron cuánto iba a ser la cuota de la casa, que tenía que pagar junto con la luz y el agua. Ahí recordé por qué estoy en la Chacarita.
Si viene alguien y me dice que hay otro lugar para mudarme en donde sí pueda pagar, ¡claro que me voy!
En Asunción ahora hay 10 refugios para "ellos", o sea los votos a favor, aún si todavía no les llegó el agua, ya están instalados "por si acaso". En el Bañado Norte hay 238 familias en los refugios y en el Bañado Sur 298 familias.
El agua paraliza todo. Los niños ni siquiera pueden jugar y deben esquivar las lagunas para llegar a la escuela, mojados, con frío.
El presidente de mi Comisión Vecinal, Pedro Servín, nos ayuda en lo que puede. A él no le importa el color y se pelea con los de arriba. En canoa, ayuda a sacar sus pertenencias a los que se mudan temporalmente.
En nuestra zona son más de 45 las familias afectadas. "Hay gente que ya está en el agua y no recibe ayuda porque es liberal(...) Mi casa está por agarrarle también el agua (...) Le hacen caso a los del interior y a nosotros no...".
Este año, el agua subió menos. Hasta ahora 4,8 metros. Entonces, todavía podemos colocar tablas y caminar sin mojarnos tanto. Perder tu heladera, cocina, cubiertos... todo; de un día para otro, ¿te imaginás? Lo que llevás es nada.
¿Cómo puedo "progresar" si cada año tengo que empezar de cero?
En el 2015, se llegó a 50.000 damnificados solo en Asunción; en el 2016, a 65.000 personas.
Lo más importante es ser fuertes juntos, en familia. En mi casa somos cuatro y prácticamente todos trabajamos. Nos dedicamos a la recolección y reciclaje.
Sin embargo, hay algunos que están solos, como el señor Vicente Orué. Él no tiene piernas, porque la diabetes se las llevó. El suelo de su casa está a pocos centímetros de convertirse en agua de río. Desde su cama cuenta que hace años vive mudándose empujado por el río, en la temporada entre otoño e invierno.
Pero él está muy agradecido con los vecinos, que están ahí a la hora de que se tenga que trasladar a una plaza o refugio.
Ya no sabemos a quién culpar o si toda la culpa es nuestra, pero cuando nos pasa esto, nos desesperamos y buscamos la ayuda de las autoridades. Algunas, como ya dije, no les importamos.
Teódulo Benítez llegó a la Chacarita cuando tenía nueve años. Era parte de un grupo de campesinos que se mudó a la Capital en busca de trabajo. "Qué vamos a hacer no queda de otra. Ahora el Gobierno está construyendo y tenemos esperanza en que se arreglen las cosas".
Teódulo dice esto porque desde la Chacarita vemos que se está construyendo la segunda parte de la Costanera de Asunción. Además, la Senavitat levanta varias viviendas en la zona y en otras. Él cree que estas obras le beneficiarán a su familia.
La calle Fernando de Mompox y Zayas es la más inundada en la Chacarita y es la que pasa al lado de su hogar.
Cuando el agua nos llega, es tiempo de partir de casa, no hay salida. Juntamos lo que podemos y nos vamos. No le deseo a nadie la travesía que debemos pasar cada año...
Las mascotas más queridas abordan a los botes o caminan con sus dueños "arribando"; otras enfrentan las inundaciones solas, sobre la basura, sobre el hambre, sobre el olvido.
Recibir la ayuda e ir a instalarse a una plaza o parque, tampoco es la solución, ni es lo que más anhelamos. La gente piensa que estamos felices de vivir entre terciadas porque ahí no pagamos luz o agua. Pero no tenemos baño para ducharnos siquiera, ni patio donde tender la ropa. Cuando llueve, no existe chapa sin gotera, y cuando hace frío se siente como estar a la intemperie.
La verdad es que de tener un hogar, pasamos a vivir en una pieza de chapas entre cinco, entre ocho...
Las previsiones de las autoridades no son tan catastróficas como en años anteriores, afirman, pues no se espera que el nivel de las aguas en la Capital supere los seis metros. Para aquellos que cada año deben migrar a tierras altas, hostiles por el rechazo de los lugareños, la amenaza del río es una tragedia que se repite y a la que uno nunca podrá acostumbrarse.
Imágenes 360°: Oscar Lescano Barreto.
Reportaje: Lía Barrios.
Edición y postproducción: Rodrigo Pujol.
Fotografías: Virgilio Vera.