La conciencia crece, pero el miedo sigue

La donación de órganos aún genera resistencia a pesar del significativo aumento de donantes voluntarios, el aspecto emocional juega un papel preponderante en las negativas ante un acto de entrega que en algunos casos representa la continuidad de la vida.

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Ian Carlos Farías Vitale falleció a los 6 años, mientras aguardaba un trasplante de médula debido a que le diagnosticaron Leucemia Linfoblástica Aguda. Esta enfermedad fue detectada cuando el pequeño tenía un año y cuatro meses de edad. Desde ese momento sus padres emprendieron una maratónica campaña para juntar fondos y costear tratamientos en el exterior a la espera de un donante que nunca llegó.

Según datos del Instituto Nacional de Ablación y Trasplante, hay 13 personas que aguardan un trasplante cardiaco, la misma cantidad de trasplantes realizados entre el 2008 hasta el 2014, 220 esperan un trasplante de córneas y 87 son los pacientes que requieren un trasplante renal. 

Si bien hubo un despertar en la conciencia colectiva acerca de la donación de órganos tras la muerte de la niña Anita Almirón el pasado año, con un significativo aumento de personas que se inscriben como donantes, esto posibilitó que Josías Britos pudiera ser trasplantado, pero también falleció a inicios de 2014, y de Jesús Ariel Leiva cuyo cirugía resultó exitosa. De tener solamente 3.000 donantes voluntarios en 2008, hoy se tienen registrados casi 21.000 nombres de personas que se inscribieron como donantes voluntarios.

En contrapartida existen familias con cierta resistencia, aún cuando la persona deja por expreso su voluntad de donar incluso después de la muerte. Sobre ese punto el doctor Gustavo Melgarejo, coordinador de trasplantes del INAT, dijo que una de las causas está ligada al aspecto emocional de una familia que tiene a un miembro en una situación delicada de salud, “hay circunstancias en que las emergencias se saturan, faltan camas o equipos y en caso de un desenlace fatal hace que las tasas de negación sean un poco más elevadas”.

No obstante indicó que en lo referente a córneas y médula ósea registran un aumento en comparación a años anteriores, la dificultad de encontrar donantes se ve mayormente para órganos sólidos como en el corazón y la parte renal, ahí es donde todavía estamos resentidos, para este tipo de trasplantes el donante no tiene que tener problema alguno de salud para no poner en peligro la vida de quien recibe.

El médico también habló de la implementación de células madre como otra opción que está siendo explorada en la medicina paraguaya. De hecho, ya se realizaron tres implantes de células madre, “se está viendo la probabilidad de implementar en pacientes vasculares y cardiología y gastroenterología, esto es muy esperanzador para la gente que tiene una enfermedad que en tratamientos normales no encuentra una respuesta”.

La complejidad de la donación de órganos llega a tal punto que el INAT cuenta con psicólogos y enfermeros que estudiaron esta disciplina para establecer vínculos con las familias que pasan por una situación de este tipo, intentando convencer que aún en el dolor de lo irremdiable existe la esperanza y esa esperanza se materializa mejorando la calidad de vida de otra persona y en algunos casos hace la diferencia entre la vida y la muerte.

En otro momento destacó el hecho de que el Hospital de Clínicas reflote la iniciativa de efectuar trasplantes, teniendo en cuenta que fue pionero en esta materia, pero requiere una serie de requisitos como salas especiales, laboratorios y profesionales capacitados para el efecto.

El Hospital de Clínicas de la Facultad de Ciencias Médicas ha perdido, por fallecimiento, un 30 por ciento de sus pacientes con insuficiencia hepática, mientras que el 40% sigue en lista de espera. La Facultad de Medicina solicitó al Ministerio de Salud la habilitación para poder iniciar el complejo procedimiento, pero el proceso es lento.

 

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