La Asunción que recibe Ferreiro

El próximo lunes 21 de diciembre, Mario Ferreiro asumirá como intendente municipal de Asunción. El nuevo jefe comunal recibe una ciudad con serios problemas estructurales. La gente espera que esta vez las autoridades cumplan.

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Entre los problemas más sensibles que afectan a la capital de nuestro país se pueden mencionar algunos puntos específicos como la recolección de basura (que engloba lo de Cateura y qué otras alternativas hay), el sistema de transporte público (los internos de Asunción, si hay posibilidad de bicisendas, etc., los buses chatarras), la situación del centro histórico, qué tipo de actividades culturales se puede implementar y la recuperación de espacios públicos.

Otro tema de fuerza mayor es la situación de los damnificados por la crecida del río Paraguay, que desde mitad del año pasado dejó a miles de familias sin un hogar y que hasta ahora no saben qué rumbo tomarán. La situación de las plazas y parques abandonados también es un tema que deberá resolver la administración de Ferreiro, y como uno de los principales problemas, por supuesto, aparece la situación de las rutas municipales y los baches que perjudican a los automovilistas que transitan por Asunción.

Empezamos desde hoy una serie sobre los principales desafíos que deberá enfrentar Ferreiro para -dentro de cinco años- ver si su gestión tuvo algún tipo de impacto positivo sobre estos problemas.

La crecida del río Paraguay de mediados de 2014 desplazó a 16.716 familias de los bañados y la Chacarita a zonas más altas de la ciudad. El drama de las familias damnificadas será uno de los puntos que deberá resolver la administración Ferreiro a partir de diciembre de este año. Actualmente, de esta cantidad afectada, todavía sigue en los refugios habilitados un total de 4.227 familias, según registros oficiales del Consejo Municipal de Emergencias y Desastres de Asunción (Comueda).

Ningún intendente pudo solucionar hasta ahora el drama de los desplazados que cada año se tiene en Asunción. La crecida del río Paraguay que se tuvo entre junio y julio de 2014 fue una de las más altas de los últimos años en el país y movilizó a masas enteras de familias, que vieron igualmente cómo sus pertenencias quedaban bajo las aguas. El fenómeno obligó a crear 129 refugios temporales en seis puntos de la ciudad, haciendo que miles de familias tengan que salir de sus casa.

Pero hasta ahora miles de personas que tienen sus casa en los Bañados Norte y Sur permanecen en los refugios, mientras que decenas de familias de la Chacarita continúan en la zona alta, ocupando parte de los parques del Congreso y del Cabildo. Esto obedece a que no saben a ciencia cierta si el agua volverá a subir y tendrán que evacuar nuevamente de sus barrios originales. Muchas de las casas de madera fueron abandonadas en los puntos de refugio pero no la desmontan porque en cualquier momento puede haber otra crecida del río, lo que los obligaría a ocupar de nuevo estas viviendas provisorias.

Todo cambio se muestra como una esperanza. Para algunos damnificados, el nuevo timón que tendrá la Municipalidad a partir de la presencia de Mario Ferreiro representa de alguna manera una ilusión de tener algo mejor. Que vivir en los bañados ya no signifique mudarse cada seis meses de sus casas para ir a sobrevivir en plazas, en mínimas condiciones de salud y denunciando ser estigmatizados. Sin embargo, para otros, la situación con Ferreiro finalmente no cambiará mucho; “Ya pasaron las elecciones, ahora ya no van a venir”, reflexionan. Tal es el caso de Amado Sánchez, uno de los desplazados por la crecida del río, que actualmente vive junto con sus cinco hijos.

Sánchez se muestra absolutamente pesimista ante un futuro cambio o solución definitiva en el caso de los damnificados que están en diferentes puntos de Asunción, concentrados en refugios. “Esta situación no va a cambiar porque definitivamente los políticos sólo usan a la gente. Nosotros ni siquiera sabemos si ya podemos volver a nuestras casas, si ya no vamos a ser afectados por la crecida, nadie viene a hablarnos en forma oficial”, cuenta Sánchez. Dice además que, al igual que la mayoría de las familias que están en los refugios, perdió gran parte de sus pertenencias, que quedó bajo agua en su vivienda del Bañado Sur. “Cada seis meses que hay inundación es empezar de vuelta y esto se repite hace varios años” dice Sánchez.

La queja de Sánchez tiene eco también en el pensamiento de su madre, Gregoria González, que a sus 76 años sigue lavando ropa a mano en medio de las casas de tabla, madera y hule que se instalaron en forma provisoria en medio del paseo central de la avenida Itá Yvaté, más conocida como 21 Proyectadas, en la frontera misma entre los barrios Republicano y Obrero.

No obstante, doña Gregoria muestra mucho más optimismo que su hijo. “Yo creo que Mario está más con los pobres, eso lo que nos hizo creer al menos. Espero que ahora que está en el poder no se olvide de nosotros”, expresa, mientras va cargando su balde con agua y jabón en polvo para el lavado de sus ropas y los uniformes escolares de sus nietos. Doña Gregoria dice que cada tanto tienen que escuchar la promesa de los candidatos a intendente y espera que esta vez no se repita la mera promesa de tener algo seguro en donde vivir. “Lo único que queremos es que la Municipalidad nos pueda asegurar un lugar seguro en donde quedarnos. Ya no da gusto andar así, cada un año, cada seis meses, mudándonos”, dice doña Gregoria.

El pedido para el nuevo intendente prácticamente se unifica entre los pobladores de este tipo de refugios. Para quienes están en el puesto ubicado a los pies del Cerro Lambaré, lo principal es contar con un terreno seguro y que no esté al alcance de las aguas. La mayoría de estas familias –que también están en condiciones mínimas, con casas de tabla y hule- provienen del barrio Yukyty, una de las principales zonas afectadas por el aumento del caudal hídrico del Paraguay.

“Yo no quiero plata ni que me regalen nada. Yo lo que pido es que la Municipalidad nos pueda dar un terreno y que podamos pagar mensualmente, porque vivir así ya es imposible. Acá el calor es insoportable, es imposible estar dentro de las casitas”, dice Nélida Rita Cortázar, que está desde abril ocupando junto a su familia un predio en la entrada al Cerro Lambaré, al costado del local de la Policía Municipal de Tránsito.

De acuerdo con los datos que maneja la Municipalidad de Asunción, de las 16.713 familias que el año pasado fueron desplazadas, actualmente continúan en refugios 4.227, según el Comueda. Estas familias están ubicadas en puestos provisorios del cuartel R.I.14 y cuartel R.C.4, refugio San Felipe (Chacarita) frente a la Catedral, Barrio Chino, 21 Proyectadas y plaza San Isidro.

Los desplazados vienen de diferentes barrios que están en la ribera del río. Después de la crecida de mitad del año pasado, el desplazamiento de barriadas enteras cambió prácticamente la fisonomía de la ciudad. En aquella oportunidad, las autoridades calcularon en prácticamente 100.000 la cantidad de personas que tuvieron que abandonar sus casas de los bañados Norte y Sur, de Tablada, de la Chacarita y de Yukyty, que fueron los barrios más afectados por el aumento del nivel del río.

El drama de los damnificados acarrea un problema no menor que debe resolver la nueva administración municipal y que tiene que ver con la situación de los vecinos en donde se instalan estos refugios temporales; en más de una ocasión, los residentes del barrio Obrero, en donde a lo largo de las 20 cuadras se instalaron los desplazados por el río, manifestaron sus inquietudes. El problema para el vecindario radica principalmente en la pérdida de los espacios públicos que se tenía en el paseo central de 21 Proyectadas. No obstante, otro conflicto que se genera tiene que ver con el sistema sanitario de los refugios instalados en la zona, ya que en muchas ocasiones, los encargados del desagüe de los sanitarios móviles no llegan a tiempo. 

Otro grave problema que se tiene con estos sitios de refugio y que depende exclusivamente de la Municipalidad es la recolección de basura. En varios de los puntos utilizados para albergar a estas personas damnificadas no se realiza una recolección diaria de los residuos, lo que los convierte en minivertederos clandestinos en los que deben convivir los cientos de niños que viven en estas casas temporales. 

Luego de que el río Paraguay empezó a recuperar su nivel, varias familias volvieron a sus viviendas de los bañados, para volver a empezar de cero, ya que prácticamenter perdieron todo lo que tenían. En estos lugares, el agua dejó toneladas de basura, convirtiendo las calles de los bañados en verdaderos basureros que en ese momento, no tenían la respuesta de la Municipalidad. 

El problema en general de los refugiados igualmente no depende únicamente de la Comuna de Asunción, pero la institución puede y tiene la obligación de impulsar políticas públicas que apunten a generar un mejor bienestar para esta cantidad de familias que viven dentro del territorio municipal de la capital del país.

A principios de este año, la Secretaría Nacional de la Vivienda (Senavitat) creó un programa de solución habitacional para 50 familias -de la zona conocida como Lombardo- que estaban afectadas por la creciente del río. Este proyecto se concretó finalmente con apoyo de la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) y la Secretaría de Acción Social (SAS). Sin embargo, el impacto de este programa es mínimo teniendo en cuenta que las familias beneficiadas no llega ni al 2% de la gente que todavía sigue en los refugios temporales.

La Senavitat igualmente informó que se está trabajando en un proyecto macro con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para la construcción de viviendas a favor de estos damnificados, pero todavía no se definió este plan. Mientras tanto, cerca de 4.300 familias de Asunción esperan que esta nueva administración municipal pueda impulsar soluciones definitivas al problema que los aqueja desde hace años. Ferreiro y su equipo tienen la oportunidad esta vez de no repetir la historia. 

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Fotos: Pedro González/Abc Color

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