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La adicción a las drogas es considerada una enfermedad que no se cura. Es como una patología crónica, pero, con un adecuado y persistente tratamiento, el paciente puede rehabilitarse.
Según el Centro Nacional de Control de Adicciones, el alcohol es la puerta principal para la drogadicción; es más, el 80% de la población paraguaya consume alcohol y el 5% de esta cifra está compuesta por adictos. La marihuana es la droga ilegal más consumida y el crack, la más dañina.
"Comencé tomando cerveza, después cigarrillos. Pasé a probar marihuana, hasta que quise algo más fuerte y entré en la cocaína para terminar siendo adicto al chespi (crack). Cuando me di cuenta, ya no podía salir", comenta Arturo Bento, quien reside en Lambaré.
El joven explica que su rebeldía de adolescencia se salía de lo normal, pues cargaba amargura por problemas que había entre sus padres, que son de clase media. "Era violento y desobediente. Ya por problemas de drogas me expulsaron del colegio privado al que asistía; fue por eso que no terminé el colegio. Aceleró mi caída en el mundo de los vicios mi ingreso a la barra organizada del Club Olimpia, a los 14 años", relata Arturo.
Comenta que rápidamente tuvo la opción de vender "veneno" a otros jóvenes, dentro y fuera de la barra. "Ahí fui escalando hasta llegar a hacerme uno de los líderes de grupo. Tenía 30 jóvenes a mi cargo. A la par, crecía mi adicción y mi ingreso al mundo de la delincuencia fue inevitable. Como si nada, ya estaba asaltando para sostener mi vida de vicios. Fue así que caí preso. Estuve en la Cárcel de Emboscada por tres meses", retala con los ojos cerrados y una mueca de dolor, evidenciando el dolor del recuerdo.
Al salir de su encierro siguió con su vicio. Describió que era como una cadena de hierro de la que no se podía soltar. "Hoy creo que Dios comenzó a mostrarme cosas. Vi que la droga me distanció de mi familia, de mis estudios, de todo. Un espíritu de miedo comenzó a apoderarse. En la barra y en la venta de drogas, uno no hace amigos, sino enemigos. De a poco entendí que tenía que hacer algo. Fue así que fui al Centro Nacional de Control de Adicciones, buscando ayuda. Efectivamente, tuve un periodo de abstinencia y dejé por un tiempo de consumir. Pero el diablo no me quería dejar ir y volví a caer al recibir un golpe: mi novia perdió un bebé que esperaba. Esa fue como una excusa para volver a meterme en la droga", relata.
Bento sintió caer nuevamente al pozo y esta vez sin fuerzas para salir. Sabía que se estaba destruyendo y eso lo deprimió.
Efectivamente, la reincidencia después de periodo de abstinencia se debe a la falta de un seguimiento integral. La droga comúnmente conocida como “crack” que circula en el Paraguay es una de las más adictivas y nocivas, aunque no es de las más consumidas. Su uso puede convertir a una persona en adicta desde la primera dosis y sus efectos son mortales.
El director del Centro de Control de Adicciones, Manuel Fresco, explica que el crack tiene en el consumidor un efecto más rápido e intenso que el que se obtiene con otras drogas, pero dura menos tiempo, lo que lo empuja a consumir otra dosis en un periodo de entre 15 y 30 minutos para continuar con el efecto estimulante sobre su organismo.
"En este mundo de la adicción perjudiqué a los que más quiero. El amor por ellos tenía que ser la motivación para salir, me dije, mientras luchaba contra lo que me pedía mi cuerpo. Algo más pasó y me empujó a ir por el camino del bien, y fue que uno de mis amigos murió de un balazo mientras hacía un asalto en un supermercado, dejando huérfanos a sus pequeños hijos. Esto fue como si Dios me revelara: o te salís ahora, o terminarás muerto o en la cárcel. Doblé rodillas y pedí la ayuda de nuestro Creador", destaca el joven mientras se secaba las lágrimas.
Lo que pasó después de pedir ayuda al cielo fue algo increíble, afirma. "Dios hizo que me tope con amigos con quienes antes me drogaba y que eran de la barra. Ellos estaban saliendo de la adicción con ayuda de Dios. Iban a una iglesia cristiana que está al lado de la Municipalidad de Lambaré. Recordé que antes ya me habían invitado, pero los había ignorado. Fue así que me sumé a ellos y se me abrieron puertas de esperanza. Con ayuda de personas que conocí en la iglesia fui a un retiro y me limpié espiritualmente. Nací de nuevo y ese cambio impactó a mi familia. Les pedí perdón y con ayuda de Jesús estoy ganando todo lo que perdí por andar alejado del bien. Ahora retomé el oficio de la carpintería con ayuda de mi hermano", comenta.
Arturo indicó que Dios puso en su corazón trabajar por aquellos jóvenes que están atrapados en la droga y delincuencia, como él lo estuvo hasta hace poco. "Hoy sé cómo soportar los ataques y tentaciones. Quiero mostrar ese camino a los que necesitan, predicándoles la Palabra y mostrando mi testimonio", concluye.