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Delincuentes, perdidos, escorias, haraganes, son solo algunos de los adjetivos que se utilizan en la sociedad para enmarcar a las personas sumidas en adicciones como el alcohol o sustancias químicas más fuertes.
A diario podemos escuchar desde los comentarios más esperanzadores hasta los más extremistas: “podemos ayudarlos”, “hay que eliminarlos”, de gente que quizás no llega a dimensionar la magnitud de una problemática social que no compete solo a “unos pocos”.
La gente acostumbra a ocuparse de un problema solo cuando este le afecta directamente y este es el caso de los constantes asaltos, la creciente inseguridad, el acecho de personas que en cualquier esquina, autobús o parada te piden dinero, lo que le roba a uno la tranquilidad de transitar tranquilo, y es entonces cuando empieza a plantearse la drogadicción como un problema más complejo.
El Dr. Manuel Fresco, director del Centro Nacional de Adicciones, comentó a ABC las principales dificultades de esta adicción y cuál es sistema que utilizan para ayudar a los drogadictos a superarla. En esta problemática podemos hablar de varias aristas como la mala influencia en la familia, la escasez de recursos que hacen que muchos se encuentren en situación de calle, la ausencia de los padres, las malas compañías, la falta de motivación y, en el proceso de recuperación, la dificultad para la reinserción laboral.
Ya sea falta de información, miedo o simple indiferencia, muchas de las personas afectadas nunca se acercan a ningún centro de ayuda ni son diagnosticadas por un profesional, lo cual imposibilita tener una dimensión concreta del panorama a nivel nacional. Al no existir estadísticas exactas es difícil que la sociedad o el Estado terminen de discernir la magnitud del problema.
Lo preocupante es que cada día los menores de edad empiezan a consumir drogas desde más jóvenes. Para dar una idea, en el 2016 155 niños y adolescentes fueron ingresados al Centro Nacional de Adicciones, sin embargo, “no hay estadística de adictos ni de consumo. Hay una dispersión de los datos, no se diagnostica siempre, por eso cuesta tener la magnitud del problema”, explica el Dr. Manuel Fresco.
En el Centro Educativo de Itauguá el 93% de los jóvenes consume drogas. Orlando Castillo, director general del Servicio Nacional de Atención al Adolescente Infractor (Senaai) comentó que los jóvenes entran con bajo peso, los de 17 años parecen de 13 por el extenso consumo, no solo de cannabis, sino de crack u otras sustancias, y más del 50% ingiere varios tipos de droga.
En marzo de este año el centro contaba con 173 jóvenes de los cuales 160 consumen drogas. Entonces los llevan al Centro de Adicciones para consultar con un psiquiatra, que le establece medicaciones y desde la correccional hacen el acompañamiento con terapia y una alimentación más fuerte.
En el refugio Centro Abierto de Painac, al cual asistieron de abril hasta junio 102 niños, cerca del 80% consume algún tipo de droga, principalmente crack, según Ariel Acosta, uno de los encargados del hogar.
El programa Painac trabaja con niños, niñas y adolescentes en situación de calle, a quienes brindan refugio, aseo y alimentación. En el caso de que tengan alguna adicción, los ponen en contacto con el Centro de Adicciones.
“El consumo de crack es el consumo de moda, por así decirlo”, manifestó el encargado del centro. Relató que articulan las consultas del Centro de Adicciones con el Ministerio de Salud, donde hacen las consultas de pediatría, luego los chicos entran a un protocolo de 30 días de internación para desintoxicarse.
“Nosotros trabajamos con la voluntariedad de los chicos y a través de ese vínculo que hacemos con ellos, los llevamos al centro”, expresó Ariel Acosta.
Según el doctor Manuel Fresco, del Centro de Adicciones, muchas veces el principal problema de las personas adictas es su entorno, su familia, sus seres queridos. Cuando el joven está en proceso de recuperación de una adicción después del gran trabajo de un grupo de profesionales, muchas veces son los padres o familiares los que ejercen una mala influencia para volver al consumo.
En el caso del refugio de Painac, el encargado comentó que la mayoría de las familias de los menores de edad están desvinculadas, es decir, con los vínculos rotos, y que además “el factor de pobreza que se maneja alienta a estos chicos a arriesgarse a las calles”.
Orlando Castillo, de la correccional de Itauguá, coincidió con el doctor Fresco en que son muchas veces las familias las que influyen en el consumo de las drogas, inclusive con el microtráfico. Relató que en marzo de este año cayó una madre con 76 pelotitas de crack y 3 copos de marihuana intentando entrar al centro educativo.
Todos los tratamientos comienzan con una consulta ambulatoria con psiquiatras o psicólogos en el Centro Nacional de Adicciones. El doctor Manuel Fresco confesó que en el país hay una escasez de psiquiatras, ya que los actuales no abastecen para todo el país. “Habría unos cuatro o cinco psiquiatras residentes por año”, expresó.
Para el diagnóstico los pacientes tienen que ser vistos por todos los profesionales y se hace un circuito. Cada profesional tiene un cupo máximo de atención: los psiquiatras, hasta diez personas por turno (que duran de cuatro a cinco horas), y los psicólogos atienden hasta ocho pacientes. En total atienden hasta 80 pacientes cada uno.
El Centro de Adicciones tiene solo 30 camas para internación: que serían 15 para adultos y 15 para menores. En ese sentido el doctor Fresco aseguró que no es necesaria siempre la internación, ya que esta se aplica solo en el caso de que la situación amerite alejar al enfermo de su entorno.
Los profesionales en el área de internación son siete médicos en total. Los otros dos centros de atención con los que trabajan a nivel país son: Vida sana, de Encarnación, y la Clínica de desintoxicación de Alto Paraná (Centro de Tratamientos Especializados), conectado con la Iglesia católica, la Gobernación y la Municipalidad.
Orlando Castillo señaló la escasez de psiquiatras y trabajadores sociales en el país que principalmente afecta a las ciudades del interior. “Necesitamos trabajadores sociales para que la familia esté involucrada, pero eso lleva un tiempo más de trabajo, y a veces, cuando lo estamos logrando, el chico ya queda en libertad porque ya se cumplió el plazo”, sostuvo.
El tratamiento en el Ministerio de Salud es totalmente gratuito, así como la medicación y la internación. En el sector privado, el monto a abonar va de G. 2 millones hasta G. 8,5 millones al mes, con internaciones que duran de tres a ocho meses, comentó el doctor Fresco.
Hace unos meses se reportaba la vuelta de los limpiavidrios a los semáforos de Asunción luego de que la Municipalidad les prohibiera estar en los cruces de la capital. Entonces el concejal asunceno Elvio Segovia (PDP) dijo que el trabajo de reinserción se está realizando, pero que no es suficiente.
Indicó que el programa social “Asunción te incluye” necesita más recursos porque, además de capacitar a los limpiavidrios, hay que conseguirles un trabajo y “no todos son empleables de buenas a primeras”, ya que algunos no cumplen con los requisitos aptitudinales y otros son adictos.
Lo mismo ocurrió con el empleo de los cuidacoches. La empresa Parxin, que controlaría el estacionamiento tarifado de la ciudad, contrató a cerca de 400 personas que estaban en las calles, sin embargo, otras tantas quedaron fuera por diferentes motivos, entre los cuales se encuentran razones similares a las de los limpiavidrios, incluyendo la adicción, una realidad que cualquier ciudadano puede constatar con sus propios ojos en las calles de la capital.
El doctor Fresco dijo que la reincidencia es altísima. “No conozco ningún usuario de drogas que la primera vez que intentó dejar de drogarse haya sido la última y nunca más lo haya intentado”, afirmó. Al consultarle si habría una posibilidad de recuperar a tanta gente afectada, respondió: “Si no creyera que pueden recuperarse no estaríamos aquí día a día tratando de sacarlos de la adicción; porque creo en ello es que sigo. Quizás sea difícil, muy difícil, pero no imposible”.