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“Siempre digo que mi primer contacto con la cetrería fue entre los 11 y 12 años, porque exactamente no me acuerdo, pero recuerdo que leí que el halcón peregrino es el ave más rápida del mundo, y ahí, en un apartado chiquitito, que se usaba la cetrería con halcones para cazar con ellos. Ahí me di cuenta de que tenía que sí o sí practicar eso porque me encantaba”, afirmó Palacios.
Ahora, a sus 31 años ya vive de esto, ya que aún hoy la cetrería tiene usos prácticos, como controlar e impedir por ejemplo el tránsito de aves en el aeropuerto Silvio Pettirossi, por la peligrosidad que estas implican para las aeronaves que aterrizan en la estación aérea local.
Los inicios no fueron fáciles, ya que pese a que ahora hay una asociación de cetreros, la cual Palacios preside, hace varios años no había información de esta disciplina que consiste en entrenar a aves rapaces para cazar, algo que incluso es considerado por la Unesco como patrimonio cultural de la humanidad.
“Mi incursión en la cetrería comenzó con el tema de internet y después entré a un foro, le escribí a gente de afuera, después accidentalmente pude conseguir un libro y así despacio” se fue dando todo, relata. A los 16 tuvo su primer halcón, pero fue recién en la facultad de Veterinaria donde decidió convertir esto es su forma de vida.
“Durante el transcurso de la carrera, me enteré que existía el tema de que se usaba la cetrería para los aeropuertos. Además, me encanta poder trabajar con eso, y ahí fue cuando me puse las pilas, investigué, contacté con gente que trabajaba en el extranjero, y fui poco a poco probando”, recordó sobre el trabajo que realiza desde el 2012 en el aeropuerto de Luque, cazando aves.
Hoy ya cuenta con una veintena de aves y de las más exóticas. “Tengo una gran variedad de rapaces, halcones aplomados, halcones murcielagueros; conseguí los halcones peregrinos, que son los más rápidos del mundo; gavilanes de Harris, que son muy generalistas, utilizados para todo, y búhos y lechuzas, que además uso para exhibición. También tengo un águila real, la primera y única en Sudamérica, que traje de Eslovaquia, y un águila mora”, explicó.
En cuanto a entrenamiento, todos tienen su particularidad, pero hasta ahora no encontró ninguno con el temperamento del águila real. “El águila real te desafía. Al halcón y a las otras rapaces se las adiestra; al águila real se la doma; tiene un carácter totalmente distinto. Es como que le tengo que domar porque es como que tiene cero miedo, te desafía y te ve inferior a ellas”, comentó.
Otro aliado fundamental en tierra son los perros, ya que los teros, las garcitas, los caranchos, incluso patiños que rondan el aeropuerto temen tanto a los halcones que prefieren quedarse en tierra.
Palacios explica que la cetrería no es como tener una mascota, y menos un animal de servicio, sino un estilo de vida. “Es prácticamente una alianza que uno hace con el ave, por más que se reproduzcan en cautiverio, aun así son animales salvajes. Es un halcón libre, que sube a 500 metros de altura y ahí hace lo que quiere; si está enojado, puede decir ‘me voy’. De eso se trata la cetrería: enseñarle que haciendo esa alianza tiene más posibilidades de cazar”, remarcó.
Obviamente, las aves requieren sus cuidados, entre ellos, no comer lo que cazan, al menos no inmediatamente, ya que aves como las palomas, por ejemplo, pueden llegar a transmitir más de 40 enfermedades que pueden afectar al hombre.
“En el momento de la captura no suelo dejarles comer, para evitar enfermedades. Para no desperdiciar la carne, lo que hago es darle una codorniz que es criada en cautiverio, y lo otro guardo y al congelar mueren parte de las bacterias y días después le doy”, dijo el cetrero.