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Feromonas sexuales lentamente liberadas por una pastilla dentro de una caja atraen a las vinchucas y cuando estas ingresan a la “trampa”, un sensor las detecta y envía la señal a un servidor central, que está a cientos de kilómetros de distancia del lugar donde se colocó el dispositivo. Suena simple, pero la creación de las “trampas” para vinchucas que hoy están colocadas en la comunidad indígena Tiberia de la parcialidad Nivaclé, en el departamento de Boquerón, implicó años de trabajo arduo y alianzas estratégicas entre profesionales e instituciones de distintas áreas.
Un equipo de 14 personas de la Centro Para el Desarrollo de la Investigación Científica (Cedic) y la Facultad Politécnica de la UNA trabajaron en el proyecto. La bióloga especialista en entomología Antonieta Rojas de Arias, actual presidenta de la Sociedad Científica del Paraguay, creó la feromona sexual que atrae al insecto responsable de la transmisión del Chagas, enfermedad originaria de América Latina que causa millones de infecciones y miles de muertes al año. La efectividad de la feromona fue comprobada e inicialmente usaban bolsitas de plástico para atraer a la vinchuca, a la que también se conoce como chinche o babero. Con el calor del Chaco la feromona se evaporaba muy rápido, lo cual fue un problema hasta que la doctora Magna Monteiro creó una pastilla que libera lentamente la sustancia que actúa como cebo.
Esa pastilla fue introducida en una cajita de cartón y nuevamente una barrera: la comunidad indígena está muy lejos de Asunción y el control se hacía difícil. Contactaron entonces con el ingeniero Federico Gaona, docente investigador de la Politécnica de la UNA, especialista en mecatrónica y le plantearon el problema. Fue él quien creó todo el sistema electrónico de sensores que reportan el ingreso del insecto a la trampa.
El dispositivo sirve apara alertar de forma temprana sobre la presencia del insecto y puede ser muy útil para los programas de control de Chagas. Con eso los fumigadores sabrán dónde aparecen, en qué momentos, con qué clima. Podrán crear un mapa de infestación muy específico y actuar conforme las necesidades.
El proyecto hasta ahora fue financiado con fondos especiales del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Se ha invertido la suma de 900 millones de guaraníes en este proyecto, precisó la bióloga. No es mucho para lo que aporta, destaca. Según Gaona, producir cada dispositivo hoy rondaría los 50 dólares (aproximadamente 250.000 guaraníes), pero ese precio puede variar si se produce en masa.
Actualmente están en etapa de validación del sistema electrónico y una vez que se termine todo el trabajo esperan conseguir lo que en el mundo de la innovación se llama “un ángel inversor”, dijo la profesional. Ambos mencionaron además que el equipo todavía debe ser mejorado.
La idea es que para producirlo en masa la caja ya no sea de cartón, habrá que encontrar un material resistente a los ambientes donde deben ser colocados, además de que están trabajando en un sistema de imágenes que identifique y garantice que sea una vinchuca la que ingrese a la trampa, ya que existe un margen de entre 2 y 5 por ciento de que puedan ingresar otros insectos. Con el sistema de imágenes no solo podrían confirmar a distancia -ahora lo hacen in situ- que es una vinchuca, sino también de qué especie se trata, ya que hay varias, algunas más peligrosas que otras.
Los nivaclé quieren conocer más. Pablo Farías, líder de la comunidad indígena donde fueron colocados los dispositivos, dijo que están muy contentos de poder apoyar el trabajo del equipo de investigación. Farías y otros miembros de su comunidad ayudan a cuidar que las trampas no sufran ningún daño. "Ellos me dicen muchas cosas", comentó. Dijo además que a su comunidad, especialmente a las mujeres, les gustaría que el Ministerio de Salud organice charlas para explicarles más acerca del mal de chagas y de otras enfermedades.
Rojas de Arias destaca el trabajo de todo el equipo, especialmente el de Monteiro y el del doctor Christian Schaerer, que son los más “viejos” del equipo y que están no solo dirigiendo sino formando gente joven en el área de la investigación científica.
El equipo fue justamente el que decidió postular el trabajo que hizo Federico Gaona al premio “Innovadores Menores de 35”, que otorga la publicación científica MIT Technology Review en español, que este año se estrenó por primera vez de manera conjunta entre Paraguay y Bolivia.
De entre cuatrocientos postulantes paraguayos, Federico Gaona y otros cuatro compatriotas fueron seleccionados para la premiación, así como tres jóvenes bolivianos. La entrega de premios se realizará el próximo 27 de setiembre en el Centro Paraguayo Japonés de Asunción.
“A mí siempre me interesó hacer ciencia, investigación, aportar algo a la humanidad, a la ciencia y ahora sin darme cuenta -ahora recién me estoy dando cuenta- que el proyecto realmente tiene mucho valor”, comentó Gaona. La bióloga líder del equipo dijo que están todos muy contentos y muy orgullosos del premio de Gaona, a quien describió como una promesa para la investigación científica en Paraguay.
Aprovechó la ocasión para destacar que este tipo de proyectos salen cuando la gente se junta, cuando se alían las instituciones, porque por separado nadie habría podido lograr nada, señaló. El valor de esto -más allá del valioso aporte para la salud en Paraguay y en la región- es el aprendizaje en alianzas estratégicas, manifestó.