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Una clase con dibujos y textos acordes a las lecciones a ser desarrolladas, cuentos con ilustraciones gigantes, objetos didácticos y la participación de todos los niños con la previa planificación de la maestra es una realidad que camina a paso lento.
Esta versión de la historia compite con pupitres bajo el árbol, que a veces son más seguros que los techos de las precarias edificaciones de las escuelas, maestras autoritarias, clases improvisadas, escasez de recursos didácticos y niños que van a la escuela descalzos, o los que nunca han podido pisar una institución educativa.
Sin embargo, en relación a la calidad de la Educación Básica en el Informe Global de Competitividad 2016-2017 del Foro Económico Mundial (por sus siglas en inglés World Economic Forum – WEF), nuestro país ha tenido una leve mejoría, dejando el último puesto del Ranking en el que estuvo durante el periodo 2015-2016, ahora en el 136 de 140.
Algunos factores que juegan en contra de la calidad de la Educación Básica son, por ejemplo, la falta de caminos hasta las instituciones educativas, como en Torres Cue de Paso Yobái (departamento de Guairá) o Vaquería (departamento de Caaguazú), sitios en que los caminos son clausurados por cualquier lluvia, por lo que los niños pierden clases.
Pero la calidad de Educación Básica no basta con la alfabetización, que es aprender a leer y escribir, sino que debe superar una gran dificultad denominada alfabetismo funcional. Este concepto se basa en la incapacidad de una persona (niña, joven o adulta) de comprender lo que lee.
La exministra de Educación Marta Lafuente había mencionado este inconveniente en varias ocasiones, haciendo referencia a una cuenta pendiente que todavía quedaba por saldar. En ese marco, el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) ha iniciado proyectos de lectoescritura para combatir el analfabetismo funcional, lo que efectivamente apunta a la mejora de la Educación Escolar Básica, cuya base principal reside en los primeros años escolares: si el niño no aprendió bien, puede arrastrar eso toda su vida.
El proyecto de Lectoescritura “Leo Pienso y Aprendo” empezaba como un plan piloto por parte del MEC en el 2009. Es un proyecto focalizado, no masivo que abarca el primer ciclo: primero, segundo y tercer grados, que sería el nivel en que los niños aprenden a leer y escribir, en busca de erradicar el analfabetismo funcional. Sobre esto nos habló un técnico especialista del Ministerio de Educación.
El departamento educativo del diario ABC Color ha realizado talleres de capacitación para docentes que trabajan con este proyecto, por ejemplo, el año pasado en coordinación con la Supervisión educativa de Villeta.
La experiencia ha sido bastante interesante y prometedora, pero lo cierto es que requiere de mucha inversión, paciencia y por sobre todo vocación.
¿En qué consiste?
Las escuelas focalizadas están trabajando con materiales que el MEC les provee porque hay folleto guía para el niño, para el docente y cuentos con láminas gigantes, los cuales son imprescindibles y tener eso es un poco complicado por el costo que representa, explica el profesional.
El docente que empieza con un grupo en el primer grado, debe seguir con el mismo los dos siguientes años, es decir hasta terminar el primer ciclo, porque debe ir avanzando a la par que los alumnos en el proceso.
La capacitación se hace aproximadamente durante tres semanas anuales durante un año: primero se realiza en febrero para arrancar, en mayo y agosto y van haciendo módulo por módulo cómo se va a abordar un tema. Se trabaja mucho los gestos, algunos docentes son muy reacios porque implica trabajar más, tiene todo su planeamiento. Lo que pasa es que el docente no quiere cambiar muchas veces lo que estaba haciendo a otras formas y al arrancar es de repente un poquito lento”, relata el especialista del MEC.
Aquí entra en juego la vocación que se necesita para una alfabetización integral, puesto que las guías son bastantes amplias, requieren de planificaciones detalladas, preparar materiales y hacer que los niños se integren. La iniciativa requiere de los aprendizajes significativos, de la colaboración de los niños, se considera, por ejemplo, sus ideas previas a la lectura de algún texto y merece bastante movilidad para que la enseñanza sea más dinámica.
El técnico del MEC comentó que por el costo de los materiales el MEC no puede llevar la experiencia a todo el país, pero sí se puede lograr a través de la autogestión.
Las escuelas que lo quieren hacer y no están focalizadas lo pueden hacer por autogestión. Hay dos departamentos que ya implementaron la experiencia en todas las escuelas, por ejemplo, en Caazapá se hizo gracias a la ayuda de Juntos por la Educación y en Misiones, es solventado por la Gobernación.
En Caazapá presentaron el proyecto al MEC solicitando la implementación de la estrategia en todo el departamento, entonces la cartera estatal lo aprobó por resolución y proveyó los materiales en forma digital, entonces ellos se encargaron de hacer la impresión, la recopilación y las láminas, entre otros.
“Por ejemplo las instituciones privadas también pueden aplicar, el MEC les provee de todo el soporte digital. Siempre es mejor, solicitarlo por escrito a la dirección general de Educación Inicial y Educación Escolar Básica”, señaló.
Finalmente dijo que ya hay experiencias de alumnos que están hace tres años implementando este proyecto y la experiencia fue bastante positiva.
En Paraguay tenemos iniciativas viables como estas, pero es necesario recordar que a pesar de la buena voluntad hay causas que interfieren en su curso. Una de ellas es la cuestión social: muchos niños no desayunan antes de ir a la escuela lo cual disminuye su nivel de concentración y capacidad de aprendizaje.
Otro punto importante es el pensamiento de muchos docentes de “la vieja escuela” que prefieren hacer clases exponenciales, como en tiempos anteriores y se reusan a implementar estrategias más participativas. Esto también se debe al bajo arancel salarial que reciben los docentes públicos, lo cual los obliga a dar clases en varias instituciones, restándoles tiempo para la debida planificación.
Y finalmente, además de varias otras circunstancias, el principal factor es falta de mayor presupuesto para educación.
La información oficial es que nuestro país solo destina el 3,4% de su Producto Interno Bruto (PIB) a educación, mientras que lo recomendado por la Unesco es destinar a esta causa como mínimo el 7% del PIB.