Alerta en obesidad infantil

Uno de cada tres niños padece de esta enfermedad. Aproximadamente seis de cada diez consultas en nutrición infantil son referentes a un exceso de peso y a nivel país, uno de cada tres escolares tiene problemas de sobrepeso.

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Los expertos describen a esta enfermedad como uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI y destacan que el exceso de peso en los niños es el principal predictor de obesidad en la edad adulta. Los riesgos alarmantes de la obesidad infantil radican en que esta contribuye al desarrollo de otras enfermedades crónicas como diabetes, daños cardiovasculares, hipertensión, algunos tipos de cáncer, entre otros.

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El principal indicador de este mal es el porcentaje de grasa corporal. Se debe hacer una evaluación completa y analizar los datos que arroja la curvatura de crecimiento indicada por la OMS, para diagnosticar los primeros indicios del problema.

También con una exploración visual, se pueden constatar si el niño tiene un exceso de peso. “En nuestra sociedad el bebé gordito esta visto como sano y el bebé delgado parece desnutrido” comentó Nadine Fanego, experta en nutrición infantil, quien enfatizó en la necesidad de acudir al nutricionista para verificar que el peso del chico esté dentro de los parámetros saludables. “Con relación a los niños, el término correcto al hablar de peso, es crecimiento adecuado o crecimiento inadecuado” acotó la especialista. “En etapas iniciales lo principal es el suministro adecuado de calorías para crecer” expresó.

Los nutricionistas del MSPBS explican que los parámetros que se consideran en el estado nutricional los pequeños son el peso, la estatura y la edad. También se tienen en cuenta la circunferencia encefálica (el tamaño de la cabeza del niño) o si nació prematuro.

Hasta los dos años los niños son medidos acostados en un infantómetro. De dos a cinco años se consideran el peso y talla acorde a la edad (lo estipulado por la OMS). En cada etapa se van considerando nuevos parámetros para el desarrollo saludable. Desde los cinco años hasta los diecinueve se considera el indice de masa corporal con relación a la estatura (IMC).

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La mala alimentación y el sedentarismo son los principales agentes que ocasionan malnutrición en los niños (que puede ser carencia o exceso de peso). Este muchas veces se traduce en una predisposición a continuar con los malos hábitos durante la vida adulta, según alertan los expertos en el tema.

El consumo de alimentos poco saludables como las comidas rápidas o "comidas chatarras", con alto contenido graso y sal, las bebidas azucaradas como gaseosas y algunos jugos envasados favorecen a la obesidad infantil. Si los niños no son habituados a la ingesta de alimentos saludables, ricos en nutrientes, es poco probable que este “gusto” por los alimentos sanos emerja de forma natural en ellos.

Comer bien se aprende y a medida que el niño va creciendo, así como va desarrollando sus habilidades intelectuales, deberá aprender a elegir correctamente lo que ingiere, para mantenerse sano.

Los profesionales del rubro destacan que el sedentarismo se convirtió en un grave problema en las generaciones más jóvenes, debido a que los juegos y actividades al aire libre fueron sustancialmente reemplazadas por actividades relacionadas al uso de la tecnología.

Resulta más cómodo que los niños se queden horas frente a la televisión o con las computadoras, que organizar encuentros y actividades fuera de la casa. Los padres por falta de tiempo o por priorizar la preparación académica, prefieren que los niños se queden encerrados y postergan la realización de actividades, que en futuro serán vitales para la salud de sus hijos.

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Numerosos padecimientos surgen a raíz de la obesidad infantil, siendo estos más serios que los generados en los adultos. Algunas de estos males producidos por la mala alimentación durante la infancia son:

Trastornos metabólicos: este es un síndrome descompensa el equilibrio del organismo. Puede causar hipertensión, triglicéridos altos e Intolerancia a la glucosa volviéndose resistentes a la insulina.

Diabetes tipo dos: que es el producido por la mala alimentación a diferencia del tipo uno que es básicamente, herencia genética.

Trastornos en la alimentación: los problemas acarreados por la obesidad no solo afectan físicamente a los niños. También lo hacen psicológicamente, es por ello que muchos niños desarrollan bulimia (se dan atracones con la comida), anorexia nerviosa (dejan de comer cuando están frente a situaciones que le resultan estresantes), vigorexia (especialmente entrando en la adolescencia, cuando buscan obsesivamente un cuerpo atlético y musculoso).

Daño hepático: la obesidad genera grasa en el hígado, lo que puede desencadenar en una cirrosis.

Apnea del sueño y asma: se da cuando el niño no respira bien al dormir y puede pasar de 10 a 30 segundos sin recibir oxígeno. Esto impide el descanso correcto lo que provoca bajo rendimiento escolar, imposibilidad de concentrarse y otros problemas cognitivos. Los problemas de oxigenación también generan daños en el sistema respiratorio.

Los nutricionistas también hablan sobre los efectos psicológicos que tiene la obesidad en la infancia. Los niños se enfrentan a muchos otros retos fuera de la presión para adelgazar. Pueden ser objetos de burlas en la escuela, muchas veces despiadadas, debido a su peso corporal.

Con el paso del tiempo, esta situación pueden tener una gran carga emocional que los hace sentir aislados, avergonzados y tristes. El ser víctima también puede afectar el estilo de vida de los chicos y conducir a conductas obesogénicas, como evitar las actividades sociales y los deportes y darse atracones en respuesta al estrés así como también a trastornos de la alimentación como anorexia o bulimia.

Para tener un peso adecuado se recomienda la creación de una cultura de alimentación saludable, la que en principio es creada en la familia. Desde temprana edad se debe instar a los niños a llevar una vida sana, eligiendo comidas que ayuden al crecimiento y desarrollo.

Se deben consumir frutas, verduras, lácteos y alimentos ricos en nutrientes, siempre evitando los excesos y combinaciones saturadas de carbohidratos.

Este hábito de “comer bien” será un factor determinante en el futuro, con gran incidencia en la salud en la edad adulta, explicó Rossana Caballero, nutricionista del Instituto de Previsión Social y el Hospital Materno Infantil de San Lorenzo.

La realización de deportes y actividad física es importante durante la niñez como generador de hábitos y rutinas que se extenderán en el resto de la vida. Los deportes contribuyen al desarrollo social de los jóvenes, permitiéndoles la interacción con sus pares, la integración y también la posibilidad de hacer amigos.

Es también una certeza que aquellos niños y adolescentes involucrados en actividades deportivas, tienen mayor disciplina, autoconfianza, la predisposición a adquirir hábitos saludables y mantenerse alejado de los vicios como el tabaco, alcohol, drogas. También tienen un mejor rendimiento escolar, detallaron los expertos.

Los niños entre 4 a 12 años necesitan un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada o vigorosa que sea adecuada para la fase de desarrollo y conste de actividades diversas. Para controlar el peso puede ser necesaria una mayor actividad física.

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Es iniciativa del Ministerio de Educación fomentar la educación alimentaria en las escuelas. Sin embargo, dadas las precariedades del sistema educativo estatal, son pocas las instituciones que implementan programas que insten a los niños a comer sano.

La mayoría de colegios privados cuentan con comedores que ofrecen propuestas variadas, donde los alumnos pueden acceder a productos saludables y de calidad. Algunos tienen profesionales de nutrición que se encargan de elaborar el menú de lo que será servido.

Sin embargo, en las instituciones dependientes del Estado, la situación es diferente pues muchas de ellas no tienen comedores, solo cantinas gestionadas de forma privada.

La merienda y el almuerzo escolar están regulados y preparados según estándares estrictos hechos por el ministerio, sin embargo esta medida no es suficiente para la construcción de una mentalidad alimentaria de calidad.

El MEC lidera la implementación del Programa de Alimentación Escolar del Paraguay (PAEP) sustentada en la Ley N° 5210/2014 que tiene como principal objetivo instalar la Educación Alimentaria Nutricional en las Instituciones Educativas; pero este programa necesita de un apoyo financiero, del que muchas veces no disponen las escuelas.

De las más de 7.500 escuelas públicas de capital, el MEC solo implementó este proyecto, desde su creación en el 2016, en 75 instituciones, de acuerdo a los datos proveídos por la Dirección de General de Bienestar Estudiantil de la secretaría.

La dificultad económica es el principal factor de la mala alimentación de los infantes, quienes debatiéndose en la posibilidad de comer o no, no tiene grandes opciones a la hora de elegir sus alimentos.

Desde la Unidad de Prevención de Obesidad del MSPBS resaltaron que en los últimos años aumentó en gran manera el número de niños con obesidad en el país.

En el año 2010 el 19.9 de los niños en edad escolar sufrían de sobrepeso. Esta citra aumentó a 17.9% para el 2012; 18.7% para el 2014 y el mayor aumento fue en el 2016, donde se registró un 20.2% de escolares con exceso de peso.

En cuanto a la obesidad, los chicos que padecían esta enfermedad en el año 2010 eran 8.2% del alumnado; para el 2012 el porcentaje llegó a 8.4%. La cifra no aumentó en gran medida para el 2014 con un 8.5%. El 2016 registró un aumento del 2,2% llegando a un porcentaje de 10.7% de niños con obesidad.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó un reciente informe donde consta que hace más de tres décadas, el número de obesos en el mundo se ha duplicado. En Paraguay, el 56,7% de la población adulta tiene exceso de peso (sobrepeso) y el 22,8% presenta obesidad.

De acuerdo con estos hallazgos, 1 de cada 4 paraguayos padece de obesidad y 2 de cada 3 refiere algún grado de sobrepeso u obesidad. En tanto que el 30% de los escolares y adolescentes registra sobrepeso y obesidad y el 45% de las embarazadas presenta esta condición.

Cabe destacar que la obesidad, más que un problema estético, es considerada una enfermedad crónica y un factor de riesgo para el desarrollo de diversas afecciones, y como tal se debe buscar ayuda de profesionales de la salud.

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La nutricionista Rossana Caballero comentó que la mayoría de los niños que acuden a consulta nutricional van derivados por el pediatra ya con un caso de obesidad.

Expresó que la falta de control por parte de los adultos sobre lo que comen los niños es el principal causante del sobrepeso y que en principio, son los padres lo que deben tener una educación alimentaria para poder guiar correctamente a sus hijos. “Los hábitos de tomar agua, comer frutas, verduras y hacer ejercicios deben ser adquiridos en casa, por toda la familia” puntualizó la especialista.

En otro punto, Nadine Fanego, hizo referencia al uso de la comida como recompensa. “Utilizar la comida como método de premio está mal porque el chico va a querer hacer algo bien solo para comer” explicó.

Detalló que al usar la comida como incentivo, se crea una asociación errada, que luego forma un hábito de buscar comida para sentirse mejor, entendiendo que es un elemento de bienestar y no un suministro de energía y “combustible” para vivir. “Lo ideal es que el niño entienda que comer es una actividad que le permite seguir funcionando, como recargar las baterias; no un evento social o una forma de sentirse mejor” concluyó.

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