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Era una escena de increíble carnicería.
En julio de 2003, un grupo rebelde recientemente rearmado, Liberianos Unidos por la Reconciliación y la Democracia, resumió su asedio de dos meses a la capital Monrovia, peleando para quitarle el control del país al presidente Charles Taylor. Niños-soldados pelearon en ambos bandos, en un área repleta de civiles.
En la batalla conocida localmente como “Tercera Guerra Mundial”, los jóvenes soldados que peleaban para los rebeldes estaban armados con lo que “The Economist” (Gran Bretaña) llamó “juguetes nuevos y relucientes” con los que no tenían experiencia. Las peleas dejaron a cientos de civiles muertos y unos 2.000 heridos.
“[Los] disparos de mortero estaban tan mal apuntados que eran especialmente aterradores y difíciles de evadir para los civiles”, dijo la organización internacional sin fines de lucro Human Rights Watch. Las balas, metrallas y cohetes atravesaban cuerpos, causando muerte y mutilación instantáneas, de acuerdo a reportes de testigos obtenidos por el grupo.
Una de las compañías que llevaban armas a la vecina Guinea -para que se distribuyan a los rebeldes liberianos- era Katex Mines Guinee, de acuerdo a un panel de expertos de las Naciones Unidas. Katex Mines era una de las varias compañías Katex que operaban en África Occidental y Europa en las industrias de la construcción, los plásticos, el gas y los ladrillos.
El HSBC Private Bank (Suiza) era el banco de Katex Mines Guinee en ese entonces, y siguió brindando a la compañía servicios financieros incluso después de que las Naciones Unidas la señalaran como “posible proveedora de armas” de rebeldes liberianos. De acuerdo a los archivos obtenidos por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y Le Monde, la cuenta fue abierta en febrero de 2001. En un punto dado en 2006, el año en que fue cerrada, el balance de la cuenta llegó a US$ 7,14 millones.
Katex Mines Guinee no es la única cuenta de HSBC vinculada a conflictos en África, de acuerdo a los datos.
El HSBC Private Bank, operando desde la históricamente neutral Suiza, era un conducto financiero para operadores de negocios y criminales que alimentaban y financiaban algunas de las más sangrientas guerras de África y algunos de los más corruptos negocios armamentísticos.
Para el HSBC, los hombres y las mujeres detrás de estos conflictos eran clientes lucrativos; colectivamente, las cuentas de gente vinculada al tráfico de armas y a los contratos armamentísticos corruptos en al menos siete países africanos tenían en 2006 ó 2007 balances que sumaban más de US$ 56 millones.
El HSBC reconoció que su banco privado suizo previamente carecía de culturas de cumplimiento y estándares de auditoría apropiados. “Hoy”, dijo el banco al ICIJ en una carta, “el equipo de Gerencia en Suiza... es sustancialmente diferente al periodo antes de 2011”.
En 2000, luego de una serie de controversiales préstamos, HSBC adoptó estrictas medidas contra la financiación de armas. La nueva política, que aún sigue en efecto, declaraba: “No brindamos servicios financieros para transacciones en la compra de otras armas”, tales como las de fuego o misiles.
Pero la política no impidió al banco operar cuentas para clientes envueltos en tráfico de armas y conflictos. El HSBC lo hizo incluso cuando su participación había sido revelada –a veces con años de antemano– en artículos de noticias, investigaciones judiciales y reportes de las Naciones Unidas.
Entre los clientes del HSBC se incluye al dueño de una fábrica de cigarrillos que supuestamente llevaba armas a rebeldes durante la guerra civil de Burundi a principios de la década de 1990. Otro cliente era la esposa de un hombre de negocios parisino cuya cuenta era utilizada por su esposo para ayudar a dirigir millones en sobornos a militares y funcionarios gubernamentales angoleños para ganar contratos para tanques, minas terrestres y barcos de guerra durante la guerra civil del país. El HSBC también registró a un asesor político sudafricano y a un cabildero tanzano que juntos supuestamente recibieron US$ 24 millones por persuadir a gobiernos de contratos sobrevaluados por radares y jets de BAE Systems.
HSBC también brindó servicios financieros a un ingeniero libio con vínculos al exdictador Muammar Gadhafi y quien supuestamente trabajó con miembros de la Mafia italiana desde 2006 para intentar importar 500.000 rifles Kalashnikov libios a China.
Si bien algunas de las cuentas de HSBC vinculadas a supuestos mercaderes de armas ilegales fueron eventualmente bloqueadas, otras siguieron activas.
Ninguno de los individuos involucrados con las cuentas mencionadas respondió a una solicitud de comentarios por parte del ICIJ.
“Este tipo de mercaderes o vendedores utiliza la fachada de un negocio legítimo para violar sanciones de la ONU y las leyes de otros países”, dijo Kathi Austin, una experta en tráfico de armas y directora ejecutiva del Conflict Awareness Project, en una entrevista con el ICIJ.
El caso más claro en que el HSBC falló en dejar de hacer negocios con un supuesto traficante de armas fue el de Katex Mines Guinee, dirigida por Ahmed Fouzi Hadj. En un punto dado de 2005, el HSBC bloqueó la cuenta por razones no especificadas, pero los documentos que obtuvo el ICIJ muestran que Hadj y el banco continuaron con su relación hasta setiembre de 2006.
Al momento del levantamiento en Liberia, el gobierno de Guinea, la nación africana vecina donde Katex operaba, ya llevaba mucho tiempo bajo sospecha de apoyar a rebeldes liberianos. En julio de 2002, el ministro de Asuntos Urbanos y Hábitat de Guinea firmó un contrato de US$ 35 millones con Katex para la construcción de viviendas y almacenes. El dinero fue transferido a la cuenta de HSBC de Katex en Ginebra.
Observadores expertos de la ONU investigaron los envíos de Katex desde el 8 de noviembre de 2002 hasta el 5 de agosto de 2003, incluyendo un cargamento para el Ministerio de Defensa el 30 de junio, justo antes del asedio en Liberia. Su reporte al Consejo de Seguridad decía que una aerolínea con base en Ucrania entregó los cargamentos en vuelos que se originaron en Ucrania. Las autoridades de allí y funcionarios de la aerolínea dijeron que los cargamentos no contenían armas, pero los observadores de la ONU establecieron que las armas fueron cargadas en una parada en Teherán, Irán.
“El panel entiende que Katex ha importado armas y munición durante los últimos 10 meses”, decía el reporte, añadiendo que los observadores sospecharon de negocios con armas cuando vieron cajas verdes de madera etiquetadas como “detergente”, importadas por Katex en la aerolínea ucraniana, siendo cargadas en camiones militares. “Los manifiestos incorrectos son una táctica común para disfrazar envíos de armas”, dijeron los expertos de la ONU.
En un informe de noviembre de 2003, Human Rights Watch reportó alegatos de que el Ministerio de Defensa de Guinea utilizó a Katex Mines “como un corredor para maniobras militares”, citando un certificado de aterrizaje de bombas de mortero con el nombre de Katex. Los expertos de la ONU habían reportado que fuerzas especiales asignadas a la Presidencia de Guinea y conocidas como las Boinas Rojas custodiaban las oficinas de Katex en la capital de Guinea, Conakry. Y, destacaron, “mayor confirmación fue obtenida de fuentes diplomáticas, de que las armas habían sido transportadas en camión desde Katex Mine[s] Guinea a Koyama y Macenta”, cerca de la frontera con Liberia.
La guerra civil terminó de manera oficial solo un mes luego de la “Tercera Guerra Mundial” de 2003 en Monrovia. En 2005, Ellen Johnson Sirleaf, una economista educada en Harvard y exministra de Finanza, fue la primera mujer elegida como presidenta en un país africano. Fue reelegida en 2011.
La carrera de Hadj es una curiosa mezcla de aclamación y condenas criminales. Nacido en Siria, en el pueblo de Qamishli, cerca de la frontera con Turquía, Hadj emigró a Italia.
Su afirmación de que estudió como cirujano cardíaco ha sido repetida y disputada en la prensa, pero acabó teniendo éxito en Italia, donde amasó una fortuna y junto a su esposa adquirió en 2006 al menos siete casas y complejos, un hotel en Montecarlo y un restaurante, de acuerdo a investigadores italianos. Katex Mines Guinee, una de las cuatro compañías de Katex con base en Guinea pero que no parece operar mina alguna en el país, fue fundada en 1998 e importó productos agrícolas y maquinaria industrial a la nación africana de acuerdo a Human Rights Watch.
Hadj también tuvo una serie de investigaciones y condenas criminales, comenzando en la década de 1990.
En 2004, cuando era cliente de HSBC, fiscales en Montecarlo abrieron una investigación a Hadj por cargos de lavado de dinero. El resultado de la investigación es desconocido.
Detalles sobre el trabajo de Hadj en Guinea comenzaron a emerger a través de una investigación de la policía italiana sobre una supuesta bancarrota fraudulenta de Katex Italy S.á.r.l., una subsidiaria de Katex que comerciaba en cañerías industriales y que supuestamente escondió US$ 12,5 millones de las autoridades. Hadj fue condenado por cargos de fraude de bancarrota y sentenciado a seis años de prisión en 2013, lo que Hadj actualmente está apelando. El diario italiano La Repubblica reportó en julio de ese año que Hadj había dejado Italia y ahora vivía en Ucrania.
En 2014, Hadj recibió una sentencia suspendida de siete meses por financiar ilegalmente la campaña electoral de un exalcalde italiano en 2007. En noviembre de 2014, Hadj fue condenado de nuevo y sentenciado a otros seis años de prisión, esta vez por la bancarrota fraudulenta del club de fútbol Lucchese, del cual Hadj fue presidente entre 2005 y 2008. Al momento de su arresto, en 2010, los diarios italianos reportaron que Hadj fue hallado, con una “descuidada barba blanca”, escondido en el salón de calderas de la piscina de su lujosa villa, fingiendo ser un plomero.
A través de sus abogados, Hadj declinó comentar sobre “sus viejos asuntos”.
Estadio del Lucchesse, club del que fue presidente Hadj. Foto: gazzettalucchese.it
Durante la investigación de la bancarrota de Katex Italy, las autoridades italianas intervinieron los teléfonos de Hadj y sus colegas e hicieron transcripciones de las conversaciones, copias de las cuales se pusieron a disposición del ICIJ. Las conversaciones revelan detalles de los negocios globales de Hadj, incluyendo su cercana relación con el líder de Guinea y referencias explícitas a sobornos.
En una llamada del 5 de mayo de 2005, habló con un colega sobre un pago para “el viejo”, un término común de respeto en la África Occidental francoparlante; investigadores italianos creen que se trata de una referencia al expresidente de Guinea, Lasana Conté, quien murió en 2008.
Fotos: businessinsider.com - The Guardian - Le Monde