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El triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos marcó el inicio de la nueva era para los políticos conservadores y su variante de extremo o ultraconservadores en todo el mundo. Sin embargo, fue el 2018 el año en que ultras y conservadores mostraron sus músculos y lograron acaparar la escena política en Europa, Asia y América, despertando no solo temores, dudas o incertidumbres, si no también la radicalización en sus filas.
En Europa grandes líderes -entre ellos la poderosa Ángela Merkel, de Alemania, y Emmanuel Macron, de Francia- se muestran como detractores del proteccionismo económico y nacionalismos que acompaña el auge de la derecha en muchos países.
Pero ¿qué pasó en América Latina?
La agencia española EFE analiza que el calendario electoral y político de América en 2018 permitió ver un giro en la mayoría de los países del Sur y parte del Norte.
Así, en los últimos tres años el continente ha dado un giro hacia la centro-derecha, donde la excepción este año fue el cambio en México.
La carrera electoral arrancó este año en Costa Rica, cuando en abril resultó ganador el progresista Carlos Alvarado; en el mismo mes le siguió Paraguay con el conservador Mario Abdo Benítez, y en junio Colombia eligió a otro conservador, Iván Duque.
El 20 de mayo el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, fue reelegido en unos comicios en los que no se presentó la mayoría de la oposición por estar inhabilitados, presos o por considerar que no existían garantías para un proceso electoral justo.
Venezuela sigue sin duda en el centro del debate de toda la política regional, la crisis que atraviesa ese país y sus relaciones han marcado de alguna manera las decisiones de los gobiernos de América, en las que incluso Trump ha insinuado que debe haber más “presión” para que haya un cambio en el país.
Entre los grandes cambios destacan la elección del socialista Andrés Manuel López Obrador en México, el conservador Jair Bolsonaro en Brasil y la llegada de Miguel Díaz-Canel a Cuba luego de casi 6 décadas de castrismo.
De signos diferentes, López Obrador, elegido en julio, y Bolsonaro, en octubre, tienen en común que llegaron a la Presidencia de sus países por el descontento con la economía, la corrupción y la violencia, fenómenos muy presentes en los dos grandes países latinoamericanos, destaca la agencia española EFE.
López Obrador asumió el 1 de diciembre en reemplazo de Enrique Peña Nieto (liberal) con la promesa de un gobierno austero, dando prioridad a la política interna. Sobre las relaciones de México con el exterior señaló que espera tener buenos nexos tanto con el presidente de EE.UU., Donald Trump (republicano), como con el de Venezuela, Nicolás Maduro, que gobierna su país con mano de hierro.
El caso de Bolsonaro genera dudas en Mercosur, el bloque comercial que integra Brasil junto a Argentina, Paraguay y Uruguay.
La futura ministra de Agricultura adelantó que podrían abandonar el bloque sudamericano si no hay cambios que redunden en resultados favorables para su país.
Además, el nombramiento de Ernesto Araújo como futuro canciller de Brasil preocupa a sus vecinos por sus posiciones contra lo que llama “globalismo” y su defensa del nacionalismo.
En su campaña electoral, este conservador y nostálgico de la dictadura brasileña propuso un cambio en su política exterior: “poner énfasis en las relaciones y los acuerdos bilaterales” y abundaron los discursos proteccionistas.
El periodista Javier Lafuente, afirma en su artículo para El País (España) que “la historia de Bolsonaro es la historia de la victoria de Donald Trump; del Brexit; del rechazo al proceso de paz de Colombia; del triunfo en Italia del ultraderechista Matteo Salvini y del populista Movimiento 5 Estrellas; de la consolidación de Marine Le Pen en Francia”.
Otro relevo histórico, aunque sin cambio de ideología, fue el nombramiento de Miguel Díaz-Canel como presidente de Cuba, cerrándose así cerca de 60 años de presidencia de los hermanos Fidel y Raúl Castro.
Para el próximo año están previstas las elecciones presidenciales en Argentina, donde el presidente Mauricio Macri ya ha dado muestras de buscar la reelección; y en Bolivia, Evo Morales fue habilitado para postularse de nuevo, lo que ha generado fuertes protestas en el país tanto de opositores como de sectores que hasta ahora lo apoyaban.
El 2019 seguirá a este que acaba como año electoral: dos centroamericanos -Guatemala y El Salvador- y tres sudamericanos -Uruguay, Bolivia y Argentina- elegirán nuevos mandatarios, aunque según las tendencias los partidos de gobierno mantendrán el poder.
Estados Unidos estará también en el radar con la precampaña para las elecciones presidenciales de 2020 en las que Trump buscará la reelección.
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y de Rodrigo Duterte a la de Filipinas, la victoria del Brexit y el avance de las corrientes radicales en Alemania y Francia son algunas muestras de la ola populista que recorrió el mundo en 2016 y se afianzó en 2018.
Movimientos y partidos de derecha proliferan en Europa, aupados por cuesta económica y crisis migratoria, temas recurrentes en los discursos de líderes nacionalistas y radicales. Pero hay algo más que promueve el auge de estas ideas: según BBC Mundo la influencia que adquieren “proviene de la gente común y no de los políticos”, además los grupos conservadores tiene en común “creencias religiosas, comunidad, identidad nacional, protección contra la migración y apoyo a la unidad familiar”.
En Alemania, la ultraderecha reunida en el partido ultraderechista y euroescéptico Alternativa para Alemania (AfD) logró en medio siglo acceder a escaños en la Bundestag (Parlamento). Se trata de una agrupación política en ascenso que se posicionó este año como primera fuerza opositora.
La tendencia derechista europea tocó suelo en España, específicamente en Andalucía, un bastión del socialismo español, con la victoria del movimiento ultraderecha Vox en los comicios celebrados a principio de este mes. El éxito en estas elecciones le permitió acceder a bancas en el legislativo regional donde se ubicó con 12 de las 109 bancas disponibles. Analistas dijeron a la agencia EFE que la victoria de Vox fue un castigo a los partidos tradicionales.
Hungría lo gobierna el nacionalista y conservador Viktor Orban, que ganó por amplio margen los comicios de abril con su discurso anti Unión Europea, antiinmigración y contra el liberalismo, según la agencia EFE. En palabras de Orban la emigración pone en riesgo la identidad húngara.
El Parlamento de Polonia está bajo control del partido nacionalista Ley y Justicia (PiS). Este país no apoyó el Pacto de Naciones Unidas sobre la Inmigración, en línea con la decisión adoptada por sus vecinos Hungría y Austria. Este último sigue bajo liderazgo de Sebastian Kurz -el jefe de Gobierno más joven del mundo- en el poder desde hace 1 año. Si bien este joven primer ministro se manifiesta a favor de que su país siga en la Unión Europea, critica el discurso proinmigración de la canciller alemana, Ángela Merkel.
En junio de este año, en Italia, tras ida y vueltas que duraron más de un mes, asumió como primer ministro Giuseppe Conte, cuyo primer anillo de gobierno lo integran Luigi Di Maio, líder del Movimiento 5 Estrellas (antisistema) y Matteo Salvini, jefe de la Liga (extrema derecha), euroescéptico y de fuerte discurso antiinmigración.