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Según el sacerdote, “si las causas estuvieran vinculadas a alteraciones en el proceso genético, desde la estructura cromosómica o desde una alteración en la producción hormonal, en la gestación del cerebro, o en la de los órganos genitales, por ejemplo, estas posibles alteraciones determinan ciertos comportamientos que no son producidos por voluntad de la persona”.
Agrega además que “si la homosexualidad hubiera sido inducida por problemas en la educación, también la voluntad de la persona afectada estaría condicionada”.
“Cuando el comportamiento homosexual se debe a alteraciones afectivas por diferentes motivaciones, la persona afectada debe éticamente poner todos los recursos a su alcance para superar esa inclinación, que le limita y le impide realizarse en su integridad biológica, afectiva, sexual y social. Es primordial la voluntad para superar esta alteración, y en caso de que fuese necesario, recurrirá a un profesional que le ayude a orientarse”.