¡A nadar se ha dicho!

El agua enriquece al niño desde los primeros meses de vida. Genera múltiples beneficios a nivel físico y psicológico, y aprender a nadar es una práctica que le puede salvar la vida.

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Paola Quiñónez Villalba, profesora de educación física y salud, afirma que a partir de los seis meses de vida ya se podrá llevar al bebé a las clases de natación, pero siempre en compañía de los padres.

“El agua que se encuentra en la pileta debe ser limpia, climatizada y bien tratada, porque la piel del bebé es muy delicada. No se aconseja colocar al menor cremas, ya que puede resultar la piel resbaladiza estando dentro del agua. En cambio, sí se podrá usar humectante al salir del agua, que protegerá la dermis del recién nacido y evitará la resequedad ante la presencia del cloro en la pileta”, indica.

Refiere, además, que “el agua debe tener una temperatura de 32/33 grados, como mínimo, debido a que los bebés sienten con más facilidad la temperatura fría del agua. Otra recomendación es no consumir alimentos una hora antes de ingresar a la piscina; después de la clase sí podrá el alumnito alimentarse”.

En las clases de natación se trata de lograr que los bebés tengan un mayor vínculo familiar a través de la comunicación”.

Por higiene y seguridad, la profesora aconseja el uso de pañal especial para el agua y una gorrita, ya sea de tela o silicona, a fin de que el bebé se acostumbre a su uso.

Señala que “todo se logra con paciencia y constancia, mediante juegos con pelotitas de colores y barquitos flotadores que distraen al pequeño. Se inicia a través del movimiento de los brazos y las piernas con ayuda de mamá o papá”.

Nunca es tarde para empezar a aprender una disciplina. “Se puede iniciar a partir de los tres años de edad, con el estilo libre o crol; se realizan pataleos alternados y brazadas, acompañados con respiración de costado. También ya se puede practicar el estilo espalda o dorsal, que se realiza con la posición frontal o vista hacia arriba, y la respiración natural. Los niños requieren mucha práctica de flotación para llevar a cabo el segundo estilo”, recuerda.

Tener confianza

Quiñónez agrega que “en lugar de presionar al niño, se deberá alentarlo con frases motivadoras como “ya lo estás haciendo solito, aplausos, felicidades, te sale súper bien, sos una campeona”.

Es importante que tanto el profesor como los papás hablen con el infante, para brindar confianza, porque así pierderá el temor al agua. Pero nunca estará sin vigilancia y acompañamiento de adultos responsables.

“El profesor de natación acompañará al alumno, le enseñará y hablará; este ya tendrá luego más confianza y se animará a nadar solo”.

Se aconseja que “el nivel de agua sea playo para un mejor aprendizaje; tendrá entre 80 y 135 centímetros de profundidad”.

Nadar es un deporte que previene la obesidad en niños. Favorece la socialización y la solidaridad, y ayuda a superar miedos. Entrena y advierte sobre los peligros y los cuidados a mantener.

darzamendia@abc.com.py

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