La mágica ilusión de Nochebuena

Analizando qué es lo que más estimamos de la Navidad, solemos pensar en el hecho de “estar juntos”. La fiesta familiar por excelencia reúne a varias generaciones con los nietos y abuelos como ejes.

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Las lucecitas, el pesebre, las velas, el arbolito y los demás adornos componen una atmósfera fantástica. Si bien cada familia celebra según sus posibilidades, ni bajo los más humildes techos la Navidad pasa desapercibida. Padres, hijos, nietos y otros se congregan en casa para compartir, una vez más, estos ritos: una cena de Nochebuena, regada con sidra o el típico clericó del Paraguay, además de la ansiadísima entrega de regalos a los niños. Un detalle de cuidado se da justamente al momento de dar o recibir obsequios, para cuando aconsejamos controlar nuestras reacciones y, principalmente, las de los más pequeños. Los presentes son simbólicos, pues no siempre serán de nuestro agrado y, si nos diesen uno improductivo, ya veremos qué hacer con él. Las normas de educación nos enseñan el valor de ser agradecidos, como también cuán incorrecto es herir los sentimientos ajenos y, peor aún, tratándose de parientes.

Las fiestas navideñas implican, además, encontrarnos con familiares de cuya compañía no disfrutamos o no la deseamos. En tales casos, mantengamos la cordialidad, la cortesía; ambas serán necesarias para que la cita transcurra en calma.

La Nochebuena es una de las conmemoraciones más especiales del año; se trata de la ocasión en la que la mesa es portadora de lo mejor para el paladar: todo un banquete, cuyo fin, tradicionalmente, es reunir a toda o la mayor parte de la familia. Queremos que todos estén contentos, por lo tanto, solemos elaborar algún plato diferente, como pavo o pollo navideño, y un postre clásico. Algunas personas contemplan un menú específico para que los chicos vivan intensamente esa velada empapada de ilusiones.

Sabores propios de Nochebuena

Las opciones más representativas, como el chipá, la sopa paraguaya, el chipá guazú y una gran variedad de dulces de sobremesa, hacen las delicias de quienes gustan de nuestra gastronomía. En la mayoría de los hogares paraguayos, el 24 es pródigo en ensaladas, papa, arroz; carnes de ave, vacuna, porcina y hasta bovina. Para ello, los ciudadanos del interior preparan sus animales domésticos con meses de antelación. Entre las propuestas de los más acaudalados no falta aquello hecho a base de carne de pavo, cerdo o res, además de bebidas (desde whisky hasta champán, pasando por las más selectas etiquetas de vinos importados). Por otro lado, prevén ofrecer helados, budines, flanes, ensalada de frutas y cremas.

Toda esta ceremonia solamente tendría algún sentido si elevamos una oración y pedimos a Dios que lleve esperanza a quienes la perdieron, alegría a quienes guardan tristeza en el alma y amor a cada rincón del mundo… ¡Que pasen todos una muy feliz Navidad!

Hasta la próxima entrega…

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