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Estos aparatos –computadoras, teléfonos, sensores, chips, etc.– podrían mejorar la prestación básica de servicios de salud y educación y permitir que las comunidades prosperen.
Las conclusiones del estudio se basan en que los programas de educación, salud y subsistencia (como por ejemplo la actividad agrícola, de inventario, procesos industriales o de seguimiento medioambiental) en el mundo desarrollado ya cuentan con este tipo de tecnología.
La disponibilidad de los dispositivos, que ya son habituales en el mercado, la red de conexión móvil mundial (en el mundo ya hay un 95% de cobertura 2G), su bajo coste y su posible adaptabilidad a los países en desarrollo, presentan esta tecnología como una gran apuesta para el futuro.
Para el vicepresidente de Política Tecnológica Global de Cisco, Robert Pepper, no se debería desaprovechar “la posibilidad de afectar positivamente a millones, si no miles de millones de vidas en el mundo en desarrollo, y de evitar una nueva brecha digital”.
Según el texto, la comunicación y el flujo de información entre máquinas pronto superará en gran medida a la información digital generada por los humanos.
La UIT calcula que en 2015 se adquirieron más de mil millones de dispositivos inalámbricos de estas características, y está previsto que para 2020 estén conectados entre sí 25.000 millones de estos aparatos.
Por otro lado, la consultora IDC estima que para el año 2016 ya serán 3.200 millones los usuarios que tendrán acceso a internet, es decir, casi la mitad de la población mundial. De estos, más de 2.000 millones accederán a internet a través de sus smartphones. El ritmo de crecimiento previsto para los internautas a través de los smartphones gozará de un aumento interanual del 2% hasta el año 2020.