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La fiscala Martha Sandoval acusó por robo agravado y coacción sexual al suboficial inspector y solicitó que la causa sea elevada a juicio oral. El juez Miguel Tadeo Fernández fijó la preliminar para el 16 de noviembre, a las 9:30.
El escrito de la agente fiscal revela la pesadilla que vivieron dos peluqueras la mañana del 18 de abril. La negligencia o en su defecto, la complicidad policial fueron lamentables en este caso. A continuación, parte del escrito de acusación:
“El día miércoles 18 de abril de 2012, siendo las 9:30, la víctima se encontraba en el interior de la peluquería donde trabajaba como ayudante. La propietaria, en la hora señalada, no se encontraba en el local. La víctima se dirigió a la puerta para llavearla, ínterin en que un vehículo se estacionó frente al local y descendió del lado del acompañante un hombre de estatura baja, morocho, cabello bien cortado, de color oscuro, medio gordo, con las cejas gruesas, de unos 30 años aproximadamente, tenía un pantalón de color azul prelavado, remera a rayas de color claro (Osmar Darío González Caballero), quien se dirigió directamente al local, cerrando la puerta sin asegurar y una vez adentro desenfunda un arma de fuego que tenía en la parte de atrás de la cintura, el arma era grande, con mango de madera ajada, caño largo, encañonando a la víctima y amenazándola...”.
Se agrega: “Le dijo que se vaya hacia al fondo del salón, a lo que la misma le contestó que si quería llevarse algo que lleve, pero el acusado insistía en ir al fondo y al estar allí, estironeó a la víctima y le empujó en la cama (existía una pequeña habitación con enseres para descanso), en ese momento el acusado le pidió la cartera de la propietaria, por lo que la víctima le mostró las tres carteras que se encontraban colgadas. Una vez que agarró las tres carteras, el acusado le dijo a la víctima que se desnudara y entrara en el baño, y él se dirigió hacia el salón de belleza donde dejó las carteras tomadas, la cartera de la dueña contenía documentos, la suma de G. 1.000.000, joyas, ínterin en que ingresa la dueña del local, quien también es encañonada... llevó a ambas víctimas al fondo de la peluquería, y exigió a la propietaria que entre en el baño y se desnude igualmente, aprovechando esta para dejar su celular en el baño, y, cuando ambas víctimas ya estaban desnudas el delincuente amenazó con disparar si no hacían lo que él quería, momento en que la propietaria le reclamó por qué actuaba así y el acusado comenzó a golpearla con el arma”. Luego abusó sexualmente de las dos.
Se precisa que posteriormente a esto, el acusado ordenó a la ayudante a que ingrese al baño, mientras abusaba sexualmente de la dueña, y, una vez dentro del baño, la misma encontró el teléfono celular que había dejado su jefa, y aprovechó para hacer la llamada de pedido de auxilio a la hermana de la dueña del local, a quien le manifestó que le estaban asaltando y pidió que llame a la policía.
“Luego siguió la violencia hacia ambas víctimas, por lo que la propietaria del local le pidió que no le haga más daño a su asistente porque estaba embarazada, pero la reacción del delincuente fue peor”. El relato en esta parte se vuelve más atroz, ya que González utilizó también su arma para cometer la violación. Ante seguidos reclamos de la propietaria, el acusado contestó que “a él le enviaron” y exigía que diga “que le gusta” mientras la sometía sexualmente.
Tras cometer los asaltos sexuales, el policía perpetró el robo de pertenencias de las víctimas. Sustrajo la cartera a la propietaria del salón de belleza, su notebook de color negro y tres celulares (Nokia C 3 color blanco, Nokia 1200 y Motorola color azul) de la asistente del salón.
“Abandonó el lugar y las víctimas quedaron en el fondo, luego de un rato se percataron de que el sujeto se había marchado, momento en que se abre la puerta y entra la hermana de la dueña con otros parientes, quienes manifestaron haber visto al sujeto de las características mencionadas por las víctimas, salir de la peluquería con la cartera en el hombro y en la mano llevaba la notebook. Se dirigió con toda tranquilidad hacia el mando de un vehículo que estaba estacionado casi frente a la peluquería, de marca Toyota tipo Runx, color gris plata, que fue fotografiado a través de un celular...”.
Cara a cara con el agresor, en la comisaría
La fiscala Martha Sandoval revela también en su acusación que el día del hecho, las víctimas se encontraron cara a cara con Osmar Darío González en la Comisaría 6ª Metropolitana, e inclusive, tuvieron que tomar acciones propias para evitar que se dé a la fuga.
“Al llegar a la sede policial y con sorpresa, observan el vehículo de las mismas características que había utilizado el autor del hecho y con mayor sorpresa observan al sujeto que conduce dicho vehículo y lo reconocen como el que había perpetrado los hechos denunciados. Ante tanta sorpresa piden a gritos que lo detengan, ya que el mismo estaba saliendo de la comisaría, tratando de huir”, se desprende del escrito de acusación.
En este punto se aclara que ante la inacción de sus camaradas, González fue seguido por los propios familiares que acompañaron a las víctimas y lograron controlar cuando obstaculizaron la vía (Avda. Mariscal López).
La investigadora señala también que en sede de la comisaría el agresor intentó deshacerse de la notebook que robó horas antes a la dueña de la peluquería, ya que sacó de su vehículo y tiró en el patio trasero. Tanto la notebook, las dos armas de fuego (una reconocida por las víctimas) y el vehículo del suboficial fueron incautados por los investigadores y ofrecidos como pruebas. Una de las armas era la reglamentaria y pertenecía a la Policía Nacional.
También se encontró en el rodado una llave plateada con la descripción “STS”, con llavero de plástico con la descripción “caseta policial”. Al día siguiente, el 19 de abril, el Ministerio Público allanó la caseta ubicada sobre la Avda. República Argentina casi Miguel Torres, y encontró el lote de joyas, una valija que contenía la ropa que el acusado utilizó para perpetrar el asalto y violación, y, los tres celulares sustraídos a la asistente de peluquería.
Estudió la zona
Una de las peluqueras víctimas, en su declaración testifical, dijo que vio al acusado la noche anterior, el 17 de abril a las 20:30 (que es la hora del cierre del salón de belleza), y probablemente estaba estudiando la zona a bordo de una patrullera. La víctima observó de perfil al hombre que estaba en el lugar del acompañante, y miraba atentamente hacia la peluquería.
Examen de ADN dio positivo
El resultado de ADN practicado en el caso del suboficial Osmar Darío González dio positivo en solo una de las pruebas, la comparación del hisopado del arma de fuego del implicado (punta cañón externa) y el hisopado vaginal de una de sus víctimas peluqueras. Esta prueba científica es tenida como una de las más contundentes en contra del uniformado.
El resultado del estudio del Laboratorio Díaz Gill refería sobre el punto “Amplificación de microsatélites autosómicos del ADN “STR”, en su parte final: a) “Muestra código 07 3080 ‘Hisopado vaginal de... (nombre de una de las denunciantes)’, recibida en condición de evidencia. Se logró la obtención de un perfil genético STR del ADN autosómico mixto con un principal contribuyente” y b) “Al realizar la comparación entre los perfiles obtenidos en las muestras estudiadas (códigos 07 3080 y 07 3102-3) podemos concluir que el perfil genético STR encontrado en la muestra con código 07 3102-3 ‘Hisopado tomado de la punta externa del arma de fuego’ tomada en carácter de evidencia, es coincidente con el genético STR encontrado de la muestra con código 07 3080 ‘Hisopado vaginal de...’, recibida en carácter de evidencia”. Está firmado por el Dr. Gustavo Díaz Gill, perito bioquímico.
El resto de las muestras tomadas a las víctimas resultaron insuficientes, no coincidentes y excluyentes.
Otros cinco casos pendientes
Osmar Darío González Caballero enfrenta otros cinco proceso similares por robo agravado y coacción sexual. En todos, se decretó su prisión en Tacumbú.
Gustavo Bóveda, juez penal de garantías de San Lorenzo, tiene el caso de presunta violación y robo a una farmacéutica, en el barrio San Miguel. Dos procesos más se dirimen en el despacho del magistrado Hugo Sosa Pasmor. Uno de ellos tiene que ver con el asalto domiciliario una vivienda ubicada en la capital, y la violación no se concretó porque la víctima logró huir. En otra causa, en el juzgado de José Delmás, está imputado por coacción sexual y robo agravado a menor de 17 años, y Miguel Tadeo Fernández tiene también el proceso por robo agravado a la serena del hotel Boggiani.
Policía tardó 30 minutos en llegar
En una parte de la acusación de la fiscala Martha Sandoval, queda en evidencia la falta de respuesta de la autoridad policial, que acudió en el lugar de los hechos recién después de aproximadamente 30 minutos de que el Sistema 911 haya alertado el ilícito.
Esta anormalidad dio tiempo suficiente para que el acusado cometa los hechos en un lapso de 55 minutos, y se retirara del lugar con las pertenencias de las víctimas, sin ser estorbado por personal policial alguno. A ello se suma que una patrullera merodeaba la zona la mañana de los hechos, ya con la alerta del Sistema 911. Estas fueron demasiadas coincidencias que resultaron nefastas para las dos peluqueras.
Además de esto, la querella adhesiva criticó que no se haya podido llegar al cómplice del suboficial Osmar González. Esto, teniendo en cuenta que una de las víctimas relató que el delincuente descendió del lado del acompañante de un vehículo Gol, color negro. El acusado bajó de un vehículo, pero se retiró en el suyo que estaba estacionado de antemano frente al local.
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