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Destaca que el alto nivel de desempleo está asociado directamente a los motivos que llevan a los jóvenes a no seguir educándose. Agrega que en el periodo 2010-2016, el 62% de los jóvenes declararon motivos económicos para no seguir en carrera en su educación: en un 38% por la necesidad de trabajar, y en un 25% por no contar con los recursos suficientes en el hogar. Estos indicadores varían si se trata de jóvenes varones o mujeres. En el caso de los primeros, la no asistencia a la educación se explica en un 45% por la necesidad de trabajar, mientras que en el caso de las mujeres, solamente el 28% de ellas tienen a la necesidad de trabajar como argumento de la no asistencia escolar.
Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) 2016, la población juvenil conformada por las personas de 15 a 29 años de edad, representa aproximadamente el 26% de la población total. La participación de estos jóvenes en el mercado laboral total (jóvenes más adultos) llega a 38%, ya sea trabajando (ocupados) o buscando trabajo (desocupados); mientras que la participación en el mercado laboral juvenil, alcanza al 65%. Pero las diferencias son significativas al tratarse de hombres o mujeres.
En términos del desempleo juvenil para el 2016, el mismo se sigue ubicando muy por encima del desempleo adulto en una relación de 11% a 3%. Estas cifras se mantienen igual a los resultados de la EPH 2012, indicando con ello las dificultades de jóvenes de acceder o permanecer en el mercado de trabajo formal.
En cuanto a la calidad del empleo juvenil, la EPH 2016 arroja un resultado del subempleo que afecta al 26% de la población joven, en comparación al 15% de la adulta. A su vez, el problema del subempleo juvenil es más grave en el caso femenino (28%) que en el caso de los varones (25%).
Empleos en el sector terciario
En términos de la ubicación laboral de jóvenes en la estructura económica del país, se observa una continuidad de la concentración en el sector terciario (comercio y servicios), entre el 2012 y 2016 (61%). La agricultura participa con un 17% y la industria manufacturera con 12%. La participación laboral de varones y mujeres jóvenes en el sector terciario es prácticamente la misma (48/52), mientras que en las actividades industriales, agropecuarias y de construcción la participación laboral masculina es superior.
Desde el inicio del nuevo milenio, ha crecido la participación de los jóvenes en el mercado laboral, aunque el desempleo juvenil sigue siendo superior al desempleo de adultos. También ha mejorado la calidad del trabajo al producirse un leve descenso del subempleo juvenil, es decir del cuentapropismo y el trabajo doméstico.
Aún así, el subempleo sigue constituyendo un problema mayor para los jóvenes en el mercado laboral, principalmente para las mujeres. El nivel de subempleo en el estrato joven es todavía mucho mayor que en el de adultos, y en los últimos cuatro años se observa un lento crecimiento de la asalarización de la mano de obra juvenil. También se observa un leve descenso de la informalidad laboral entre los jóvenes, medida por la cobertura de seguridad social, pero con una reducción muy lenta en los últimos cuatro años.
La tasa de desempleo juvenil urbano promedio en el periodo 2010-2016, utilizando la Encuesta Continua de Empleo (ECE) revela que en dicho lapso ha sido del 14%, duplicando a la tasa de desempleo total del país.