Relevancia económica de las técnicas productivas agrícolas

La cadena agrícola tiene un peso significativo en la economía nacional. Las actividades productivas propiamente dicha, a lo que se agregan los demás eslabones como los proveedores de insumos y de servicios, los vendedores de maquinarias agrícolas, los sil

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La participación de la agricultura en el Producto Interno Bruto es de aproximadamente el 18%, pero si se agregan los demás eslabones, salta a casi el 30%, es decir un peso importante en el esquema económico nacional.

En Paraguay se practican dos tipos de agricultura, una más tecnificada, eficiente y orientada al mercado internacional y otra orientada principalmente al consumo familiar. El país dispone de una ventaja climática, pues se encuentra en una zona subtropical que le permite cultivar a lo largo de todo el año, mientras que en otras regiones del mundo, como en Estados Unidos y Europa, la ventana productiva se reduce casi siempre a los meses de verano.

Así, en Paraguay, la agricultura tecnificada se ha especializado en tres cultivos principales: soja, maíz y trigo, alternando a veces con otros cultivos como la avena y el nabo forrajero, entre otros. El salto productivo de la agricultura paraguaya se produce hace 30 años, con la incorporación de un conjunto de prácticas agrícolas denominado sistema de siembra directa. El esquema consistía en modificar el patrón tradicional practicado en la agricultura desde hacía varios siglos en Paraguay, caracterizado por arar la tierra, es decir mover el suelo como método para airearlo y facilitar la siembra.

A inicios de la de década de 1990 la erosión causada por las precipitaciones en las zonas de producción agrícola alertó a los agricultores, técnicos e investigadores sobre la pérdida de capacidad productiva debido a la disminución considerable de la fertilidad de los suelos. Ante esta problemática se produce la incorporación de un sistema productivo innovador, el sistema de siembra directa. El nuevo modelo productivo tiene por principio general no arar la tierra para proteger y enriquecer la capa fértil del mismo, es decir los primeros 10 centímetros donde se concentra el 70% de la fertilidad. Otra práctica agrícola del sistema de siembra directa es no dejar el suelo descubierto en ningún periodo del año, con lo cual se lo protege de la erosión hídrica e inclusive eólica. Al recomponer y mejorar las características del suelo, específicamente del sustrato donde se desarrollan las raíces, los cultivos presentan un mejor desarrollo y desempeño. Otra técnica que conforma el sistema es la rotación de cultivo.

En términos económicos, la implementación creciente de la siembra directa a partir de la década de 1990 significó un incremento productivo muy importante, donde el promedio de producción de la soja, el cultivo de mayor relevancia pasó de 1.300 a 2.400 kilogramos por hectárea. Esta innovación en la técnica productiva fue vital para incrementar la producción de todos los rubros, especialmente la soja, el maíz y el trigo. Gracias a estos incrementos el sector agrícola mostró un mayor aporte al Producto Interno Bruto, así como para la expansión de la superficie cultivada.

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