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Sin embargo, a pesar de que todos los extremos son malos, según algunas investigaciones recientes, pareciera que estas personas no están tan alejadas de la realidad, gastar el dinero puede producir satisfacción y, por ende, hacerte feliz.
Dinero y felicidad van de la mano
¿Te ha pasado de que quieres mucho algo y cuando lo compras te produce mucho placer, pero después de unos días ya ni te acordás de eso? Entonces, si te produce placer comprar, el problema es que eso te dará una satisfacción muy corta, pronto lo nuevo se vuelve viejo y volverás a sentir la ansiedad de comprar otra cosa.
Hay que tener mucho cuidado de no caer en la conducta nociva de confundir el tener algo con el quien sos. Lo que comprás no cambia tu esencia, por lo tanto, poseer la última moda o algún objeto de valor no llena el vacío de una baja autoestima, ansiedad, depresión o baja autoconfianza.
Elizabeth Dunn y Michael Norton, profesores de British Columbia y Harvard Business School, respectivamente, publicaron un libro titulado “Happy Money, la ciencia del gasto inteligente”, esta obra aborda la relación entre el gasto y la felicidad, llegando a proponer que no es el tamaño del gasto lo que proporciona satisfacción, así como tampoco será el monto gastado lo que permita que esa sensación perdure en el tiempo.
La investigación realizada por los docentes plantea una relación entre la felicidad y la manera en la que realizamos los gastos, que se basan en algunos principios, que comparto contigo a continuación y, a la vez, me atrevo a proponerte un análisis:
Comprá experiencia, no cosas. Una taza de café... ¿es igual a cualquier otra? A ver, pensá un rato: el café en tu cocina a la mañana, el que tomás en el auto después de haberlo comprado en la estación de servicio, el que te sirven en la sobremesa de un restaurante italiano en un almuerzo de negocios o ese que compartís con tu mamá los viernes de tarde para darte un mimo. Según el estudio realizado, estás dispuesto a pagar más y a repetir la experiencia de compra por más veces, cuando la experiencia ligada a la compra del bien o servicio te haya sido más satisfactoria. Por lo tanto, el valor agregado que implica mejor margen de precio para el comercio, ni siquiera radica en la materia prima, sino en ofrecerte la mejor experiencia, y será cuando recuerdes la agradable experiencia, que rememores lo que compraste en ese momento lo que te tiente a regresar. Cuando comprás cosas, enseguida te habitúas a ellas; cuando gastás en experiencias, por el contrario, con el tiempo se incrementa la satisfacción. Los expertos de marketing que han comprendido este concepto, se esfuerzan por ofrecer experiencias y no productos, fíjate como BMW no vende 200 caballos de potencia, sino el “placer de conducir”.
Gasta el dinero junto a tus seres queridos. Las relaciones sociales, el compartir tiempo con las personas que queremos, así como otras experiencias que impliquen relacionamiento pueden hacernos felices impactando directamente en la forma en la que utilizamos el dinero. Cuando gastamos dinero mientras compartimos con otros, sentimos mayor satisfacción que cuando lo gastamos solos; así que en lugar de decidir en qué gastar, sería bueno que te preguntes con quien lo vas a gastar.
Convierte cada compra en algo excepcional. El drama del pobre niño rico, cuando no tenés algo te hace ilusión tenerlo, una vez que lo tienes inmediatamente te habitúas a su existencia y querés otra cosa, ese es el motivo por el cual las personas ricas no son más felices que cualquier otro mortal, incluso en los jóvenes que han nacido en cuna de oro, la abundancia puede producir hastío y falta de motivación; cuando tenés todo ya nada te ilusiona, ya no hay para qué avanzar. Así que, ese refrán que dice: cría a tus hijos con un poco de hambre y un poco de frío, no está para nada equivocado. Volver a la gaseosa en la mesa solo los domingos, regalos en días festivos y ropa nueva en casos especiales podría ser una buena manera de revalorar lo que tenemos. Si te gusta el capuchino y te lo tomás todos los días dejará de ser especial, pero si te premias una semana de trabajo tomando esa taza de capuchino con tu mejor amigo o amiga, entonces mantendrá intacto su encanto y se convertirá en un placer que estarás esperando disfrutar.
Paga ahora, disfruta mañana. La alta facilidad del crédito podría hacernos pensar que lo normal es disfrutar hoy y pagar mañana, de hecho a las empresas en general les conviene vender a crédito, no solo por las ganancias de los intereses que cobran, sino principalmente porque tendemos a gastar más que cuando compramos al contado. Las compras por impulso producen satisfacción inmediata y sensación de control, pero esa felicidad momentánea desaparece rápidamente y solo queda la deuda contraída. Si lo hacemos al revés y pagamos anticipadamente, podremos cobrar intereses (en lugar de pagarlos) y disfrutar el doble al momento de la compra, por el disfrute (de un viaje por ejemplo) y la libertad de sabernos libres de deudas.
Compra tiempo libre. El disponer de tiempo libre para disfrutar de nuestros hobbies o compartir con la familia impacta en nuestro bienestar y felicidad. Entonces, invertir dinero para estar menos tiempo en el tráfico (alquilar una casa más cerca, comprar un vehículo, cambiar de empleo aunque ganes menos, pero te queda más cerca, contratar a alguien para que haga una tarea que te lleva tiempo y no te gusta hacerlo, etc.) te permitirá disponer de más tiempo libre y te dará felicidad. Podés reducir el tiempo que ves televisión, estás frente a la computadora o estás pegado al celular, porque así también tenés más posibilidad de disfrutar con mayor intensidad de tus relaciones y de lo que te gusta hacer. Entonces, un auto no sería solo comprar un vehículo, sino comprar tiempo para estar con tu familia o comodidad para disfrutar de las actividades de los fines de semana.
Elimina tus deudas. La preocupación y estrés que acompañan las deudas rara vez permiten espacio para el sentimiento de satisfacción; cuando crecen las deudas se achica la felicidad, porque la cantidad y clase de endeudamiento tienen un impacto directo en las crisis y en los problemas de discusión en los matrimonios y familias.
Invierte en los demás. Sin duda, el donar tiempo y dinero a los demás produce una gran satisfacción, la generosidad nos hace sentir mejor con nosotros mismos y fortalece la autoestima. Cuando donamos, sentimos abundancia. Por ello, donar aunque sea un poco de dinero y una hora de tiempo, nos hace sentir que tenemos más dinero y tiempo libre, lo que automáticamente ayuda a nuestro bienestar. Las donaciones que nos producen mucha felicidad son las que realizamos de manera voluntaria y a las personas que nos importan, especialmente si observamos que nuestra donación impacta realmente en sus vidas.
Renueva el amor de pareja. El mismo principio de habituación (cuando nos habituamos a lo que tenemos) pasa con la pareja, una forma de romper la rutina y dar por sentado lo que ya hemos conquistado es invertir tiempo y dinero en desarrollar nuevas experiencias en pareja, no es necesario que sea algo caro o costoso, el simple hecho de vivir situaciones novedosas ya resulta atractivo, nos hace conocer al otro desde otra perspectiva y revitaliza la relación. Por lo tanto, una de las mejores inversiones de dinero que puedes realizar es gastar en experiencias compartidas, desde pedalear juntos una bicicleta doble en la costanera, leer un libro en voz alta intercambiando los párrafos, o cualquier actividad que simplemente no sea habitual.
Ahora ya sabes que gastando dinero podés ser feliz, depende de vos tomar las decisiones que te permitan disfrutar de ese gasto o sufrirlo. Sigamos hablando de dinero, así aprendemos a manejarlo mejor.
gloria@ayalaperson.com.py