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El jueves último nos instalamos en primera fila en el Carmelitas Center para participar de la presentación del Banco Mundial sobre el informe “La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina”, primero, porque hay muy pocos estudios sobre el tema y, segundo, porque el organismo multilateral eligió nuestro país para su divulgación. Llegamos con ganas y salimos del lugar con un espíritu renovado, influenciado por datos que entusiasman si los tomamos desde una perspectiva optimista y que trataremos de compartir con nuestros lectores.
Escucharles decir a Francisco H. Ferreira y Luis Felipe López Calva, ambos economistas principales del Banco Mundial, que un número considerable de personas que eran pobres a finales de los años noventa han dejado de serlo y otros, que todavía no eran clase media, ahora se han unido a sus filas en la región, no debería producir una sensación distinta a la alegría por la disminución en la cantidad de personas que sufren a diario.
De acuerdo con registros oficiales, la pobreza afecta al 34% de la población de Paraguay. Nuestra población está compuesta por 6.381.940, según la DGEEC, el 34% representa 2.169.859 personas y el 24% de esta última cifra es 520.766 que, finalmente, sería la cantidad de personas pobres que salieron de esa posición incómoda para ubicarse en la clase media en nuestro país.
El Banco Mundial utiliza el concepto de seguridad económica como algo fundamental en su enfoque porque es uno de los rasgos que conforman el estatus de clase media, es un cierto grado de estabilidad económica y la capacidad de superar las perturbaciones.
El ejercicio realizado permite definir un umbral de ingresos de US$ 10 al día al tipo de cambio de la paridad del poder adquisitivo (PPP, por sus siglas en inglés, purchasing power parity) como el límite inferior de ingreso per cápita en los hogares de clase media. En tanto que el umbral superior de los ingresos de la clase media se fija en US$ 50 per cápita al día, de acuerdo con las consideraciones que se desprenden de los datos de las encuestas analizadas. Según estos umbrales, una familia de cuatro personas se clasificaría como perteneciente a la clase media si sus ingresos anuales oscilaran entre US$ 14.600 y US$ 73.000. Dicho de otra forma, una familia que gana 3,2 salarios mínimos mensuales de G. 1.658.232 estaría ubicada en el umbral inferior en Paraguay y aquella familia que tiene un ingreso conjunto de 16,4 salarios mínimos vigentes y en forma mensual se instalaría en el umbral superior de este segmento que se muestra creciente.
Dos mitos
El estudio realizado por el Banco Mundial rompió dos mitos que se tenía sobre la clase media en nuestra región. Uno de ellos hacía incapié en que la clase media estaba compuesta por emprendedores o pequeños empresarios. El otro, que este estrato está integrado solo por funcionarios públicos. El trabajo elaborado revela que el 75% de las personas de clase media tiene un ingreso laboral y un 80% obtiene sus recursos en el sector privado y formal.
Los registros de la Subsecretaría de Estado de Tributación nos muestra que son contribuyentes del fisco solo 62.267 personas jurídicas (empresas o firmas), sin contar personas físicas cuya cantidad ronda unas 385.000 activas, mientras el último Censo Económico encuentra 223.220 unidades económicas no financieras y 3.409 unidades económicas financieras. La gran diferencia existente entre uno y otro registro refleja con nitidez la gran informalidad existente en nuestro país y cuya corrección podría contribuir a un mayor fortalecimiento de la clase media.
El promedio de clase media en la región es 30%, mientras en Paraguay, con 24%, está todavía por debajo de esa media aunque sin alejarse mucho. El crecimiento económico juega un rol muy importante como factor impulsor de la clase media.
El Producto Interno Bruto (PIB) per cápita creció a una tasa anual de 2,2% entre 2000 y 2010, y a un ritmo más acelerado a lo largo del crucial periodo de 2003-2009. A pesar de que estas tasas de crecimiento no alcanzan la magnitud de las del este de Asia, representan una mejora sustancial de las cifras de crecimiento en la región en comparación con el pasado: un 0,2% negativo al año en los años ochenta y un 1,2% positivo en los años noventa. Y mientras que en aquellas décadas la desigualdad era estable o aumentaba, en los años 2000 se observó una disminución de las disparidades de los ingresos en 12 de los 15 países para los cuales el Banco Mundial tiene datos disponibles.
No obstante, cuando se desglosan estos datos, el promedio oculta variaciones significativas entre los países de América Latina: por ejemplo, en Argentina y Brasil, la disminución de la desigualdad de los ingresos contribuyó sustancialmente a la expansión de la clase media.
Los vulnerables
Mirando uno de los cuadros, se puede notar una franja importante que representa a las personas vulnerables, aquellas que salieron de la pobreza, pero no lograron aún pasar a la clase media y por quienes el Estado debe velar para impedir que caigan nuevamente al estrato más miserable. Este segmento es considerado por los investigadores como un grupo que está en el limbo o en el “purgatorio” y que requiere una especial atención por parte de las autoridades aplicando políticas para impedir que se deslicen. Antes de ser una mala noticia, el hecho de que el grupo de personas vulnerables haya crecido, debe ser considerado como algo positivo porque implica que muchos salieron del fondo, aunque sin superar el umbral de la pobreza. Un desafío interesante será la movilidad de este grupo de su posición actual. Por encima del segmento vulnerable, cerca del 30% de la población de América Latina pertenece a la clase media (US$ 10-US$ 50 al día) y aproximadamente un 2% pertenece a la clase de ingresos superiores (que vive con más de US$ 50 al día), y a ellos se hace referencia indistintamente como los ricos o la élite.
Encuentro de dos líneas
En otro de los cuadros que acompañan esta entrega se puede notar el encuentro de dos líneas: una de pobres y otra de clase media. Nos está diciendo que, por primera vez desde que se tienen registros estadísticos, el porcentaje de población pobre en la región es el mismo porcentaje de población de la clase media; la caída del porcentaje de pobres desde 45% a alrededor de 28%, y el aumento de la clase media se puede entender como que América Latina está en camino de convertirse en una sociedad de clase media que conlleva nuevos desafíos y estos, principalmente en el sector privado, pueden ser transformados en oportunidades brillantes para atender un cambio en los hábitos de consumo por la migración a productos más sofisticados, una mayor exigencia en materia educativa, más alternativas para el ocio (viajes, vacaciones, espacio para recreación, etc.).
En tanto que la tarea para el Estado, a partir de los resultados recogidos, tiene que ver con la producción de políticas públicas consistentes para la generación de empleo que permita a estas personas mantener o mejorar su estatus social, objetivo primordial del ser humano que anhela generalmente un mejor futuro.
10-50
Pertenece a la clase media aquella persona que tiene un ingreso diario mínimo de
US$ 10 y máximo de US$ 50, según el BM.
broa@abc.com.py