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O mejor dicho, el problema es planteado de otra manera, ya que la emanación de gases, la producción de alimentos y la cantidad necesaria de agua aparecen como consecuencias directa de la superpoblación, mencionándose que son justamente aquellos países más pobres los que tienen el índice mayor de crecimiento, hecho que impide, justamente, el desarrollo ya que sus recursos son gastados íntegramente en atender las necesidades de una población que crece aceleradamente. Esto impide la formación de un capital operativo con el cual encarar proyectos de desarrollo.
¿Pero qué significa el desarrollo? Mayor cantidad de alimentos con la consecuente destrucción de los bosques naturales para convertirlos en sembradíos, mayor emanación de gases que contienen anhídrido carbónico que no puede ser neutralizado por los árboles que ya no existen y mayor consumo de agua para los regadíos. Para ilustrar los problemas del crecimiento desmedido, los autores mencionan el caso de Africa que, en los últimos cincuenta años ha crecido el 360 por ciento; es decir, casi la misma proporción en que creció el resto del mundo en cien años.
Mientras en ese continente la población vive en condiciones dramáticas de pobreza, con un promedio de 7 u 8 hijos por mujer, Europa, que ha logrado frenar su crecimiento demográfico, conoce uno de sus mejores momentos económicos.
Soñando con milagros
Un poco más adelante agrega: Siempre hay que esperar y no desesperar. Desesperar es un error porque induce a la resignación, a la inercia. Pero otro error del mismo calibre es esperar el milagro y, mientras se espera, hacer cono si nada y así no hacer nada. En cambio, hay que confiar en lo esperable. Y aquí me pregunto en qué medida cabe esperar la salvación por la tecnología.
¿Puede salvarnos la tecnología? Sí; pero también puede rematarnos. Y nos matará con seguridad se aceptamos la pretensión de que el problema no es el desarrollo sino el subdesarrollo. A población creciente, desarrollar el subdesarrollo sólo puede producir un colapso de hiperdesarrollo.
Esta son nada más que algunas ideas hilvanadas rápidamente, pero que pueden ofrecer una idea más o menos aproximada del problema que plantea este libro que fácilmente puede llegar a quitarnos el sueño.
(*) Giovanni Sartori y Gianni Mazzoleni, La Tierra explota (Superpoblación y desarrollo), Ediciones Taurus, Buenos Aires, 2003.