La propaganda paraguaya en Europa durante la Guerra Grande

La propaganda y la diplomacia en tiempos de guerra son una parte crucial de la historia bélica.

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De la propaganda paraguaya en Europa durante la Guerra de la Triple Alianza a la luz de los intercambios epistolares entre el diplomático paraguayo Gregorio Benites y el abogado y escritor argentino Juan Bautista Alberdi se ocupa este artículo de la historiadora e investigadora argentina Liliana Brezzo.

En el encuentro interdisciplinario La Guerra Grande a la luz de las políticas públicas: investigadores, artistas y gestores culturales, promovido por la Secretaría Nacional de Cultura de Paraguay y celebrado los días 1 y 2 de agosto, el diálogo entre los especialistas invitados y el público se convirtió en una auténtica conversación en el sentido etimológico del término: un intercambio de saberes y opiniones entre personas a las que nos interesan las mismas cosas y por ello hablamos y escuchamos hablar de forma amigable sobre ellas. Fui invitada a participar en el panel La Guerra Grande y su incidencia en la conformación de los estados nacionales de la región; elegí compartir con los asistentes el resumen de una investigación sobre la propaganda de Paraguay en Europa durante la Guerra Guasu a la luz de los intercambios epistolares entre el diplomático paraguayo Gregorio Benites y el letrado argentino Juan Bautista Alberdi. Como bien ha sintetizado recientemente Milda Rivarola, esa guerra es considerada el resultado del proceso de formación de los Estados nacionales en el Plata en el sentido de que «con intensidades y tiempos diferentes, los cuatro países beligerantes fijaron y consolidaron sus fronteras y unificaron sus territorios bajo un mismo poder central». Añadiré que fue, sin duda, la prueba más difícil que Paraguay tuvo que soportar para el sostenimiento de su independencia. La conflagración destruyó las bases que permitían que mantuviese una política comercial autónoma y debilitó casi hasta la inanición la soberanía estatal. Los intereses contrapuestos de los aliados permitieron que Paraguay subsistiese como Estado independiente, pero no hubo cooperación para que pudiera levantarse de su postración. Ni subsidios financieros, ni apertura comercial y sí, en todo caso, la imposición de una enorme deuda de guerra, que medio siglo después nadie pensaba que pudiese ser cancelada por Paraguay alguna vez. (1)

Tomando como punto de partida esos presupuestos, intentaré producir un conjunto de observaciones sobre las cavilaciones en torno a la coyuntura política en el Río de la Plata y las acciones de propaganda que desarrollaron en Europa, durante los años que duró la Guerra Guasu, el letrado argentino Juan Bautista Alberdi (1810-1884) y el diplomático paraguayo Gregorio Benites (1834-1909).

En los primeros años de la década de 1860, Gregorio Benites, joven secretario de la legación paraguaya en Europa, conoció en París a Juan Bautista Alberdi, publicista y diplomático argentino. Hasta la muerte de Alberdi, en 1884, mantuvieron, en circunstancias diversas, una amistad continuada, reforzada por el padrinazgo de Alberdi sobre Susanita, hija de Benites y de su esposa, Susana Aramburú.

Pues bien, durante los seis años que duró la guerra, Benites y Alberdi intercambiaron 247 cartas. ¿De qué conversaron? ¿Cómo actuaron en relación al Paraguay?

Declarada la guerra, el gobierno paraguayo autorizó a Cándido Bareiro, titular de la representación diplomática paraguaya en Europa, a efectuar erogaciones destinadas a financiar la publicación de artículos en la prensa y la edición de escritos que sustentaran la equidad de su causa y divulgaran una imagen positiva del país que neutralizara la que los escritores reclutados por los gobiernos aliados pregonaban en las hojas europeas: la de la «acción civilizadora» de la guerra contra la «barbarie» de Paraguay.

Al principio, Paraguay solo contaba en París con L’Opinion Nationale, un periódico de poca importancia y circulación, mientras los aliados, en palabras de Benites, «disponían de varios diarios a su favor, contratados». Fue muy importante para modificar esa situación el concurso del periodista Charles Expilly, que tenía buenos contactos en la prensa de su país. A través de Expilly, las visiones paraguayas llegaron a medios como la Gazette de France y Le Siècle. La correspondencia entre Benites y Alberdi evidencia que el primero preparaba y proveía informaciones de forma diaria a la vez que tomaba contacto personal con los redactores de periódicos. Favoreció igualmente a Paraguay, en los años más duros de la guerra, la Revue des Deux Mondes, que gozaba de gran prestigio entre el público europeo e insertó artículos proparaguayos de Eliseé Reclus. También el publicista francés Theodore Mannequin se sumó a la posición paraguaya. (2)

El cotejo del intercambio epistolar entre Alberdi y Benites con documentación proveniente del archivo del ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina muestra, entre otros datos, que la legación paraguaya arregló también, mediante incentivos económicos, «el servicio de la prensa inglesa». Consta en las cuentas de la legación paraguaya que hasta fines de 1867 se habían gastado unos 13000 francos para el pago de agentes que hicieron publicaciones en apoyo del Paraguay en el Morning Post, el Daily News, The Globe y The Sun. Cándido Bareiro sostuvo en un informe al gobierno que había logrado «sensibilizar» a esa prensa solo a «costa de sacrificios pecuniarios sensibles en las circunstancias presentes pues había que obsequiar a los hombres que la gobiernan con comidas, cajones de vinos y buenos cigarros».

El argentino Juan Bautista Alberdi adhirió a la causa paraguaya con fuerza. Al respecto, anotó Gregorio Benites en su diario íntimo: «en la conciencia luminosa de aquel gran patriota argentino, combatir a la Triple Alianza en defensa de la causa del Paraguay, víctima de aquella coalición armada era defender los verdaderos intereses nacionales de la República Argentina. Frecuentemente departíamos sobre los móviles de su actitud. Personalmente no ambiciono nada –me decía– en recompensa de mi alianza con el Paraguay. Lo que deseo, como argentino, es que si llega a triunfar el Paraguay, ayude con su influencia amistosa la organización de poderes de la República Argentina con un gobierno verdaderamente nacional, en que todas las provincias de la Confederación gocen del mismo derecho y de los mismos beneficios que les absorbe de Buenos Aires».

De modo que en el contexto de la guerra se vieron conjugados la necesidad del Paraguay de divulgar escritos que sustentaran su beligerancia y el interés de Alberdi por difundir su posición frente a la cuestión interior argentina y la política de la Triple Alianza. Así, a partir de 1865, la representación diplomática paraguaya financió la traducción e impresión de la primera edición francesa y de otras dos en español de Les disensions des Republiques de la Plata et las machinations du Brasil, y dos entregas del texto Los intereses argentinos en la guerra del Paraguay con el Brasil. Al año siguiente, sufragó la impresión en español y en francés del folleto La crisis de 1866 y los efectos de la guerra de los aliados en el orden económico y político de las repúblicas del Plata y costeó una tirada del Tratado de la Alianza contra el Paraguay firmado el 1º de mayo de 1865. Texto del tratado y comentario con carta. Si hubiera que resumir el núcleo central de la argumentación diseminada en esos textos de Alberdi en un enunciado, podrían ser el siguiente: la guerra contra Paraguay no era una lucha del pueblo argentino, sino de un partido político argentino arrastrado por la diplomacia brasileña a servir intereses ajenos. Alberdi apoyó la causa paraguaya y acusó a Mitre de llevar adelante una «Guerra de la Triple Infamia» contra un pueblo progresista y moderno. Se hacen visibles también en estas obras algunas de las líneas programáticas con las que Alberdi componía su proyecto de nación en esos años: «Si es verdad que la civilización de este siglo tiene por emblemas las líneas de navegación por vapor, los telégrafos eléctricos, las fundiciones de metales, los astilleros y arsenales, los ferrocarriles, etc., los nuevos misioneros de civilización salidos de Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, San Juan, etc., etc., no sólo no tienen en su hogar esas piezas de civilización para llevar al Paraguay, sino que irían a conocerlas de vista por la primera vez en su vida en el “país salvaje” de su cruzada civilizadora».

Poco después de que se editara Las disensiones de las Repúblicas del Plata y las maquinaciones del Brasil, apareció en París un pequeño volumen titulado Le Paraguay, redactado por el escritor Charles Quentin, defensor de la política brasileña. Al llegar a sus manos, Alberdi realizó anotaciones con su letra menuda y jeroglífica en todas sus páginas, procurando resumir los que consideraba errores capitales de ese escrito para entregárselo, luego, a Gregorio Benites. Comenzaba Alberdi por afirmar en ellas que el Paraguay «no es un país de indios, sino de mestizos», que su realidad histórica fue obra de Las Leyes de Indias, «que por dos siglos hicieron de todo el continente una especie de China, leyes chinas sostenidas por Buenos Aires, que hacían un claustro de una península»; que no fueron los jesuitas los que educaron al Paraguay en el gobierno servil, sino las Leyes de Indias coloniales de los reyes de España; que la independencia de Paraguay fue realizada «oficial y militarmente, como en toda Sud América»; que el aislamiento del Paraguay no fue obra de sus gobiernos, sino resultado de su «resistencia a la política colonial de Buenos Aires y el Brasil», autores únicos de esa conducta «que pretendían hipócritamente querer destruir y que en realidad deseaban mantener en su provecho»; que bajo ningún concepto la tiranía de Francia explicaba el Paraguay de la época, «como la tiranía de Rosas no impidió a Buenos Aires decirse liberal y representante de la civilización»; que Carlos Antonio López había sido el Portales del Paraguay, y finalmente que Francisco Solano López no fue el continuador de Francia y de su padre en el despotismo y el aislamiento, sino que «peleó por derribar las barreras que los monopolistas levantan al Paraguay».

En 1869 la legación paraguaya impulsó en Francia la edición de dos libros muy valiosos para la causa del Paraguay: El Imperio del Brasil ante la Democracia de América, compilación de los escritos de Alberdi sobre la guerra, y La política del Paraguay; identidad de esa política con la de Francia y Gran Bretaña en el Río de la Plata, de Claude de La Poepe, seudónimo utilizado por Charles Expilly.

El 13 de abril de 1870 se conoció en Francia la noticia de la muerte del Mariscal López en Cerro Corá. Benites consideró concluidas sus funciones como encargado de Negocios de un gobierno paraguayo que no existía. Regresó a Paraguay en noviembre de 1871, después de una década de ausencia.

Este breve recuento demuestra que Alberdi y Benites llevaron a cabo, en cooperación, ímprobos esfuerzos para legitimar la causa paraguaya en los medios de comunicación europeos. La guerra convocó los trabajos mancomunados de un argentino y un paraguayo, circunstancia que, como otras tantas que han rodeado a esa tremenda discordia regional, es aún poco conocida.

Concluyó parafraseando una observación que tomó prestada de la biografía de Benites escrita por Ricardo Scavone Yegros para dar cuenta de los servicios que Benites y Alberdi prestaron en la difícil coyuntura bélica: amaron a su patria, pero al mismo tiempo buscaron entender lo foráneo; practicaron un patriotismo respetuoso de los otros pueblos, constructivo y no destructivo, en el cual cada uno sirviera al país como mejor pudiese y con la mayor lealtad, simplemente. Como ellos mismos intentaron hacerlo.

Si estudiamos el pasado –y nos reunimos para dialogar sobre el pasado, como lo hicimos en estos días– no es para quedar presos en él, sino para superar aquellas herencias históricas que obstaculizan la construcción de sociedades más justas y desarrolladas.

NOTAS:

(1) Ricardo Scavone Yegros y Liliana M. Brezzo: Historia de las relaciones internacionales del Paraguay, Asunción, El Lector, 2010, p. 67.

(2) Ricardo Scavone Yegros: Gregorio Benites, Asunción, El Lector, 2011, pp. 33-35.

* República Argentina. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

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