Gustavo Cerati

Cuando su grupo, Soda Stereo, y Sumo eran los astros de los pubs porteños, rodeaba a los seguidores del segundo el aura de lo marginal, lo arrabalero, lo rebelde, y a los de Soda, la etiqueta de complacientes y conchetos.

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Aunque es una dicotomía algo simplista (la realidad no era tan clara; recordemos, por ejemplo, ese famoso concierto en el Bar Zero en el que Soda tocó un tema de The Police y Luca Prodan subió a cantarlo a dúo con Gustavo Cerati), entra en la historia del rock en español como parte del capítulo sobre leyendas urbanas, junto con los vagos pero poderosos motivos de la hostilidad de los rockeros tradicionales contra Virus o los de la rivalidad entre los seguidores de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota por un lado y por otro, encore, los de Gustavo Cerati y Soda Stereo, motivos que tienen algo de fábula, pero que representan también confusas realidades, posturas ideológicas, actitudes vitales. De cualquier modo, Gustavo Adrián Cerati empezó con el pie derecho: su grupo, Soda Stereo, se disparó como un meteoro en ascenso, y uno imagina los días en que «Che, ¿dónde toca Soda?» era la frase de los viernes por la tarde en los pasillos de las facultades. Y luego, como solista, igual que antes con Soda, lo suyo siempre fue el éxito. Tenerlo todo. Seducir auditorios con conciertos electrizantes. Mutar ágilmente sin perder al hacerlo su camino ni su estilo ni su sello. Era como si el futuro no pudiera hacer otra cosa más que pisarle los talones. El cantante y compositor Gustavo Cerati (1959-2014), uno de los músicos de rock en español más influyentes de nuestra época, tomó su último vuelo hace hoy tres días, el jueves 4 de septiembre del 2014, en un jet set con destino a la Ciudad de la Furia. Gracias, porvenir.

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