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José Vicente Peiró Barco
jvpeiro@ono.com
En un rincón de Paraguay vive un sabio. Una persona cuyo universo responde a los conceptos de los mejores herederos del pensamiento ilustrado universal. Sin embargo, vivir en un lugar alejado de los núcleos culturales asuncenos se paga con una suerte de aislamiento que, sin embargo, contrae consecuencias positivas: alejado del mundanal ruido es más sencillo investigar y estudiar siempre que tengas la disponibilidad de viajar para estar en contacto con otras culturas y con el pensamiento actualizado. Y no olvidemos que un estudioso, para serlo y llegar a sabio, además de leer prensa y artículos en Internet, ha de investigar y analizar con rigor sus lecturas. Sin reflexión no hay concepto. En caso de que no lo haga, no traspasará la línea de la mediocridad; una línea impuesta en estos tiempos donde importa más una amplia relación en un currículum para optar a una plaza funcionarial que la sabiduría y su capacidad de transmisión a quienes son sus discípulos.
Este sabio paraguayo se llama Julio Rafael Contreras. Hombre del mundo de la historia natural y de la ecología, no escatima medios para dotar de criterio científico y pensamiento humanista a sus trabajos sobre temas de historia de la ciencia con un sentido investigador puro y alejado de academicismos vanos o fastuosos. Es miembro correspondiente de la Academia Paraguaya de la Historia y presidente de la Fundación de Historia Natural "Félix de Azara". Gracias a la figura del aragonés Azara, nos pudimos conocer personalmente en un congreso a él dedicado en 2005. Allí no solamente redescubrimos la figura de este militar que pasó sus días investigando en distintas disciplinas dentro de los territorios paraguayos, a la espera paciente durante veinte años de la legación portuguesa para determinar las fronteras de ambos imperios, desde que hiciera su viaje en 1781. Desde ese congreso, el profesor Julio Contreras es un maestro personal y un lúcido amigo al que puedo consultar cuestiones de cultura paraguaya que conocen bien pocas personas.
La Fundación de Historia Natural "Félix de Azara" inicia su trayectoria editorial, dirigida por Manuel Español González, con una obra suya dedicada a uno de esos aventureros andantes por el Chaco paraguayo: el italiano Guido Boggiani. Solo una persona como el profesor Contreras podía adentrarse en la figura de uno de los personajes ilustres más desconocidos entre los viajeros por territorio paraguayo. Etnólogo, antropólogo y fotógrafo, estamos ante una obra de recuperación de un personaje ilustre para la cultura colectiva nacional. Al fin y al cabo, Boggiani fue una de esas personas que eligieron el Paraguay o para morir o el Paraguay los eligió a ellos para acogerlos después de su muerte, ya que no pudo hacerlo a su nacimiento.
Hijo de artista y con una madre sensible y espiritual, Boggiani poseía un amplio sentido de la realidad. Sus escritos no rebosan fantasía, además de demostrar siempre haberse nutrido de la lectura de las diversas fuentes posibles. Su etnografía del Chaco no olvida las crónicas jesuíticas, por ejemplo. Heredero del positivismo europeo, su llegada a Paraguay coincidió con la presencia allí de otros estudiosos europeos como los humanistas literarios españoles Victoriano Abente y Viriato Díaz-Pérez, y el argentino José Rodríguez-Alcalá. Supo transmitir su filosofía a quien lo había conducido al país, Juansilvano Godoi, y acercarse a la incipiente universidad y al Instituto Paraguayo. Allí influyó sobre toda la nueva intelectual novecentista e impulsó su afán de precisión científica y estimuló su tarea de plasmar por escrito sus ideas.
Por ello, el libro trasciende lo puramente biográfico y establece un panorama del ambiente intelectual que se encontró y que desarrolló Boggiani. Necesariamente tendrá que ser consultado por cualquier investigador humanista desde este momento. Es obvio que el profesor Contreras ha sabido indagar en su figura, pero también establecer un itinerario intelectual interesante para quien desee conocer esa época novecentista a veces tratada con demasiado dogmatismo sin profundizar en los contenidos. Esto sí lo realiza el profesor Contreras, que nos ofrece un Boggiani humano relacionado con su entorno, primero europeo y posteriormente paraguayo. La conclusión de la obra es que el italiano no era un idealista puro, sino un hombre de ciencia apasionado de los viajes y de la vida observada. Su naturalismo fue fundamental para entender el desarrollo de la ciencia en el Paraguay posterior, como demuestra el profesor Contreras. Por ello, el libro incluye unos anexos gráficos interesantes, junto a una minuciosa bibliografía, tanto de los escritos del biografiado como sobre él.
En el fondo, desde esta biografía-ensayo, como él mismo la define, el profesor Contreras reivindica la necesidad de recuperar las enseñanzas humanísticas, frente a un cientificismo desmesurado y rancio, desprovisto de alma. Es por esta razón que el rescate de Guido Boggiani, además de necesario para la historia paraguaya, es una lección de la necesidad de reivindicar unos nuevos tiempos menos materialistas y más dotados de sabiduría, aunque ello suponga no tener que seguir los dictámenes de los pedagogos políticos.
jvpeiro@ono.com
En un rincón de Paraguay vive un sabio. Una persona cuyo universo responde a los conceptos de los mejores herederos del pensamiento ilustrado universal. Sin embargo, vivir en un lugar alejado de los núcleos culturales asuncenos se paga con una suerte de aislamiento que, sin embargo, contrae consecuencias positivas: alejado del mundanal ruido es más sencillo investigar y estudiar siempre que tengas la disponibilidad de viajar para estar en contacto con otras culturas y con el pensamiento actualizado. Y no olvidemos que un estudioso, para serlo y llegar a sabio, además de leer prensa y artículos en Internet, ha de investigar y analizar con rigor sus lecturas. Sin reflexión no hay concepto. En caso de que no lo haga, no traspasará la línea de la mediocridad; una línea impuesta en estos tiempos donde importa más una amplia relación en un currículum para optar a una plaza funcionarial que la sabiduría y su capacidad de transmisión a quienes son sus discípulos.
Este sabio paraguayo se llama Julio Rafael Contreras. Hombre del mundo de la historia natural y de la ecología, no escatima medios para dotar de criterio científico y pensamiento humanista a sus trabajos sobre temas de historia de la ciencia con un sentido investigador puro y alejado de academicismos vanos o fastuosos. Es miembro correspondiente de la Academia Paraguaya de la Historia y presidente de la Fundación de Historia Natural "Félix de Azara". Gracias a la figura del aragonés Azara, nos pudimos conocer personalmente en un congreso a él dedicado en 2005. Allí no solamente redescubrimos la figura de este militar que pasó sus días investigando en distintas disciplinas dentro de los territorios paraguayos, a la espera paciente durante veinte años de la legación portuguesa para determinar las fronteras de ambos imperios, desde que hiciera su viaje en 1781. Desde ese congreso, el profesor Julio Contreras es un maestro personal y un lúcido amigo al que puedo consultar cuestiones de cultura paraguaya que conocen bien pocas personas.
La Fundación de Historia Natural "Félix de Azara" inicia su trayectoria editorial, dirigida por Manuel Español González, con una obra suya dedicada a uno de esos aventureros andantes por el Chaco paraguayo: el italiano Guido Boggiani. Solo una persona como el profesor Contreras podía adentrarse en la figura de uno de los personajes ilustres más desconocidos entre los viajeros por territorio paraguayo. Etnólogo, antropólogo y fotógrafo, estamos ante una obra de recuperación de un personaje ilustre para la cultura colectiva nacional. Al fin y al cabo, Boggiani fue una de esas personas que eligieron el Paraguay o para morir o el Paraguay los eligió a ellos para acogerlos después de su muerte, ya que no pudo hacerlo a su nacimiento.
Hijo de artista y con una madre sensible y espiritual, Boggiani poseía un amplio sentido de la realidad. Sus escritos no rebosan fantasía, además de demostrar siempre haberse nutrido de la lectura de las diversas fuentes posibles. Su etnografía del Chaco no olvida las crónicas jesuíticas, por ejemplo. Heredero del positivismo europeo, su llegada a Paraguay coincidió con la presencia allí de otros estudiosos europeos como los humanistas literarios españoles Victoriano Abente y Viriato Díaz-Pérez, y el argentino José Rodríguez-Alcalá. Supo transmitir su filosofía a quien lo había conducido al país, Juansilvano Godoi, y acercarse a la incipiente universidad y al Instituto Paraguayo. Allí influyó sobre toda la nueva intelectual novecentista e impulsó su afán de precisión científica y estimuló su tarea de plasmar por escrito sus ideas.
Por ello, el libro trasciende lo puramente biográfico y establece un panorama del ambiente intelectual que se encontró y que desarrolló Boggiani. Necesariamente tendrá que ser consultado por cualquier investigador humanista desde este momento. Es obvio que el profesor Contreras ha sabido indagar en su figura, pero también establecer un itinerario intelectual interesante para quien desee conocer esa época novecentista a veces tratada con demasiado dogmatismo sin profundizar en los contenidos. Esto sí lo realiza el profesor Contreras, que nos ofrece un Boggiani humano relacionado con su entorno, primero europeo y posteriormente paraguayo. La conclusión de la obra es que el italiano no era un idealista puro, sino un hombre de ciencia apasionado de los viajes y de la vida observada. Su naturalismo fue fundamental para entender el desarrollo de la ciencia en el Paraguay posterior, como demuestra el profesor Contreras. Por ello, el libro incluye unos anexos gráficos interesantes, junto a una minuciosa bibliografía, tanto de los escritos del biografiado como sobre él.
En el fondo, desde esta biografía-ensayo, como él mismo la define, el profesor Contreras reivindica la necesidad de recuperar las enseñanzas humanísticas, frente a un cientificismo desmesurado y rancio, desprovisto de alma. Es por esta razón que el rescate de Guido Boggiani, además de necesario para la historia paraguaya, es una lección de la necesidad de reivindicar unos nuevos tiempos menos materialistas y más dotados de sabiduría, aunque ello suponga no tener que seguir los dictámenes de los pedagogos políticos.