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La historia de América Latina y sus dictaduras moviliza la memoria de los pueblos. Aún quedan las heridas sin sanar que produjo la dictadura en nuestro país.
Escribe Rocco Carbone: “Es posible postular esta literatura como una suerte de inconsciente político de la historia oficial. La necesidad de reconfigurar la conciencia de lo que es a partir de lo sido impacta en la desidentificación del presente con el relato dominante sobre su pasado”.
Por las razones que sea, la gente tiende a olvidar ese pasado de lucha...
A medida que el lector avanza en la lectura de las páginas, irá tomando conciencia de la experiencia de abandono a su suerte que han sufrido tantos compatriotas víctimas de la persecución. El Chaco es un sitio inhóspito. Pero más inhóspito y duro se presentaba para quienes huían y eran perseguidos, en su condición de guerrilleros, por los esbirros.
El rancherío, la pobreza más desoladora, las noches sin dormir, la angustia de la huida, los capataces que obedecían con servilismo a sus patrones, las delaciones en su expresiones más ruines y groseras, la urgencia por alcanzar el río y cruzarlo, la sequía, los refugios en los pajonales, y otros muchos nudos del infierno verde son mostrados en este libro cuyo interés radica en despertar el pasado dictatorial que mantuvo amordazado a un pueblo por más de tres décadas.
Un conocimiento profundo y puntilloso de la zona chaqueña y sus laberintos hace que la lectura ubique al lector en ese camino forzoso y debilitador que debían andar los que huían de Peña Hermosa, por ejemplo.
Aquellos llamados insurgentes o comunistas eran víctimas de un destino implacable. Y así nos lo cuenta pormenorizadamente el autor en las novelas ficcionales (pero al mismo tiempo testimoniales) El jarro de lata azul, El avispero y El amor de la memoria.
Hay historias oficiales y otras llevadas al plano literario que de alguna manera se acompañan y hasta se complementan.
Varios gobiernos latinoamericanos junto con las organizaciones sociales se abocan a abrir historias relacionadas con la llamada política de la memoria dentro del marco de la política de los derechos humanos.
Catalo Bogado Bordón nació en Villarrica (1955). A los 15 años de edad viajó a Buenos Aires para reunirse con sus padres en el exilio. En la capital porteña, como estudiante de Música y Periodismo, contactó con varios artistas paraguayos como Herminio Giménez, Severo Rodas, Ángel Benítez, Cardozo Ocampo, José Asunción Flores, Federico Riera, Elvio Romero y otros.
POESÍA PARAGUAYA
PEDIDO
Nada,
que me pases con tus dientes las estrellas;
que me las pases
labio contra labio,
lengua sobre lengua,
mantecados celestes,
lechoso paladeo de los astros.
No te demores,
que quiero verte.
Que relumbre mi sangre de tanto lucero,
que proliferen cometas en mi mente
y en mis articulaciones, asteroides,
y en la frente, la luna,
y en mi piel, polvo cósmico.
Renée Ferrer