Cuentos atrapantes

Cuentos crueles se titula el nuevo libro de la escritora Lita Pérez Cáceres.

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Se trata de una antología que reúne cuentos que ya han sido editados en cuatro textos y que, según el criterio de la autora, son los que la reflejan más. O sea, los que muestran mejor y más sinceramente las profundidades de su interior.

Es evidente que Pérez Cáceres maneja el arte de la narrativa.

En Cuentos crueles, el lector hallará suspenso, un lenguaje de variados matices y finales inesperados. Esto habla claramente de su capacidad para hilar las palabras y las ideas, que emergen de su notable imaginación.

Miedo e ilusión, a partes iguales, son los que marcan los perfiles de los personajes de esta antología.

“El castillo de Enrique Tudori” es un relato bien logrado. Trata sobre una mujer de nombre Francesca que termina encerrada dentro de un castillo. Como la Caperucita Roja de los cuentos infantiles, ella había tomado la determinación de salir al encuentro del mundo, sin el permiso de sus padres.

Su raptor, del que está enamorada, le va envolviendo lenta, sutilmente, con un juego peligroso del que no podrá escapar.

Como las doncellas custodiadas por un dragón, según cuentan las leyendas de caballería heroica, la protagonista, sintiéndose atrapada, busca un escape, una salida. Ni sus palabras de ternura ni sus razonamientos consiguen conmover a Enrique, que la mantiene encerrada y ante cualquier argumento o pedido de libertad le responde: “Sos mía y no quiero que salgas”.

Enrique Tudori le va mostrando prendas de vestir guardadas en una habitación. Ella observa la ropa que usó en su tiempo María Antonieta, en una fiesta de carnaval, en Versalles, la túnica de Helena de Troya, el vestido de Ana Bolena y el atuendo con el que murió Desdémona. Entonces cae en la cuenta de que aquel coleccionista de las ropas de las mujeres que dejaron una marca definitiva en la historia hará de ella una víctima más.

“Adiós Pedro” es una carta. Pero también es una llamativa historia de amor. Rosita, la redactora de la misiva, recibe un buen día en su casa a un hombre que anduvo cabalgando durante toda la noche y necesitaba un sitio donde descansar. Siendo ella una mujer solitaria y contando con la única compañía de su perro, empieza a entrar en confianza con el forastero. Mientras desayunan, conversan. Le hace tanta falta, por cierto, charlar con alguien, pues en su casa no hay música ni río cerca, ni gente que pasa por la calle y tampoco calle. Como cualquier persona abandonada a su soledad, ya había estado acostumbrándose a hablar con el viento.

Miguel Ángel Peña, fotógrafo ambulante, el hombre que llegó a su vida para pasar la noche, despierta en su corazón un sentimiento amoroso. Y ese amor hace que decida abandonar a Pedro para siempre. En la posdata escribe irónicamente: “Casi me olvido, te dejamos de regalo la foto de tu mamá, retocada. Fijate que hasta parece contenta”.

Por su parte, “María - Magdalena - María” es un relato que trata sobre el abuso sexual. Su contenido es muy fuerte. María, víctima de los bajos instintos de un depravado, al perder su pureza, su virginidad, siendo tan joven, decide vengarse.

“Cuando quedó dormido tomé el arma y lo maté”, se lee en el cuento.

“Los poderes del amor” tiene que ver con una carta escrita desde cierta parte de España.

La autora de la misiva le cuenta a Julián, el hombre que ama, que la distancia física le va consumiendo lentamente. Quiere partir al Paraguay donde piensa que será feliz junto a él. El carácter intolerable y violento de su padre hace que desee fervientemente dejar su país y estar a su lado. Una prima suya, Élida, le prepara una especie de maleta. “Es un morral para cargar ropas y algunas provisiones, voy en tercera clase, en ese barco bendito que me llevará a tu lado y ella me ha dicho que la peste suele asolar a los pasajeros, que se enferman por la mala alimentación”, se lee en un fragmento de la carta.

El padre le tiene prohibido salir de la habitación. Sin embargo, consigue una copia de llave con la ayuda de un tercero. El plan de fuga es perfecto. Hasta ya está previsto colocar unas cuantas gotas de un bebedizo que Élida conoce para que su progenitor duerma y ella consiga escapar.

¿Logrará su objetivo la heroína de esta historia de amor?

Suspenso...

¿Qué tiene reservado el destino a los dos enamorados?

Una extraña sensación se apodera del lector ante semejante encrucijada.

En el escrito se lee:

“Ahora escucho un ruido en el dormitorio de mi padre, parece que se ha levantado y se dirige hacia acá. Te dejo, debo apagar todo y fingir que duermo, adiós mi amor, hasta pronto”.

RECORRIDO INTERIOR

“Feliz cumpleaños” resulta ser una suerte de recorrido interior por cuanto hizo, hace y tiene que hacer la protagonista del relato al llegar a los cuarenta años de edad. Realizando un balance de su existencia, llega a la conclusión de que se halla sumida en el ocio.

Observa su traje de novia, el que usara cuando tenía veinte años; descubre que está ajado, amarillento y con pequeñas arruguitas, como si ya hubiera sido usado muchas veces. Haciendo anotaciones en su diario recuerda, ante una fotografía donde están su bebé y ella, su maternidad que no pudo ser plena como quisiera, pues su esposo lo impidió considerando que los varones que mamaban se criaban muy apegados a la madre. Toma conciencia de lo importante que es para la mujer no privar al hijo de ese hermoso lazo de amor y un sentimiento de tristeza y de impotencia hace que arroje aquella foto.

En otra parte de su balance existencial, se muestra desencantada de todo. No le importa ya nada. Se cansa, se rinde lacerada por el hastío. No le interesan su cumpleaños ni siquiera lo que vaya a pasar mañana.

“Finalmente entré y ahora estoy escribiendo desde mi cuarto. Por fin aparecieron las esperadas arrugas, las vi en el espejo del botiquín, dejé de ser una bella máscara. Ellas están surcando mi rostro, ellas marcan en la piel mis sufrimientos, ellas demuestran que tengo sentimientos”, escribe. “Feliz cumpleaños” gira alrededor del devenir de los acontecimientos, el transcurso inexorable del tiempo y la carencia de ilusiones.

Por cierto, son tantas las mujeres que al llegar a cierta edad se plantean lo que hicieron con su vida, lo que harán en el futuro y encuentran que, a veces, el mundo puede llegar a ser una carga no muy fácil de llevar.

“Por la salud de mamá” son cartas escritas por Leona a su hermana Marta. Le va diciendo que la salud de su madre se va ajando progresivamente. Su progenitora entra en una especie de “regreso” a la niñez. Las cosas van empeorando con el paso del tiempo. Tiene que internarla en un geriátrico porque sufre de demencia senil. En la última carta, Leona cuenta a su hermana que ambas se encuentran en una casa extraña.

“Una enfermera, muy mala, me quiere convencer de que mamá está chalada, esa es la palabra que ella usa, y que la interné yo misma. También me dice que nos vamos a pudrir acá y que pronto nos llevarán al pabellón de los insolventes porque mi marido ya nos comió toda la plata”, escribe, sin entender ya qué pasa.

Este estado de confusión de Leona, quien se halla privada extrañamente de su libertad, alcanza puntos misteriosos y abre puertas a muchas suposiciones.

Cuentos Crueles, de Lita Pérez Cáceres, no es un libro más. Es un valioso aporte a la literatura paraguaya.

POESÍA PARAGUAYA

Sofía Valenzuela

¿Cuándo fue el último gesto

de tu adiós sin regreso?

¿Fue acaso cuando de tu

sonrisa desgajé mil aristas

de sueños para seguir viviendo?

¿O cuando de tus manos

azorados recogí tus

latidos para que mi corazón

con el tuyo siguiera latiendo?

Tan solo fue la fugacidad

de una Estrella

con luces prestadas

de otro firmamento,

no existes, Estrella,

tan solo te invento. 

delfina@abc.com.py

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